El plástico es parte cotidiana de nuestra vida, pero algunos de sus componentes podrían estar afectando silenciosamente la salud de millones de personas en todo el mundo. Uno de ellos es el ftalato DEHP (di-2-etilhexil ftalato), ampliamente utilizado para hacer más flexible el PVC y presente en productos tan comunes como envases de alimentos, cortinas de ducha, juguetes, tubos médicos y tapicería sintética.
Un nuevo estudio publicado en abril de 2025 en la revista eBioMedicine estima que la exposición al DEHP pudo haber contribuido a 356.238 muertes por enfermedades cardiovasculares solo en 2018, entre adultos de 55 a 64 años. Esto equivale al 13,5% de todas las muertes por patologías del corazón en ese grupo de población a nivel mundial.
La investigación, liderada por el equipo de NYU Langone Health, combina datos de biomonitoreo, exposición ambiental y registros de mortalidad en 200 países. Es la primera estimación global de este tipo, y sus resultados subrayan la necesidad urgente de repensar la regulación de los plásticos y sus aditivos.
Un químico común con efectos invisibles
El DEHP pertenece a la familia de los ftalatos, compuestos químicos que se utilizan para hacer plásticos más suaves y moldeables. Estos aditivos no están químicamente ligados al plástico, por lo que se liberan fácilmente al medio ambiente y al cuerpo humano.
La exposición puede producirse al ingerir alimentos envasados, usar productos con PVC, o incluso mediante dispositivos médicos.
Estudios anteriores han vinculado el DEHP con inflamación arterial, disfunción endotelial y alteraciones metabólicas que aumentan el riesgo de infarto o accidente cerebrovascular.
Este nuevo estudio se centró exclusivamente en el DEHP, lo que sugiere que la carga total de enfermedad por ftalatos podría ser aún mayor si se consideraran otros compuestos similares. Además, no se incluyeron los efectos en menores de 55 años, por lo que las cifras podrían subestimar el impacto real.

356.000 muertes al año: cómo se calculó esta cifra
Los investigadores combinaron datos de la exposición promedio al DEHP en orina (a través de metabolitos como MEHP, MEHHP, MEOHP y MECPP) con cifras de mortalidad por enfermedades cardiovasculares del Institute for Health Metrics and Evaluation (IHME).
A partir de esos datos, modelaron la asociación entre niveles de exposición y riesgo de muerte, considerando también la variabilidad geográfica y los percentiles de exposición dentro de cada país.
En total, calcularon 356.238 muertes y más de 10,4 millones de años de vida perdidos en todo el mundo por esta causa.
De ese total, el 98% de las muertes estaban directamente relacionadas con la exposición derivada del uso de plásticos, lo que refuerza el llamado a revisar las normas globales sobre materiales de consumo.
Dónde golpea más fuerte: desigualdad ambiental y sanitaria
La mayor carga de muertes atribuibles al DEHP se concentró en regiones con alta producción de plásticos y menor regulación ambiental. El sur de Asia y Medio Oriente concentraron el 42% de las muertes, seguido por Asia oriental y el Pacífico con un 31%.
India fue el país con más fallecimientos (103.587), seguido por China e Indonesia. Estas cifras se mantuvieron altas incluso tras ajustar el análisis por tamaño poblacional.
Los investigadores sugieren que estos países están en una fase de industrialización acelerada, con uso masivo de plásticos pero con controles limitados.
Esta disparidad global expone un problema de justicia ambiental: las regiones que más sufren los efectos de estos compuestos no siempre tienen los recursos o la infraestructura para reducir su exposición.

Lo cotidiano también enferma: plástico y salud cardiovascular
Los ftalatos no solo están en envases. Se encuentran también en cosméticos, detergentes, cortinas, materiales de construcción y juguetes. Al degradarse, se convierten en partículas microscópicas que se inhalan o ingieren.
El DEHP, en particular, ha demostrado provocar una respuesta inmunitaria exagerada en las arterias del corazón.
La inflamación crónica que se produce está relacionada con aterosclerosis, infarto de miocardio y otros trastornos cardiovasculares.
El estudio estima que la carga económica asociada a estas muertes podría superar los 510.000 millones de dólares anuales, y alcanzar hasta 3,74 billones según el escenario más pesimista. Es un costo silencioso que pocos países están contabilizando.
Hacia una regulación internacional de los ftalatos
El estudio fue liderado por Sara Hyman (NYU Grossman School of Medicine) y Leonardo Trasande, referente en salud ambiental pediátrica. Ambos subrayan que este es el primer análisis global de mortalidad cardiovascular atribuible a un ftalato.
Trasande señala que el siguiente paso es estudiar si la reducción de la exposición a estos compuestos puede traducirse en una disminución de la mortalidad global. Además, planean ampliar el análisis a otros efectos sanitarios, como el parto prematuro.
“Al destacar la conexión entre los ftalatos y una de las principales causas de muerte en todo el mundo, nuestros hallazgos se suman al vasto cuerpo de evidencia de que estas sustancias químicas presentan un tremendo peligro para la salud humana”, dijo Hyman.
El equipo pide una acción urgente: prohibir o limitar el uso de DEHP en productos de consumo, fortalecer la vigilancia ambiental y establecer umbrales de exposición seguros a nivel internacional.

Necesidad de políticas públicas
El hallazgo de que un solo compuesto presente en plásticos comunes está asociado a cientos de miles de muertes cardiovasculares cada año es una alerta de salud pública global. No se trata de un riesgo especulativo: las cifras son reales.
La industria del plástico, las agencias de salud y los responsables de políticas públicas deben actuar con urgencia, de acuerdo con los autores.
“Hay una clara disparidad en la que las partes del mundo soportan la peor parte de los mayores riesgos cardíacos de los ftalatos”, dijo Trasande. “Nuestros resultados subrayan la urgente necesidad de regulaciones globales para reducir la exposición a estas toxinas, especialmente en las áreas más afectadas por la rápida industrialización y el consumo de plástico”.
Hay alternativas seguras, materiales más responsables y oportunidades reales para reducir esta exposición sin afectar la vida cotidiana, agregaron los autores.
El plástico puede ser flexible, pero las consecuencias de ignorar su toxicidad son demasiado rígidas. Regular el DEHP no solo es una cuestión ambiental: es una necesidad de salud pública, cardiológica, social y global.
Referencias
- Hyman S, Acevedo J, Giannarelli C, Trasande L. Phthalate exposure from plastics and cardiovascular disease: global estimates of attributable mortality and years life lost. eBioMedicine. (2025). doi:10.1016/j.ebiom.2024.104982
Cortesía de Muy Interesante
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