La endometriosis, una enfermedad inflamatoria crónica que afecta a millones de mujeres, ha sido durante mucho tiempo objeto de estudios que intentan esclarecer sus causas. Si bien la predisposición genética es un factor reconocido, un nuevo estudio publicado en JAMA Psychiatry sugiere que las experiencias traumáticas en la infancia y la adultez también pueden influir de forma significativa en el riesgo de desarrollar la enfermedad.
El estudio, que combinó datos observacionales y análisis genéticos, encontró que mujeres con antecedentes de abuso emocional, físico o sexual, así como de eventos estresantes severos, tenían mayor probabilidad de padecer endometriosis, incluso cuando no existía predisposición genética. Esto subraya la necesidad de un enfoque más amplio e integral en la detección y tratamiento de esta enfermedad.

Datos a gran escala para analizar el vínculo entre trauma y salud ginecológica
La investigación utilizó datos de más de 8.000 mujeres con endometriosis y 240.000 controles extraídos del UK Biobank, complementados con cohortes genéticas de FinnGen y meta-análisis internacionales.
Se analizaron tanto datos autoinformados sobre experiencias traumáticas como riesgo genético poligénico (PRS) asociado a la enfermedad y a trastornos relacionados con el trauma, como el trastorno por estrés postraumático (TEPT).
El 8% de las mujeres con endometriosis había experimentado traumas físicos o emocionales, en comparación con el 5% de las de controles. En el caso de trauma sexual, la diferencia fue del 5% frente al 4%, diferencias pequeñas pero estadísticamente significativas.
Además, las mujeres sin endometriosis eran más propensas a pertenecer a una clase latente de “ningún trauma”, lo que refuerza la asociación.
Los resultados se mantuvieron incluso al ajustar por edad, nivel socioeconómico y ascendencia. Esto sugiere un efecto independiente de los traumas vividos en el riesgo de desarrollar la enfermedad.
Endometriosis y trauma: una relación también visible a nivel genético
Además del análisis observacional, los investigadores aplicaron herramientas de genética estadística para determinar si existía correlación entre el riesgo genético de endometriosis y los trastornos relacionados con el trauma.
Encontraron que la endometriosis comparte variantes genéticas con el TEPT y el maltrato infantil, lo que apunta a una posible base biológica compartida entre estas condiciones.
La correlación genética más alta fue con el TEPT (rg = 0,31), seguida del maltrato infantil (rg = 0,23). Estas asociaciones fueron significativas en distintas poblaciones, incluyendo cohortes europeas y asiáticas.
A pesar de esta superposición genética parcial, los investigadores no hallaron una interacción directa entre la predisposición genética y el trauma, lo que indica que ambos factores influyen de forma separada y acumulativa en el riesgo de endometriosis.

Cómo podría afectar el trauma al desarrollo de la enfermedad
Si bien los mecanismos biológicos exactos no están completamente definidos, los autores plantean varias hipótesis. Una de ellas es que el trauma podría alterar el equilibrio hormonal e inmunitario, creando un entorno propicio para el desarrollo de tejidos endometriales fuera del útero.
Otra posibilidad es que el estrés crónico asociado a eventos traumáticos aumente la inflamación sistémica y afecte la percepción del dolor, exacerbando los síntomas de la enfermedad. La relación entre salud mental, dolor crónico y enfermedades inflamatorias ha sido documentada en otros contextos.
Además, algunas formas de negligencia o falta de apoyo durante la infancia podrían afectar la forma en que las mujeres buscan atención médica, contribuyendo a retrasos en el diagnóstico y mayor carga de síntomas en la adultez.
Implicaciones clínicas y sociales de los hallazgos
Los resultados de este estudio aportan evidencia para reconsiderar cómo se evalúa y aborda la endometriosis en contextos clínicos. Incorporar el historial de trauma como parte del cribado podría facilitar una detección más temprana y una comprensión más completa de las necesidades de cada paciente.
También podría fomentar enfoques más integrales de tratamiento, incluyendo apoyo psicológico, terapias centradas en el manejo del estrés y atención ginecológica coordinada.
Esto es especialmente relevante dada la alta prevalencia de trastornos del estado de ánimo entre pacientes con endometriosis.
El estudio también pone en evidencia la necesidad de mayor conciencia entre profesionales de la salud sobre los factores psicosociales que podrían influir en la manifestación y progresión de enfermedades ginecológicas.

Trauma y endometriosis: hacia una visión más amplia de la salud femenina
Este trabajo marca un avance importante en la comprensión de la endometriosis como una condición influenciada tanto por lo biológico como por lo experiencial. El hecho de que el trauma y la predisposición genética contribuyan de forma independiente al riesgo sugiere que deben abordarse como dimensiones complementarias.
A pesar de algunas limitaciones —como la posibilidad de sesgo en los datos autoinformados sobre trauma y la falta de representación de algunas poblaciones—, los resultados son robustos y replicables.
Se abre así un nuevo campo de investigación sobre la conexión entre salud mental y enfermedades ginecológicas.
El futuro podría incluir programas de detección que integren salud psicológica y reproductiva, promoviendo un enfoque preventivo, empático y adaptado a la historia vital de cada mujer.
Referencias
- Koller D, Løkhammer S, Goroshchuk O, et al. Observational and Genetic Analyses of Traumatic Experiences and Endometriosis. JAMA Psychiatry. (2025). doi:10.1001/jamapsychiatry.2024.4694
Cortesía de Muy Interesante
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