
Entre 2018 y el 21 de abril pasado, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) reportó el robo (1,417) o extravío (810) de 2,227 armas de fuego que se encontraban en poder de sus elementos.
Según información proporcionada por la Dirección General del Registro Federal de Armas de Fuego y Control de Explosivos, en respuesta a la solicitud de acceso a la información con folio 330026425001086, el año con mayor número de casos reportados de robo fue el 2019 con 309 armas.
Si se toma en cuenta el tipo, el año con más casos de hurtos de armas cortas fue también el 2019 (222 piezas), en tanto que en largas fue el 2020 (93), año del inicio de la pandemia de Covid-19 en México.
En el periodo referido y con las cifras divulgadas por el Ejército se observa una tendencia a la baja en cifras reportadas de robo de armas.
El robo de armamento no es algo nuevo dentro de las Fuerzas Armadas. En 2022, las filtraciones de correos internos al Ejército causada por el grupo de hacktivistas, Guacamaya, a los cuales tuvo acceso El Economista, se reveló que había investigaciones internas en las que se encontró que elementos al interior de la dependencia habían vendido armamento y equipo táctico a miembros del crimen organizado.
En junio del 2022, el entonces titular de la Marina, el almirante Rafael Ojeda Durán, reconoció que habían detectado casos de marinos que vendían equipo militar, en especial uniformes, a la delincuencia organizada.
Olvidadas
Sobre las armas perdidas por los elementos del Ejército, en el mismo periodo, se informó que el mayor número de casos fue el 2021, cuando se reportaron 175 piezas extraviadas.
Por tipo de arma, el 2020 fue el año con más armas cortas extraviadas, mientras que el 2021, fue el año con más casos de largas.
En general, entre el 2018 y hasta el 21 de abril pasado, fueron extraviadas 550 armas cortas y 260 largas.
Sanciones
Los casos de armas robadas o extraviadas al interior de la Sedena son el resultado de deficiencias dentro de las Fuerzas Armadas, advirtieron especialistas en seguridad.
Alberto Guerrero Baena, consultor en seguridad y miembro del Observatorio de la Guardia Nacional de Causa en Común, advirtió que, aunque la dependencia mantiene un protocolo formal para reportar la pérdida de armamento —que incluye notificaciones por escrito, denuncias ante el Ministerio Público y procesos internos para determinar sanciones—, en la práctica las armas casi siempre “se dan por perdidas” y rara vez hay claridad sobre el seguimiento o sanción a los responsables.
“Cuando un arma se extravía o se roba, el elemento militar debe notificar el incidente, presentar denuncia ante el Ministerio Público Federal y hacer del conocimiento del mando y de las áreas jurídicas. Pero lo cierto es que muchos de estos casos no se transparentan. La opacidad es constante en las Fuerzas Armadas”, sostuvo.
El especialista agregó que uno de los factores más graves es el posible subregistro de armas robadas, ya que no siempre se documenta su desaparición, especialmente cuando los militares son asesinados en enfrentamientos.
“Una cosa es lo que diga la plataforma de transparencia y otra lo que realmente suele suceder. En muchos casos las armas desaparecen en combates y no hay garantía de que se documenten adecuadamente los hechos”, señaló Guerrero.
Inventario
Víctor Hernández, académico de la Universidad Iberoamericana y especialista en temas de seguridad, por su parte, mencionó que la ausencia de un inventario centralizado y procedimientos laxos en el control interno del armamento explican, en buena medida, las pérdidas y robos de armas dentro del Ejército mexicano.
Además, reconoció que hay un mercado ilegal donde se venden piezas militares como uniformes y cascos, y recordó que el propio titular de la Marina, el almirante Rafael Ojeda, reconoció en el sexenio pasado que se habían detectado casos de elementos que vendían material castrense, aunque solo fueron dados de baja porque no existían las condiciones para judicializarlos.
También, alertó sobre el robo de municiones, especialmente las explosivas como morteros y granadas que los grupos criminales están usando con drones. “A diferencia de las armas, las municiones no tienen números de serie, lo que dificulta aún más su rastreo. No sabemos el tamaño real de estas pérdidas”.
Entre las soluciones que plantearon los expertos destacaron la creación de una base de datos unificados y actualizados, la mejora en los controles de trazabilidad entre regiones militares, la coordinación entre fiscalías estatales y la Secretaría de la Defensa, y el fortalecimiento de la supervisión ciudadana.
Cortesía de El Economista
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