Este 1 de agosto, después de más de un mes de lucha por mantenerse con vida, falleció Esperanza, la perrita que fue alcanzada por las balas durante un ataque armado en la colonia Colinas de San Miguel, en Culiacán. Pese a los cuidados médicos, la rehabilitación y el amor que recibió en el refugio Balto y Togo de Bienestar Animal, su cuerpo no resistió más.
El caso de Esperanza se conoció el pasado 12 de junio, cuando fue rescatada tras quedar gravemente herida en un tiroteo donde un hombre perdió la vida. La perrita había recibido impactos de bala en la cadera, fue atropellada y sufrió un golpe de calor al quedar tendida sobre el pavimento caliente. Su imagen, vulnerable y al borde de la muerte, generó una ola de solidaridad y empatía que rápidamente se extendió en redes sociales.
Durante las semanas siguientes, Esperanza fue atendida por un equipo veterinario y, poco a poco, comenzó a recuperarse. Con la ayuda de una silla de ruedas adaptada, logró volver a caminar. Su proceso de rehabilitación fue documentado y compartido por la fundación, lo que despertó aún más apoyo de la ciudadanía. A pesar de los avances, su salud seguía siendo delicada y, en ocasiones, su mirada parecía reflejar un trauma que nunca terminó de sanar.
La mañana de este jueves, la fundación Balto y Togo confirmó su fallecimiento a través de un mensaje en sus redes sociales:
“Buenos días, con profundo pesar informamos que Esperanza ha cruzado el puente de Arcoíris. Ella luchó mucho por vivir, pero su pequeño cuerpo no resistió más. Los invitamos a reflexionar sobre el abandono, empatía y el bienestar animal”.
Esperanza murió rodeada de cariño, respeto y cuidados. Fue alimentada, protegida y tratada con dignidad hasta el final. La fundación informó que este mismo jueves se realizaría una ceremonia de despedida en la funeraria Patitas con Alas, a las 10:00 de la mañana.
Su historia deja una lección que trasciende su partida: la violencia también deja víctimas que no hablan, pero sienten. Y a veces, como en este caso, nos confrontan con nuestra propia capacidad de compasión.
Cortesía de El Heraldo de México
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