Física cuántica de lo cotidiano: un libro fascinante que pone al alcance de todos la mayor revolución científica de la historia

Aunque no lo sepas, tu día empieza con física cuántica. Al pulsar el mando del garaje, al calentar el pan en la tostadora o al usar el GPS para no perderte en la ciudad, estás rodeado de tecnología que funciona gracias a fenómenos cuánticos. Pero ¿cómo entender algo que ni siquiera parece lógico a primera vista? Tenemos un ejemplo en el libro Física cuántica de lo cotidiano. Ana Martín Fernández, doctora en Física y divulgadora apasionada, ha logrado algo que parecía imposible: explicar la cuántica con claridad, humor y ejemplos cotidianos, sin simplificar lo esencial ni abrumar al lector.

En Física cuántica de lo cotidiano (Pinolia, 2025), la autora nos lleva de la mano por la historia, los principios y las aplicaciones actuales de la física cuántica, haciendo conexiones brillantes entre teorías abstractas y objetos comunes. Cada capítulo es una sorpresa: desde cómo funciona el microondas hasta por qué los colores de la naturaleza son lo que son. Hoy nos vamos a acercar al capítulo 7, titulado “El efecto fotoeléctrico me abre la puerta del garaje”.

La luz también empuja

Puede parecer una frase poética, pero es física pura: la luz tiene el poder de mover cosas. No en el sentido visible de una ráfaga de viento, sino a nivel microscópico, en forma de energía que se transfiere en paquetes muy concretos. Esos paquetes se llaman fotones, y aunque no tienen masa, sí pueden arrancar electrones de un material cuando chocan con él. A eso se le llama efecto fotoeléctrico.

Einstein lo explicó en 1905 y recibió el Nobel por este trabajo, no por la relatividad. El efecto fotoeléctrico es la base de muchas tecnologías actuales. Celdas solares, sensores de luz, cámaras digitales… y, sí, también el mando a distancia del garaje. Cuando apretas el botón, un pequeño diodo emite un haz de luz infrarroja que es captado por un sensor en la puerta. El sensor responde porque esa luz provoca una reacción electrónica, gracias precisamente al efecto fotoeléctrico.

Lo interesante no es solo el fenómeno, sino lo que implica a nivel conceptual. El efecto fotoeléctrico desafía la visión clásica de la luz como una simple onda. Aquí, la luz actúa como partícula, mostrando que la naturaleza puede ser dos cosas a la vez, y que la física cuántica no se rige por el sentido común, sino por la evidencia.

Fuente: ChatGPT / E.F.

Más allá de la puerta del garaje

Lo que empieza como una explicación sobre cómo se abre la puerta del garaje se convierte en una lección sobre el funcionamiento del mundo moderno. El efecto fotoeléctrico no solo está en sensores, sino en paneles solares, que permiten convertir luz directamente en electricidad. Y ese mismo principio se aplica en los fotomultiplicadores usados en medicina o en detectores de partículas en experimentos fundamentales.

Pero más allá de la tecnología, este fenómeno nos obliga a repensar la forma en que entendemos la realidad. En el mundo clásico, esperábamos que más luz significara más energía. Sin embargo, el efecto fotoeléctrico nos dice que no importa cuánta luz pongas, sino la energía de cada fotón. Una linterna muy intensa con luz roja no podrá arrancar electrones, pero un láser débil con luz ultravioleta sí. Esa paradoja solo se resuelve con física cuántica.

El capítulo usa ejemplos visuales, analogías con la vida diaria y una narrativa clara para mostrar cómo un fenómeno aparentemente técnico está detrás de muchas decisiones tecnológicas que afectan al medioambiente, la salud y nuestra vida cotidiana. Es una forma de contar ciencia que no solo informa, sino que genera una nueva forma de mirar.

De la abstracción a lo tangible

Lo más poderoso de este recorrido es cómo logra conectar lo abstracto con lo cotidiano. No hace falta saber matemáticas avanzadas para entender cómo un fotón puede liberar un electrón. Solo hay que observar con atención el entorno y hacer las preguntas adecuadas. El capítulo, y el libro entero, están llenos de ese tipo de conexiones: desde las ecuaciones de los pioneros de la cuántica hasta el mando que usamos cada mañana sin pensarlo.

Y es que ahí está la clave del enfoque de Ana Martín Fernández: no busca simplificar la física, sino hacerla cercana. La cuántica no se presenta como un mundo misterioso e inaccesible, sino como una herramienta poderosa que ya forma parte de nuestras vidas. No hay que ir al CERN para verla en acción; basta con fijarse en el sensor de luz que activa el grifo automático del baño.

Cortesía de Muy Interesante



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