Fisura en Segunda Marquetalia deja a Márquez sin US$3 millones al mes

Rentas mensuales de hasta 3 millones de dólares, un corredor estratégico para integrar el narcotráfico entre el Pacífico y el Caribe y una estructura armada capaz de repeler enemigos en dos países. Todo eso está pendiendo de un hilo en la Segunda Marquetalia, luego de que su comandante Luciano Marín (“Iván Márquez”) entrara en conflicto con dos de sus aliados más poderosos.

Se trata de los Comandos de Frontera y la Coordinadora Guerrillera del Pacífico, los socios millonarios de la confederación con la que Marín quiso refundar a las antiguas Farc.

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De acuerdo con desmovilizados e información de Inteligencia Militar, la organización disidente cuenta con cerca de 2.000 integrantes, de los cuales el 60% estarían en Venezuela (1.200). Allá tienen células en los estados de Zulia, Táchira, Barinas, Apure, Amazonas y Miranda (ver el mapa).

En Colombia, sus frentes se distribuyen en La Guajira, Cesar, Norte de Santander, Santander, Meta, Guaviare, Cauca, Nariño y Putumayo. Ahora, con la fractura evidenciada, las fuerzas de estos tres últimos departamentos podrían abandonar a “Iván Márquez”, debilitando su posición política, y lo más grave para él, dejando un agujero en las finanzas.

Los Comandos de Frontera, liderados por Giovanny Andrés Rojas (“la Araña”), están en Putumayo, Caquetá y dominan corredores estratégicos hacia Perú; la Coordinadora Guerrillera del Pacífico, bajo las órdenes de Allende Perilla Sandoval (“Allende”), agrupa a las estructuras de Cauca y Nariño, con redes en la provincia ecuatoriana de Esmeraldas.

En esos territorios, estas dos organizaciones tienen acceso a cerca de 50.000 hectáreas de coca; laboratorios de procesamiento de cocaína; vías fluviales y selváticas para el transporte de tropas, armas y drogas; plataformas de exportación marítima por el Pacífico y yacimientos de oro.

Las fuentes de Inteligencia indicaron que, con esas rentas ilegales, mensualmente le podían reportar hasta 3 millones de dólares mensuales a la Segunda Marquetalia, algo que tal vez ya no sucederá.

La escisión de las dos estructuras corta un corredor clave para el narcotráfico, que pretendía unir al Caribe venezolano con el Pacífico colombiano, explotando zonas de cultivos y exportación a los cinco continentes.

La fractura tiene otra una lectura política: de un lado quedaron los marquetalianos de Venezuela y del otro los de Colombia, pues solo aquellos que están con “Iván Márquez” tienen el respaldo del régimen de Nicolás Maduro.

En el corto plazo se sabrá si es una mera división financiera, política y territorial, o si evolucionará a contienda armada, como ocurre en la otra disidencia de las Farc, el Estado Mayor Central, en la que las huestes de “Iván Mordisco” están a la caza de las de su excamarada “Calarcá”.

Así fue la fractura

El primer indicio de que algo raro se estaba cocinando ocurrió el pasado 23 de octubre, cuando el consejero comisionado de paz, Otty Patiño, hizo pública una información que le había llegado, según la cual “Iván Márquez” habría muerto en una cirugía en Caracas.

Aunque no era la primera vez que circulaban rumores sobre su muerte, esta vez hubo una situación particular: cuando la Casa de Nariño quiso confirmarlo, los delegados de la Segunda Marquetalia en la mesa del paz respondieron que no tenían cómo hacerlo, porque su jefe estaba “desconectado”.

Este aislamiento quedó en evidencia el 16 de noviembre, cuando los delegados de ambas partes se reunieron en Puerto Asís, Putumayo. Se suponía que el encuentro era para acordar detalles del próximo ciclo de conversaciones en Venezuela, pero se la pasaron analizando una carta firmada presuntamente por “Iván Márquez”, que no llegó por los canales de comunicación acostumbrados.

Fechada el 12 de noviembre, desautorizaba a los insurgentes que asistieron a la cita, alegando que acudieron de manera inconsulta con el comandante, violando la jerarquía interna de la facción, a pesar de que uno de los presentes fue José Vicente Lesmes (“Wálter Mendoza”), jefe de la delegación del grupo en la mesa de paz con el Gobierno.

Y, para rematar, les exigió a los asistentes que no usaran el nombre de la Segunda Marquetalia en esas gestiones.

“Wálter Mendoza” se declaró extrañado por la carta y le pidió al Gobierno que indagara “por medio de sus vías diplomáticas” si en verdad la había escrito Marín, lo que refleja un problema de comunicación interna entre los marquetalianos que están en Colombia y los de Venezuela.

Cuatro días más tarde se confirmó la fractura, cuando las dos subestructuras que operan en el suroccidente publicaron un comunicado cuestionando a “Iván Márquez”.

“(…) La paz no puede girar alrededor de una persona, no es propiedad exclusiva de unos, la paz es de las comunidades”, declararon los Comandos de Frontera y la Coordinadora Guerrillera del Pacífico.

Afirmaron que tienen el deseo de seguir en las conversaciones de paz y añadieron: “Nos deslindamos del nombre de la Segunda Marquetalia y en adelante no utilizaremos esta sigla”.

El corazón dividido

En la reconfiguración de este ajedrez de las disidencias, el rol que asuma “Wálter Mendoza” será crucial. Él fue la mano derecha de “Iván Márquez” en el proceso de paz de La Habana con las antiguas Farc (2012-2016), y este le tenía tanta confianza que lo designó como doctrinario de los demás negociadores y comandantes de frentes en ese entonces.

Cuando Marín desertó del proceso, huyó a Venezuela y anunció la refundación de la guerrilla en 2019, “Wálter Mendoza” lo siguió como un perro fiel. No obstante, ha pasado la mayor parte de su vida guerrillera en el suroccidente de Colombia y fue quien estructuró los nuevos frentes en el Pacífico, poniendo de coordinador a su discípulo “Allende”. Ahora, ante esta división, ¿a quién escogerá su corazón insurgente? ¿Al maestro de antaño, o a su novel aprendiz?

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Cortesía de El Colombiano



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