No hay árboles feos, pero en la ciudad tenemos a los tepozanes. Y no, no es que haya algo malo en ellos, pero se les asocia a sitios perturbados: crecen en techos, entre escombros y en lugares abandonados. Y bueno, también hay otras razones que, vistas desde la perspectiva de alguien que no convive mucho con la naturaleza, hace que sean árboles poco apreciados; tanto que, a pesar de ser nativos de CDMX y crecer prácticamente por todos lados, realmente son poco comunes en banquetas y en parques.
Son mal vistos porque dicen que se llenan de gusanos, que tiran mucha hoja, que son una plaga, que son maleza, y todo es cierto. Pero desde otra perspectiva, todas son características que lo hacen uno de los mejores árboles que podríamos tener.
Son un imán de polinizadores y a muchas larvas de insectos les gusta alimentarse de las hojas de los tepozanes; pero atraer más insectos también significa atraer más aves. Tiran muchas hojas, sí, pero estas se degradan y funcionan como abono que alimenta y mejora el suelo.
Crecen por todos lados en la ciudad, lo que nos habla de que son árboles resistentes a las condiciones urbanas, a la contaminación y a la sequía. Entonces, todo eso que se les ve de feo, visto desde otra perspectiva se refiere a un árbol ideal para funcionar en la ciudad: atrae a polinizadores, sostiene mucha biodiversidad, resiste las condiciones ambientales y la contaminación, y ayuda a la regeneración del suelo. Son árboles medianos que alcanzan alturas máximas de 10 m en la ciudad, su ancho puede ser de hasta 80 cm y pueden vivir unos 80 años.
Los tepozanes podrían ser árboles muy populares, comunes en la ciudad por su resistencia y tenacidad y sus aportes al ecosistema, pero les tocó crecer en lugares feos y los terminamos juzgando mal.
No podemos contar la historia de la ciudad sin sus árboles, como el tepozán, originario de CDMX; por esto les dedicamos la portada de agosto 2025 de Chilango Revista. Lee más sobre el tema en el artículo de @arbolescdmx.
Cortesía de Chilango
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