Fracasa la segunda marcha contra Sheinbaum por una baja afluencia

Las fuertes protestas que el sábado reunieron a unas 17.000 personas contra el Gobierno de Morena han sido este jueves un eco de otro tiempo. La réplica, convocada simultáneamente en el Ángel de la Independencia y en Ciudad Universitaria, en la capital mexicana, ha logrado apenas superar el centenar de asistentes en la primera cita y ninguno en la segunda. La marcha pretendía contraprogramar el desfile militar por el 115 aniversario de la Revolución mexicana, pero la escasa afluencia y el cerco policial han impedido que el evento trascendiera. La manifestación ha transcurrido como una de tantas en la ciudad, sin altercados con la policía y con una presencia mínima de jóvenes, quienes en teoría llamaban a protestar bajo el paraguas de la generación Z.

El activista Pablo Ortiz Padilla, de 52 años, ha encabezado, megáfono en mano, una protesta en la que los manifestantes eran minoría. El contingente policial ―de unos 80 elementos en la hoy glorieta de las mujeres que luchan (Colón), en Reforma, el primer punto de bloqueo― y el personal civil de la Secretaría de Gobernación capitalina ―unos 50― empataban en número a los asistentes, casi todos por encima de los 30 años. Curiosos y prensa han completado un paisaje desolador, en comparación con el vivido días atrás, en las autodenominadas marchas de la generación Z, que dejaron a su paso un rastro de violencia ausente esta jornada.

“[La poca afluencia] es resultado del miedo que le han metido a la gente”, ha justificado Padilla en más de una ocasión. Los cánticos que recorrían la marcha iban del “mi voz no es desorden, es derecho”, a “respeto, sí; represión, no”, pasando por “PAN, PRI, Morena: la misma chingadera”. Iban todos dirigidos, en cualquier caso, contra el partido en el poder, el único punto en común de quienes han acudido esta mañana. “¡Fuera Morena!”, ha sido lo más repetido.

El único joven a la vista hacia las 11 del mediodía, la hora que marcaba el comienzo, portaba dos pancartas relacionadas con las causas medioambientales. “Vengo para dar a conocer los casos de ecocidio y a los defensores que han sido asesinados”, afirmaba el activista Ángel Negrete, de 23 años, que se había coordinado por Discord con otros tres jóvenes a los que no encontró en el lugar. Esta vez el furor en las redes no ha sido el prólogo de la contestación en las calles.

A escasos metros de él, un grupo de cuatro adultos ―Jorge, Carlos, Silvia y Marta: el menor de 62 años, el mayor de 78― pedía la destitución de Claudia Sheinbaum, inconformes con el revocatorio previsto para 2027, a mitad de mandato. “No queremos ser Cuba ni Venezuela. Queremos libertad”, expresaban unánimes: “No queremos este Gobierno, es el más corrupto que hemos tenido”. Los posibles sustitutos para este grupo salen de los nombres que han sobrevolado la semana desde el sábado: el empresario Ricardo Salinas Pliego, quien está capitalizando las protestas con más fuerza, los panistas Ricardo Anaya o Lilly Téllez, y la alcaldesa de la Cuauhtémoc, la priista Alessandra Rojo de la Vega. “Ahí tienes para escoger, cualquiera sería mejor”, apuntaba una de ellas. Los temas se repetían aquí y allá: inseguridad, corrupción, falta de medicamentos y de libertad.

A la altura de la glorieta de las mujeres que luchan, el centenar de manifestantes se ha encontrado con el primer contingente policial, que les ha cortado el paso, a la espera de que terminara el desfile. El Grupo de Diálogo y Convivencia de la Ciudad de México, creado específicamente para estas protestas, formaba un cordón de chalecos naranjas que separaban el nutrido grupo de agentes de los participantes en la protesta, especialmente de los que iban levantando el tono. La imagen de un cuerpo civil situándose por delante del de seguridad, poco común, buscaba evitar a toda costa que se repitieran los altercados del sábado, que dejaron 100 policías y 20 civiles heridos. Los responsables de la Secretaría capitalina estaban ahí para apagar cualquier chispa de provocación que pudiera hacer estallar el encuentro. No ha hecho falta su intervención.

El cordón se ha deshecho una hora y media después, cuando el desfile ha finalizado, para que la protesta avanzara hacia el Zócalo, escoltada por ambos flancos por una masa negra de agentes que avanzaba simultáneamente. El segundo contingente de elementos los ha topado en el corte entre la calle Palma y la 5 de mayo, el punto más cercano a la plaza pública que han podido alcanzar. Un rato después las protestas se han disuelto, vencidas por el cansancio y la ausencia ya de expectativas. El respaldo a Claudia Sheinbaum no ha encontrado, al menos hoy, un equivalente contrario en las calles de la capital. El malestar social, no obstante, sigue ahí.

Cortesía de El País



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