Desde París
Este lunes 8 de septiembre la Asamblea Nacional de Francia, en sesión extraordinaria, deberá votar por la moción de confianza que el primer ministro François Bayrou ha puesto sobre la mesa. Y todo hace prever que después de diez meses de su nombramiento, al final de la jornada el gobierno de Bayrou habrá caído.
El origen de la decisión
El 15 de julio pasado, el primer ministro francés anunció un plan presupuestario para 2026 que incluía unos 44 mil millones de euros de recortes y que “constituyó una declaración de guerra social”, según Stéphane Peu, diputado del Partido Comunista Frances, PCF. En esa ocasión Bayrou adelantó algunas de las medidas para reducir el gasto público tales como congelamientos salariales o de jubilaciones, supresión de miles de puestos de funcionarios públicos, recortes al sistema de salud, dos días feriados suprimidos, entre otros sacrificios previstos para las clases populares en aras de reducir el déficit.
Calendario político
Estos anuncios cayeron muy mal en diferentes sectores sociales, políticos y sindicales. Así fue como surgió una plataforma ciudadana, que no reconoce conducción de ningún partido político ni sindical, y que llamó por las redes sociales a bloquear todo (Bloquons Tout) este miércoles 10 de septiembre. Este llamado a paralizar el país se ha propagado hasta convertirse en un fenómeno social y una seria preocupación del gobierno, que no olvida el movimiento transversal y contestatario de los chalecos amarillos que desafió la autoridad del presidente Emmanuel Macron en Francia a fines de 2018. Los partidos de izquierda, la Central General de los Trabajadores, CGT, y Solidarios, se han adherido a la cita del 10 de septiembre, y los sindicatos citados han llamado a movilizar y hacer huelgas allí donde se den las condiciones.
Las políticas de la dupla ejecutiva Macron-Bayrou harán frente a un segundo acto de resistencia que está previsto para el 18 de septiembre, cuando la intesindical, organización integrada por los principales sindicatos de Francia, convoca a una huelga general y movilización, con el objetivo de rechazar el plan de austeridad presupuestario.
El 25 de agosto pasado el primer ministro Bayrou reaccionó de manera imprevista ante este panorama adverso que se avecinaba, convocando para el lunes 8 de septiembre a una sesión extraordinaria en la Asamblea Nacional con el fin de obtener apoyo político a su plan de ajuste fiscal y tal vez así intentar desactivar el frente de tormenta social.
Desde que Bayrou expresó su intención de obtener una “clarificación”, a través del voto de confianza de la Asamblea Nacional, su gobierno se dio por terminado. Rápidamente todo el abanico de partidos políticos, desde la izquierda a la extrema derecha se desmarcaron del primer ministro, y anunciaron que votarían en contra de la confianza. La apuesta de Bayrou le habría salido mal y todos descuentan que terminará con en la propia disolución de su gobierno al conocerse el resultado de la votación de los diputados cerca de las 20 horas de este lunes 8 de septiembre.
No obstante el gesto fue elogiado por su adversario Jean-Luc Mélenchon, el líder de La Francia Insumisa (LFI), quien reconoció que “Bayrou acepta someterse a la democracia parlamentaria” y lo contrapuso al presidente Macron que insiste con aplicar sus políticas a las que la mayoría les ha dado la espalda en la última elección legislativa de 2024.
Un socialista, candidato a reemplazar a Bayrou
Inmediatamaente después de conocerse la convocatoria de Bayrou a la sesión extraordinaria para obtener la confianza de sus pares de la Asamblea, en los medios de comunicación comenzó la danza de nombres de los potenciales sucesores al cargo de primer ministro. Olivier Faure, secretario general del Partido Socialista, se apresuró a ofrecerse al presidente Macron como alternativa a Bayrou. En esa línea el líder de los socialistas multiplica sus intervenciones mediáticas con guiños para el presidente Macron, como la de asegurar que enviaría tropas francesas a Ucrania para garantizar la seguridad del país en la guerra con Rusia.
Esta premura de los socialistas por presentarse como los sucesores al primer ministro, contó con el apoyo de los ecologistas, socios del extinto Nuevo Frente Popular, la coalición de izquierda por la cual fueron electos el año pasado junto a los comunistas y LFI. Pero los insumisos no comparten este entusiasmo y denuncian el cambio de posición socialista. Así Manuel Bompard, cordinador nacional de LFI, les recuerda a los socialistas que fueron electos con un programa que proponía la derogación de la reforma jubilatoria, el aumento del salario mínimo, la planificación ecológica o la sexta república; todas propuestas que ahora el PS deja de lado en aras de formar un hipotético gobierno de izquierda, pero que contaría con el apoyo de un parte de la derecha, como lo adelantó Laurent Wauquiez, el líder de Los Republicanos, LR, en la Asamblea Nacional. No obstante la idea de Wauquiez no cuenta a su vez con el apoyo del presidente de LR y ministro de interior de, Bruno Retailleau, que adelantó que estaba en contra de la idea de que se forme un gobierno de izquierda, complicando aún más el panorama post Bayrou.
Otra especulación que circula por los medios es que una vez concretada la caída de Bayrou, el presidente Macron vuelva a disolver la Asamblea Nacional, como lo hizo en junio pasado y convoque a nuevas elecciones legislativas.
Muchos piensan que unas nuevas elecciones legislativas no cambiaría sustancialmente la actual conformación de la Asamblea. Aunque no faltan quienes expresan el temor de un triunfo de la extrema derecha en ese caso.
Los diputados de LFI, liderados por Mélenchon, van más allá que el resto del espectro político, y presentarán el mismo martes 9 de septiembre siguiente a la caída de Bayrou una moción de destitución del presidente de la República, al que acusan de persistir con sus políticas repudiadas por la mayoría en las elecciones legislativas del año pasado.
Cortesía de Página 12
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