Desde Roma
El papado de Francisco “ha sido un período de grandes innovaciones” donde se percibió “el coraje que el Papa tenía frente a las tradiciones inmóviles de la Iglesia”, dijo el experto vaticanista Marco Politi en una entrevista con Página/12. Y refiriéndose a las elecciones del próximo Papa añadió que “En estos días de pre-cónclave muchos empujan para frenar la linea reformadora de Francisco”.
Nacido en Roma, escritor y periodista, Politi es sobre todo un experto en temas vaticanos. Ha publicado varios libros sobre los Papas y la Iglesia en distintos idiomas, cuatro de ellos sobre el Papa Francisco: “Francesco tra i lupi” (Francisco entre los lobos, 2014), “ La solitudine di Francesco” (La soledad de Francisco, 2018) y “Francesco, la peste e la rinascita” (Francisco, la peste y el renacimiento, 2020). El último, que saldrá en mayo en Italia, “La rivoluzione incompiuta” (La revolución incompleta) fue ya publicado en Alemania y Francia. Como explicó en la entrevista, “Francisco entre los lobos” que fue publicado al año siguiente de la elección del Papa argentino, anticipó de alguna manera todas las luchas internas en la Iglesia que tuvo que afrontar Francisco. Luchas internas que se conocían pero que ahora, en el período del pre-cónclave que elegirá el nuevo Pontífice, han comenzado nuevamente a resalir para marcar caminos.
-¿Politi, cuáles fueron los cambios importantes que hizo Francisco?
-Las cosas importantes se produjeron en dos dimensiones, la dimensión interna de la Iglesia y el rol de la Iglesia en el mundo. En la dimensión interna Francisco hizo varios cambios, primero concedió la comunión a los divorciados y casados de nuevo. Esta medida había sido bloqueada por Papa Juan Pablo II y el papa Ratzinger. La segunda medida fue el derecho de “ciudadanía” – yo la llamo ciudadanía pero en realidad es igualdad- que concedió a los homosexuales en la iglesia católica. Eso provocó muchas polémicas. A eso se agregó la decisión de bendecir a las parejas homosexuales.
Tercera medida: estimuló la discusión sobre la posibilidad del diaconado (persona consagrada pero con un nivel inferior al sacerdote) femenino, una discusión que no llegó a ningún resultado pero al menos abrió el debate mientras el Papa Wojtyła no quería que se hablara sobre este tema. Además Francisco concedió el derecho de voto a los laicos y a las mujeres en el sínodo mundial de los obispos después de 1700 años de Iglesia. Ahora las mujeres, laicas y religiosas pueden votar en el sínodo de obispos. Obviamente se trata de mujeres que están empeñadas en el campo católico. Más o menos lo que pasó con los negros después de la guerra civil en Estados Unidos, que obtuvieron el derecho de votar y podían entrar en el Parlamento.
-Francisco ha nombrado también varias mujeres en cargos importantes del Vaticano
-Es la primera vez que un Papa decide poner mujeres en puestos de dirección o guía del Vaticano, como el de Prefecto del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada donde designó a la monja Simona Brambilla o la gobernadora de la ciudad del Vaticano, la hermana Raffaella Petrini, sólo por dar algunos ejemplos.
– ¿Y sobre las discusiones surgidas luego del sínodo del Amazonas que me dice?
-En el sínodo del Amazonas de 2019 se discutió sobre la posibilidad que los diáconos casados pudieran transformarse en sacerdotes para poder celebrar misas en lugares desiertos de la selva amazónica donde viven. El debate comenzó luego del viaje del papa al Amazonas en 2018. Todo fue bloqueado por el ex Papa Ratzinger y otros obispos y cardenales. Francisco se tuvo que detener sin tener ninguna otra alternativa. Con esto se vio por un lado su voluntad de abrir un nuevo camino, pero también que iba adelante una “guerra civil” en el interior de la Iglesia. Porque a partir del tema de la comunión a los divorciados y casados de nuevo, los ultra conservadores, se movieron con cartas, recogiendo firmas, con documentos enviados al Papa que ponían en duda su linea teológica, se movieron así para bloquear las reformas. Esta ha sido una “guerra civil” sistemática por 10 años.
-¿Cuál es el ambiente creado entre los cardenales en estos días de pre-cónclave? Se habla de que se difunden a propósito cosas buenas sobre algunos candidatos y muy malas sobre otros.
-Cuando se abre la “campaña electoral” para la elección papal, dentro del la Iglesia se habla bien de algunos y mal de otros. Cuando Francisco era candidato en 2013, por ejemplo, algunos difundieron que tenía un solo pulmón (cosa que no era verdad) y por eso no podía hacerse cargo de las responsabilidades que le esperaban. “No queremos un papa frágil”, decían para disminuir sus pasibilidades.
– Hay numerosos candidatos para ser Papas. ¿Cuales son los que tienen más posibilidades de ser elegidos según usted?
-Es difícil hablar de posibilidad porque no se sabe la cantidad de votos que podrían obtener. Una de las preocupaciones que tiene hoy la Iglesia es conducir la Iglesia a la unidad y a la armonía porque esta muy dividida. Y esto es un tema que preocupa a los conservadores pero no solo a ellos. Un candidato muy bien visto es el secretario de estado vaticano Pietro Parolin, por su experiencia diplomática, porque conoce bien el mundo, sabe negociar, y tiene cualidades de “remendador”, es decir podría “coser” las diferencias dentro de la Iglesia. El otro es el cardenal Matteo Zuppi, presidente de la conferencia episcopal italiana. Como persona es muy humilde, conocido por sus viajes a Ucrania, Mosca, Pekin, Washington para mediar en los conflictos. Pero también se habla del cardenal Péter Erdől de Budapest, un experto jurista y presidente de la conferencia episcopal europea pero conservador. Hay otros candidatos de España, de Francia, de Canadá. La mayor parte de los candidatos sin embargo, son europeos o italianos ante la exigencia de que haya un Papa que conozca bien la situación de la Iglesia universal desde el punto de vista del Vaticano. Tal vez cardenales que vienen de regiones lejanas son muy apreciados en sus zonas pero no tienen la mirada mundial que tiene un cardenal europeo. El filipino Luis Antonio Tagle, que aparece como candidatos, tiene una carta más en este “juego” porque su madre es china y eso tal vez permitiría un mejor acercamiento a la China.
-¿Esto significa que Europa quiere retomar su poder dentro de la Iglesia?
-No, no se refiere a eso. Los últimos tres Papas no sabían nada de la curia romana (la administración vaticana). Y en esta situación, o conoces cómo funciona el gobierno central ubicado en el Vaticano o te divides como han hecho los protestantes y los ortodoxos. Si en cambio tienes una Iglesia como la católica que quiere ser una organización conectada entre sí, hay que saber cómo se gobierna. Juan Pablo II no tenía ninguna relación con la curia pero eligió un secretario de estado que la conocía como el cardenal Angelo Sodano. Ratzinger, en cambio, no tenía relación con la curia pero eligió como secretario de estado (primer ministro) al cardenal Tarcisio Bertone que tampoco la conocía. Francisco eligió un óptimo secretario de estado, Pietro Parolin, aunque a veces el Papa argentino tomaba decisiones por su cuenta. Frente a las tensiones que existen en la Iglesia y a nivel internacional, hay una tendencia a pensar que es importante el gobierno central de la Iglesia, es decir el Vaticano. Por eso retornan nombres europeos o italianos como candidatos. Pero es cierto, hay cardenales que están de acuerdo con seguir la internacionalización de la Iglesia y creen que es justo seguir, después de un latinoamericano, con un Papa asiático porque la Iglesia está creciendo más en el Tercer Mundo que en el Primer Mundo.
– ¿Por qué no hay ningún candidato latinoamericano?
-Está el Cardenal brasileño Sergio da Rocha y el cardenal argentino Víctor Manuel Fernández de los que algunos hablan. Pero la verdad es que la Iglesia latinoamericana en los últimos diez años ha estado muy silenciosa. Tal vez los cardenales son muy conocidos y apreciados en sus tierras, pero no en la escena internacional.
– ¿Cuáles son los problemas más importantes que deberá resolver el próximo Papa?
– Para el documento final (que todavía se está elaborando) del sínodo mundial de obispos que se hizo en 2023-2024, el Papa propuso tres puntos importantes: colocar mujeres en lugares de guía en todo el mundo, no solo en el Vaticano; crear organismos de consulta y participación que en el Tercer Mundo no existen o no funcionan. El último punto fue crear la transparencia, el control de la actividades de la diócesis. El obispo no es el príncipe de su diócesis, y periódicamente se debe reunir con monjas, laicos, sacerdotes y analizar cono han ido las cosas en los últimos años para saber qué hay que cambiar o mejorar. La gran decisión de Francisco fue pasar de la Iglesia monárquica a la Iglesia comunitaria, con mayor participación, y encontrar los mecanismos para mantener la iglesia unida. En este cónclave se verán muchas divisiones y contradicciones pero se verá también un común deseo de mostrarse unidos ante el mundo. El próximo Papa podría frenar todo esto, sí. Pero es difícil un paso atrás como sucedió con Ratzinger. Francisco fue el Papa que más empujó a la Iglesia a ir adelante, fue un gran innovador, pero también se vio que no pudo hacer algunos cambios porque no tenía detrás de él la mayoría de obispos y cardenales.
Cortesía de Página 12
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