Pareciera que en el universo musical, hay una energía que se repite y que al mismo tiempo no es igual. Eso me pasa un poco con Babasónicos y Ca7riel & Paco Amoroso. Que no se me malentienda. Esto que digo no es con el afán de compararlos, sino de encontrar similitudes que los conectan.
Hace veinte años Babasónicos fue un punto de fuga. Un grupo de glam y groove que venía a decirnos que el rock podía ser sexy, ambiguo y performático. No gritaban, seducían. No querían ser héroes, sino fantasmas bellos. Desde entonces, el pop argentino dejó de pedir permiso. No todo tenía que ser protesta o desamor: también podía ser deseo, rareza, juego.
Ahora están Ca7riel & Paco Amoroso. Dos freaks del siglo XXI que hacen trap con alma punk, electrónica con cuerpo y mucho sudor. Y aunque vienen de un universo ―y época― muy diferente a sus antecesores, algo en su propuesta resuena con los Babasónicos. No sé si es esa manera de desarmar géneros, de meterle humor al deseo y de construir personajes que no piden permiso para existir. O de ser sensuales sin miedo al ridículo, intensos y raros, pero brillando.
Ambos proyectos tienen algo de banda sonora para una generación que baila en la cuerda floja. Que quiere gozar, pero también mirarse por dentro. Que le canta al caos, pero lo convierte en estilo. La pose es parte del show, pero no es vacía: hay una honestidad estética que conecta. No es solo música, es una forma de habitar el mundo, de mostrarse sin filtro y de apropiarse del escenario.
Este agosto, Babasónicos y Ca7riel & Paco Amoroso estarán en la CDMX, eso sí, en conciertos separados. Pero yo siento que en el fondo esta coincidencia será parte del mismo ritual. Vernos, romper moldes, cantar en voz alta lo que normalmente nos da pena. Ser raros, pero juntos.
Cortesía de Chilango
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