“Fuiste tú”: cómo un médico desenmascaró a la mujer que asesinó a 3 familiares con hongos venenosos que les sirvió en un almuerzo

Fuente de la imagen, MARTA PASCUAL JUANOLA / The Age vía Getty Images

    • Autor, Tiffanie Turnbull
    • Título del autor, BBC News

A los pocos minutos de que Erin Patterson entrara en un pequeño hospital de la zona rural del estado de Victoria, en Australia, el doctor Chris Webster se dio cuenta de que era una asesina a sangre fría.

“Lo supe”, le dice a la BBC.

“Pensé: “Vale, sí, lo hiciste, eres una persona atroz. Los envenenaste a todos””.

El doctor Webster había pasado la mañana atendiendo frenéticamente a dos de las cuatro personas a las que, según un jurado, Erin había envenenado intencionadamente con hongos tóxicos que ocultó en un sustancioso almuerzo de solomillo servido en su casa en julio de 2023.

Patterson fue declarada culpable del asesinato de sus suegros, Don y Gail Patterson, ambos de 70 años, y de la hermana de Gail, Heather Wilkinson, de 66 años. También fue declarada culpable de intentar asesinar al pastor local Ian Wilkinson, marido de Heather, quien logró recuperarse tras semanas de tratamiento en el hospital.

Pero al principio, cuando Heather e Ian acudieron al hospital de Leongatha con síntomas intensos similares a los de una gastroenteritis, el doctor Webster y su equipo pensaron que se trataba de un caso de intoxicación masiva por comida.

Chris Webster

Fuente de la imagen, The Age/Jason South

Heather le contó al médico que había pasado una “linda” tarde en casa de Erin, según declaró Webster en el juicio.

“En un momento dado, le pregunté a Heather qué tal estaba el solomillo y me dijo que estaba delicioso”, afirmó el doctor.

Sus sospechas recayeron sobre la carne, por lo que tomó algunas muestras de sangre por precaución y las envió para ser analizadas a una ciudad con mejores instalaciones médicas, antes de conectar a los Wilkinson a una sonda intravenosa.

Pronto recibió una llamada del médico que atendía a Don y Gail en el hospital de Dandenong, a unos 90 minutos en coche, y se le revolvió el estómago.

No era la carne, eran las setas, le dijo. Y sus pacientes estaban al borde de una caída irreversible hacia la muerte.

Webster inmediatamente cambió de estrategia. Comenzó un tratamiento para intentar salvar sus hígados fallidos y se preparó para trasladarlos a un hospital más grande donde pudieran recibir atención especializada.

Heather e Ian Wilkinson

Fuente de la imagen, Cortesía

“Lo supe”

Justo en ese momento, alguien tocó el timbre de la entrada del hospital.

A través de una ventana de seguridad, una mujer le dijo que creía que tenía gastroenteritis.

“Yo le dije: “Espere, ¿cómo se llama?”. Y ella respondió: “Erin Patterson””, cuenta el doctor Webster.

“Entonces caí en la cuenta… era la chef”.

Le abrió la puerta del hospital y le dijo que sospechaba que ella y sus invitados estaban sufriendo una intoxicación mortal por hongos venenosos. Le preguntó por el origen de los hongos que había utilizado en su plato casero.

“Su respuesta fue una sola palabra: Woolworths (un reconocido supermercado)”, cuenta.

“Y de repente todo encajó en mi cabeza”.

Hubo dos cosas que le convencieron de la culpabilidad de la mujer en ese momento, explica.

En primer lugar, era una respuesta inverosímil. Admitir que había recogido hongos silvestres, como hacen muchos habitantes de la zona, no habría despertado sospechas. Decir que procedían de una gran cadena de supermercados con estrictas normas de seguridad alimentaria, por otro lado, sí resultaba sospechoso.

Y dos, la mujer, quien es madre de dos hijos, no mostró ninguna reacción de preocupación, a pesar de estar a pocos metros de donde permanecían gravemente enfermos Ian y Heather, familiares a los que, según ella, quería mucho.

“No sé si siquiera se fijó en que estaban allí”, afirma.

Entonces, dejó a Erin con las enfermeras para que le hicieran unos chequeos básicos, y se fue a ver a los Wilkinson que partían hacia el hospital de Dandenong. Recuerda ver cómo subían a la ambulancia a la pareja de ancianos y Heather le daba las gracias por su atención mientras se cerraban las puertas del vehículo.

“Y lo supe”, dice, sin terminar la frase.

“Es bastante difícil hablar de ello sin emocionarse”.

“Ella (Heather) facilmente pudo haber hecho todo lo contrario y gritar… “Gracias por nada””.

Quizás eso hubiera sido más fácil de aceptar que su sincera gratitud, agrega Webster. “Ya sabes, no me di cuenta [del envenenamiento] antes”.

Letrero del hospital de Leongatha

Fuente de la imagen, ABC/Danielle Bonica

Un comportamiento errático

Pero no tuvo tiempo de asimilar la gravedad de su última conversación, y se apresuró a volver a la sala de urgencias. Entonces descubrió que Erin se había dado de alta en contra del consejo de los médicos.

Después de intentar desesperadamente llamarla a su celular, atónito y preocupado, el doctor Webster decidió llamar a la policía.

“Soy el doctor Chris Webster, del hospital de Leongatha. Estoy preocupado por una paciente que vino, pero abandonó el edificio y podría estar expuesta a una toxina mortal por intoxicación con hongos”, se le oye decir en la grabación de la llamada, que se reprodujo en el juicio.

Deletrea el nombre de Erin al operador y le da su dirección.

“¿Se levantó y se fue?”, le preguntan. “Solo estuvo aquí cinco minutos”, responde Webster.

En el juicio, Erin dijo que la información la había tomado por sorpresa, que se había ido a casa a darles de comer a sus animales y a hacer una maleta, y que se “recostó” un rato antes de volver al hospital.

“Después de que el personal médico le dijera que había ingerido un veneno potencialmente mortal, ¿no es lo último que haría?”, le preguntó el fiscal en el tribunal.

“Puede que sea lo último que haría usted, pero es lo que hice”, respondió Erin desafiante desde el estrado de los testigos.

Erin Patterson

Fuente de la imagen, Reuters

Pero antes de que la policía llegara a su casa, Erin había regresado al hospital por voluntad propia. El doctor Webster intentó convencerla de que trajera a sus hijos, quienes, según ella, habían comido sobras.

“A ella le preocupaba que se asustaran”, declaró en el juicio.

“Le dije que podían estar asustados y vivos, o muertos”.

Erin dijo ante el jurado que no se mostró reacia, sino abrumada, y que creía que el médico le estaba “gritando”. “Ahora sé que esa es su voz normal”, añadió.

Webster terminó su turno poco después. El juicio reveló que los exámenes médicos realizados a Erin y a sus hijos no mostraban signos de intoxicación por hongos venenosos y, tras pasar 24 horas en el hospital por precaución, fueron dados de alta.

“Un alivio”

Ian Wilkinson

Fuente de la imagen, Getty Images

Dos años después, cuando la noticia del veredicto del jurado le llegó este lunes, el doctor Webster comenzó a temblar.

Fue uno de los testigos clave de la acusación y había sufrido el “peso de las expectativas”.

“Si la escena no tiene sentido para el jurado, si una pequeña pieza del rompecabezas queda fuera de lugar, podría alterar todo el resultado del juicio… Realmente no quería colapsar bajo el escrutinio”.

Dice que es un “alivio” haber contribuido a que Erin Patterson, a quien él llama “la definición del mal”, rinda cuentas.

“Siento que se hizo justicia”.

Sin embargo, para él, la mayor sensación de resolución vino al ver a Ian Wilkinson, el único paciente que sobrevivió, por primera vez desde que lo despidió junto a su esposa enferma en la ambulancia.

“Ese recuerdo de Heather siendo llevada de esa manera, ahora se completa al ver a Ian de nuevo de pie”.

“Eso me reconfortó”.

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Cortesía de BBC Noticias



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