Godzilla, el monstruo nacido del miedo nuclear: del Gojira de 1954 al mito global

Dentro del género del cine de criaturas gigantes aterradoras, la película nipona expresa el miedo y el dolor tras los ataques con bombas atómicas de 1945.

El título con el que se estrenó en nuestro país el primer Godzilla –Gojira, en Japón– suena raro (y largo). Sí, pero fue cosa de los distribuidores de entonces, que consideraban necesario explicar de qué iba aquella película con un nombre tan indescifrable.

Hoy no sería necesario, porque Godzilla vuelve a estar de moda gracias a sus dos adaptaciones modernas, realizadas en 2014 y 2019, y al inminente estreno de la nueva versión de su enfrentamiento con King Kong, retrasado varias veces por culpa de la pandemia de covid-19.

En 2014 y 2019, nuevas versiones de Godzilla revivieron al mito para nuevas generaciones. Ilustración artística: DALL-E / Edgary R.

Cine de monstruos gigantes

La estructura del Godzilla original seguía al pie de la letra –por no decir que las creaba– las pautas argumentales del cine de monstruos gigantes (kaijū): se reportan unos incidentes de origen desconocido en zonas remotas, un grupo de investigadores se desplaza hasta el lugar, los fenómenos van aumentando en intensidad y el número de víctimas crece, hasta que por fin aparece la criatura responsable, que se muestra invulnerable ante las armas convencionales y prosigue imparable su senda de destrucción hasta la última parte de la historia, que se desarrolla en la principal ciudad del país.

Allí se encuentra, por fin, la manera de destruirla. Lo que convierte a Godzilla en único, además de unos notables efectos especiales reforzados por el uso del blanco y negro, es su génesis: se trata de una película concebida en el único país que había sufrido los efectos más devastadores de la bomba atómica, algo que está presente en todos y cada uno de sus fotogramas.

Rayos radiactivos

El motivo de la aparición de godzilla, según se explica en la película, son las pruebas atómicas realizadas por Estados Unidos en el Pacífico, que han despertado a la criatura de un letargo de siglos.

Por eso, además de su tamaño gigantesco, emite por su boca letales rayos radiactivos. De igual modo en que King Kong se ha convertido en una representación de la naturaleza amenazada por las actividades depredadoras del ser humano, Godzilla es, desde un principio, producto de la era nuclear, y su camino de destrucción es un simbolismo de los daños ocasionados por las bombas lanzadas sobre Japón en la Segunda Guerra Mundial.

Así lo manifiesta una de las protagonistas en la película: “Conseguí escapar de Nagasaki y ahora me encuentro con esto”.

Godzilla
El primer Godzilla no era un héroe, sino una fuerza de destrucción imparable. Ilustración artística: DALL-E / ERR.

Como los dragones

Su figura recuerda además a los dragones que, en la mitología oriental, han sido desde siempre una figura benéfica; podría, por tanto, considerarse también como la corrupción de una imagen ancestral. 

El film gozó de uno de los presupuestos más elevados del cine japonés, a pesar del riesgo que suponía ser la primera película de este género rodada en el país.

Para crearlo, se rechazó la técnica de animación plano a plano que popularizó el primer King Kong (1933) y se optó por un actor vestido con un traje que arrasaba decorados en miniatura: se construyeron más de quinientos, que lograron una fiel reproducción de Tokio.

En cuanto al traje, pesaba más de cien kilos, lo que supuso un considerable esfuerzo físico para su portador. 

Godzilla
La sombra de la bomba atómica planea sobre Gojira, símbolo del dolor y la advertencia. Ilustración artística: DALL-E / ERR.

Éxito japonés

Su éxito de taquilla inauguró una serie de continuaciones –solo en Japón, más de treinta hasta hoy–, en las que el mensaje antinuclear se fue difuminando y el carácter de Godzilla, aplacándose.

Con el tiempo, se convirtió en un personaje benévolo, que defendía a Japón de otros monstruos más malvados y peligrosos que él. Fue la inauguración del citado género kaijū, aplicado desde entonces a cualquier película, no necesariamente nipona, que incluya monstruos gigantes y mucha destrucción de la propiedad pública.

Cortesía de Muy Interesante



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