Guadalajara: el corazón mundialista en el año 70


En 1970, Guadalajara vivía una etapa de transición: la ciudad había superado el millón de habitantes y se consolidaba como una metrópoli en expansión. La Perla Tapatía respiraba modernidad, pero al mismo tiempo mantenía sus costumbres tradicionales. El transporte público comenzaba a organizarse con rutas de camiones urbanos y se ampliaban avenidas para mejorar la movilidad.

Ese año, además, México hacía historia al convertirse en el primer país fuera de Europa y Sudamérica en albergar una Copa Mundial de Futbol. La decisión fue confirmada el 8 de octubre de 1964, cuando EL INFORMADOR tituló en portada: “Para México, el Mundial de Futbol 1970”, celebrando que nuestro país sería sede tras una votación en la que 56 naciones dieron su respaldo.

Guadalajara, con su Estadio Jalisco, fue elegida como una de las sedes principales. En 1966, se anunció la remodelación del recinto, que se amplió con un segundo piso y un techo que cubría todas las tribunas, transformándolo en un coloso moderno para la época.

El escenario de la magia verdeamarela

El 3 de junio de 1970, Brasil debutó en Guadalajara con una goleada 4-1 sobre Checoslovaquia. La magia de Pelé, la potencia de Jairzinho y la inteligencia de Gerson se combinaron para ilusionar a la afición local.

El 7 de junio de 1970 fue cuando se vivió uno de los momentos más memorables en la historia del futbol: Brasil contra Inglaterra, campeona defensora. El duelo se convirtió en leyenda gracias a la “atajada del siglo” del arquero inglés Gordon Banks, quien desvió de manera milagrosa un cabezazo de Pelé que parecía gol seguro. EL INFORMADOR describió aquel momento como “un suspiro detenido en todo el Estadio Jalisco”.

El 14 de junio, en Cuartos de Final, Brasil venció 4-2 a Perú en un partido vibrante, mientras que el 17 de junio derrotó 3-1 a Uruguay en Semifinales. En ese encuentro, Pelé protagonizó otra jugada que quedó en la memoria: amagó al portero Mazurkiewicz sin tocar el balón, pero su disparo salió apenas desviado. Décadas más tarde, la tecnología permitió “recrear” el gol que nunca fue.

El astro que conquistó a la afición jalisciense

Edson Arantes do Nascimento, “Pelé”, ya era considerado el mejor jugador del mundo antes de 1970, pero en Guadalajara se convirtió en mito. Conquistó al público no solo por su talento dentro de la cancha, sino también por su carisma fuera de ella. Cada vez que tocaba el balón, el estadio entero se levantaba. Cada pase, regate o disparo era celebrado con ovaciones interminables.

La conexión fue tal que muchos tapatíos aún recuerdan con orgullo haber visto en persona al hombre que levantó la Copa Jules Rimet por tercera vez con Brasil, consagrándose como campeón del mundo.

La huella que dejó el “Scratch do Ouro”

Durante ese mes de competencia, la ciudad entera respiró futbol. Los cafés, bares y plazas públicas transmitían los partidos en televisores a color, un lujo en aquel entonces. Las calles se llenaban de niños que jugaban con balones improvisados, gritando “¡Pelé, Pelé!” al anotar un gol.

La cobertura de EL INFORMADOR fue intensa y detallada. Crónicas, entrevistas, fotografías y editoriales resaltaban no solo los resultados deportivos, sino también el ambiente festivo y el orgullo de Guadalajara por recibir al mundo. Las páginas del diario reflejaban una ciudad que se abría paso en la modernidad, proyectando su hospitalidad a nivel internacional.

La capital tapatía se rinde ante el futbol de los brasileños

El Estadio Jalisco se convirtió en una auténtica sucursal verdeamarela, y los tapatíos guardan con cariño la memoria de haber adoptado a Pelé y su selección como propios.

Ese Mundial dejó huella no solo en el futbol, sino también en la identidad de la ciudad, que aprendió a mostrarse al mundo con orgullo, pasión y hospitalidad.

El Jalisco, santuario de emociones

Han pasado más de 55 años desde aquel torneo, pero México 1970 sigue siendo recordado como uno de los Mundiales más espectaculares de la historia. Para Guadalajara, significó abrirse al mundo, modernizar su infraestructura y consolidar al Estadio Jalisco como un ícono del futbol.

La ciudad vivió después otros momentos importantes: fue sede de partidos del Mundial 1986 y recibió los Juegos Panamericanos de 2011. Y ahora, en 2026, volverá a ser escenario de la Copa Mundial de la FIFA, esta vez con el Estadio AKRON.

Innovaciones y legado que marcaron una era

El Mundial de México 1970 es recordado como uno de los mejores de la historia. Fue el primero en transmitirse en televisión a color a nivel global, lo que permitió que millones de personas vivieran el torneo como nunca antes. También se introdujeron las tarjetas amarillas y rojas, así como la posibilidad de hacer sustituciones durante los partidos. Además, Adidas debutó como proveedor oficial del balón, con el icónico “Telstar”.

En total, participaron 16 Selecciones Nacionales: Alemania Federal, Bélgica, Brasil, Bulgaria, Checoslovaquia, El Salvador, Inglaterra, Israel, Italia, Marruecos, México, Perú, Rumania, Suecia, Unión Soviética y Uruguay.

Guadalajara albergó los partidos del Grupo 3, integrado por Brasil, Inglaterra, Rumania y Checoslovaquia. Posteriormente, el Jalisco fue escenario de un partido de Cuartos de Final (Brasil vs. Perú) y de la semifinal entre Brasil y Uruguay.

El romance de Guadalajara con Brasil

La Selección brasileña, con Edson Arantes do Nascimento “Pelé” como máxima estrella, encontró en Guadalajara su segunda casa. El equipo sudamericano jugó cinco de sus seis partidos en el Estadio Jalisco y rápidamente se ganó el cariño de los tapatíos, quienes los adoptaron como propios.

Las calles cercanas al hotel donde se hospedaban los brasileños se llenaban de aficionados que buscaban ver de cerca a sus ídolos. EL INFORMADOR relataba en sus crónicas cómo Pelé saludaba sonriente a la multitud, mientras los niños imitaban sus jugadas en las plazas y barrios de la ciudad.

El Estadio Jalisco se pintó de verde y amarillo. Cada partido de Brasil fue una fiesta: cánticos, banderas y un ambiente de fraternidad que selló un romance eterno entre la Perla Tapatía y la verdeamarela.

CT

Cortesía de El Informador



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