China rechazó este lunes las acusaciones de la administración del presidente estadounidense, Donald Trump, sobre un presunto incumplimiento del acuerdo comercial alcanzado en mayo para reducir temporalmente los aranceles bilaterales. En cambio, Beijing responsabilizó a Washington de “socavar gravemente” el consenso alcanzado durante las negociaciones comerciales celebradas en Ginebra.
A raíz de este nuevo cruce, Trump y su homólogo chino, Xi Jinping, “probablemente” mantendrán una conversación telefónica, según anunció la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt. “Puedo confirmar que ambos líderes probablemente hablarán esta semana”, afirmó la vocera este lunes ante la prensa, aunque no es la primera vez que se anticipa una llamada que finalmente no ocurre.
Más temprano, el Ministerio de Comercio chino difundió un comunicado en el que asegura haber actuado “con responsabilidad” y “cumplido estrictamente” lo pactado con Estados Unidos. Ese compromiso incluía la suspensión o cancelación de medidas arancelarias y no arancelarias adoptadas previamente como represalia por los gravámenes impuestos desde Washington.
En ese sentido, el gigante asiático remarcó que respetó su parte del acuerdo, mientras que Estados Unidos introdujo nuevas restricciones unilaterales, como controles a la exportación de chips de inteligencia artificial, suspensión de ventas de software de diseño de semiconductores y revocación de visados para estudiantes chinos.
“Medidas firmes”
“China ha sido firme en la defensa de sus derechos legítimos y sincera en la aplicación del consenso”, sostuvo un portavoz del Ministerio de Comercio. A su vez, acusó a Washington de “distorsionar los hechos con acusaciones infundadas” y advirtió que, si persisten las acciones que afectan sus intereses, el gobierno chino “tomará medidas firmes” para defenderse.
Las declaraciones llegaron en respuesta a recientes afirmaciones de Trump, quien acusó a China de “violar totalmente” el acuerdo alcanzado en mayo en la capital suiza para reducir los altos aranceles bilaterales. Según funcionarios de su administración republicana, el desacuerdo se debe a supuestos subsidios ocultos otorgados a empresas chinas por parte del Gobierno de Xi Jinping.
Ambos países habían pactado una tregua de tres meses en su disputa comercial, con una reducción temporal de tarifas: del 145 al 30 por ciento por parte de Estados Unidos y del 125 al 10 por ciento por parte de China. Sin embargo, las tensiones volvieron a subir en los últimos días, con nuevas restricciones desde Washington y una caída del 20 por ciento en las importaciones estadounidenses de bienes chinos en abril.
Para el Ministerio de Comercio chino, las nuevas medidas de Estados Unidos violan tanto el acuerdo firmado en Ginebra como los compromisos verbales intercambiados durante la llamada telefónica entre Trump y Xi del pasado 17 de enero. “El comunicado conjunto de Ginebra fue fruto de un consenso arduamente alcanzado sobre la base del respeto mutuo y la igualdad. Instamos a Estados Unidos a corregir de inmediato sus acciones erróneas y a trabajar con China para preservar la estabilidad de las relaciones económicas y comerciales”, subrayó el ministerio.
El secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, reconoció la semana pasada que las negociaciones con China están “estancadas”, aunque expresó confianza en que una eventual llamada entre Trump y Xi podría destrabar el proceso. “Confío en que cuando el presidente Trump y el presidente Xi hablen, esto se resolverá”, declaró.
Por su parte, el director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca, Kevin Hassett, dijo este domingo en ABC que aún no hay una llamada programada, pero espera que ocurra en los próximos días. “Estoy seguro de que hablaré con el presidente Xi y espero que podamos resolverlo”, había adelantado el propio Trump el viernes.
Consultado sobre esas declaraciones, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores chino, Lin Jian, recordó que Beijing “expresó claramente en varias ocasiones su posición sobre los aranceles”. Desde el inicio de la disputa arancelaria lanzada por Trump en su autodenominado “Día de la Liberación”, el gobierno chino sostuvo con firmeza: “no hay ganadores en una guerra comercial“.
La creciente tensión comercial se suma al clima de desconfianza política y estratégica, reflejado también en recientes cruces verbales durante el foro de seguridad Shangri-La en Singapur, donde el jefe del Pentágono acusó a China de buscar alterar el equilibrio en Asia.
Política de presión
El viernes, Trump volvió a arremeter contra China en su red social, Truth Social, acusándola de traicionar el “pacto rápido” que les había ofrecido para salir de la “mala situación” en la que se encontraban por los aranceles. “China, quizás no sorprendentemente para algunos, HA VIOLADO TOTALMENTE SU ACUERDO CON NOSOTROS”, escribió en mayúsculas, sin aportar pruebas concretas.
En una entrevista con CNBC, el representante de Comercio estadounidense, Jamieson Greer, acusó a China de “ralentizar deliberadamente” temas clave como la exportación de minerales críticos. Según el Wall Street Journal, uno de los puntos de fricción es la demora china en aprobar licencias para exportar tierras raras, esenciales en la industria de autos y semiconductores, una de las apuestas económicas de Trump.
El costo de la presión
Los mercados financieros reaccionaron con cautela. Wall Street cerró la semana sin una tendencia definida, mientras el recrudecimiento de las disputas arancelarias incrementa la preocupación entre los inversores. Desde su regreso a la Casa Blanca en enero, Trump relanzó su política de presión comercial con nuevos aranceles a varios socios, incluyendo medidas especialmente duras contra China.
No obstante, sus planes enfrentan obstáculos legales. Un tribunal comercial dictaminó esta semana que Trump se excedió al invocar poderes económicos de emergencia para justificar estas tarifas extremas.
El miércoles pasado, el Tribunal de Comercio Internacional estadounidense prohibió los aranceles “recíprocos” y los impuestos aplicados a China, Canadá y México, que fueron fundamentados como parte de la “lucha contra el fentanilo“.
El gobierno recurrió inmediatamente y pidió al tribunal que suspenda la aplicación del fallo judicial mientras litiga sobre el fondo, petición que fue concedida con carácter de urgencia por el órgano de apelación.
Si bien la sentencia bloquea la mayoría de los aranceles impuestos desde enero, el fallo quedó en suspenso mientras se resuelve la apelación.
Esto “causaría un daño irreparable” a empresas y consumidores de todo el país, declaró el grupo de sindicalistas The People´s Union en un documento judicial. Por ahora, siguen vigentes los gravámenes sobre sectores como el acero y los automóviles. Un grupo de pequeñas empresas, vinculado a aquel que puso en movimiento la mocion para levantar las tarifas, solicitó este lunes que la suspensión del fallo comience a aplicarse de inmediato.
El secretario de Comercio estadounidense, Howard Lutnick, aseguró este domingo que los aranceles “no van a desaparecer”, a pesar del reciente fallo judicial que los declaró ilegales en su mayoría. “No veo que se vaya a dar una prórroga. De hecho, creo que esa es la fecha límite, y el presidente simplemente determinará las tarifas que se aplicarán a los países. Si no se logra un acuerdo, el presidente Trump decidirá cuál será”, dijo Lutnick en Fox News. Trump confía en que la Corte Suprema, de mayoría conservadora, intervenga a su favor para sostener su política comercial.
Cortesía de Página 12
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