Hace 20 millones de años, un puente unió África y Asia: ahora sabemos que cambió para siempre la historia de la vida en la Tierra

Hace unos 20 millones de años, un evento geológico selló el destino de África, Asia y del planeta entero. No fue un cataclismo súbito ni una erupción espectacular, sino un proceso tan lento como transformador: la colisión entre las placas tectónicas de Arabia y Eurasia cerró un mar antiguo, el Tetis, y con ello emergió un puente de tierra que conectó continentes que habían estado separados durante más de 75 millones de años.

Según una investigación publicada recientemente en Nature Reviews Earth & Environment por un equipo internacional liderado por el geólogo Eivind O. Straume, este puente cambió el rumbo de la vida en la Tierra de formas que aún hoy resuenan en el clima, la biodiversidad y la historia evolutiva de los humanos.

La nota de prensa emitida por la Universidad de Texas en Austin, donde se desarrolló parte del estudio, describe cómo una pluma de roca caliente surgida desde el manto terrestre jugó un papel crucial en este proceso. Su avance bajo la superficie terrestre empujó hacia arriba grandes extensiones de terreno, facilitando el cierre de la vía marítima y la formación del llamado Puente de Gomphotherium, en honor a un antiguo pariente de los elefantes que protagonizó una de las migraciones más importantes de la historia animal.

La revolución de un puente que no se ve

Este estrecho terrestre no solo permitió que mamíferos africanos como jirafas, rinocerontes o ancestros de los elefantes se expandieran hacia Eurasia. También ocurrió lo contrario: especies asiáticas bajaron al continente africano. Entre ellas, antiguos primates que, tras cruzar hacia el sur, evolucionarían más tarde hasta convertirse en los primeros homínidos. De este modo, sin ese puente, la historia de la humanidad —literalmente— podría haber tomado otro camino.

Lo más llamativo es que la formación de este puente no fue simplemente el resultado de dos placas chocando. En el fondo de la Tierra, un “cinturón transportador” de roca caliente —la pluma del Afar— se había gestado durante millones de años. Surgió bajo el este de África y fue empujando material hacia el norte, elevando terrenos desde Etiopía hasta el actual Oriente Medio.

El estudio apunta que sin esta dinámica del manto terrestre, el puente habría tardado millones de años más en formarse… o podría no haberse formado nunca.

Las placas tectónicas, enormes fragmentos móviles de la corteza terrestre, chocan, se separan y se deslizan entre sí en un lento pero constante baile geológico que ha esculpido continentes, levantado cordilleras y cerrado océanos a lo largo de millones de años
Las placas tectónicas, enormes fragmentos móviles de la corteza terrestre, chocan, se separan y se deslizan entre sí en un lento pero constante baile geológico que ha esculpido continentes, levantado cordilleras y cerrado océanos a lo largo de millones de años. Foto: Istock/Christian Pérez

Un mar que desapareció y un clima que cambió

El cierre del Tetis no fue solo un asunto de tierra. Este mar, que durante millones de años conectó el Atlántico con el Indo-Pacífico, era un motor climático global. Su desaparición forzó una reestructuración de las corrientes oceánicas, sobre todo en el Atlántico Norte, donde se reforzó una gigantesca cinta transportadora de agua caliente y salada que hoy conocemos como la circulación meridional atlántica (AMOC, por sus siglas en inglés).

Este cambio fue crucial para iniciar una tendencia de enfriamiento global que culminó en las eras glaciales, pero también tuvo efectos muy distintos a nivel regional. En África, el cierre del mar y la elevación del terreno bloquearon la entrada de humedad atlántica, favoreciendo la aridificación del norte del continente. Según los autores del estudio, este fue uno de los desencadenantes clave en la formación del desierto del Sahara.

Al mismo tiempo, en el sur de Asia, el levantamiento de la Península Arábiga intensificó los monzones, provocando lluvias más fuertes y prolongadas que moldearon paisajes y ecosistemas como los conocemos hoy.

La conexión entre el corazón del planeta y la evolución

El trabajo de Straume y su equipo ha reunido datos sísmicos, modelos computacionales de circulación del manto terrestre y registros geológicos para reconstruir este episodio fundamental de la historia del planeta. Su enfoque, que abarca desde las profundidades del núcleo terrestre hasta las migraciones de mamíferos, ofrece una narrativa integradora de cómo los movimientos internos de la Tierra pueden marcar la diferencia entre que una especie desaparezca o domine el planeta.

Uno de los aspectos más sorprendentes del estudio es cómo vincula procesos aparentemente desconectados: el surgimiento de una pluma térmica en el manto hace 60 millones de años, la migración de animales hace 20 millones, y los patrones climáticos de hoy. Todo conectado por una misma cadena de causas y efectos que se extiende a lo largo de decenas de millones de años.

Reconstrucción artística de un Gomphotherium, uno de los primeros elefántidos que cruzaron el antiguo puente terrestre entre África y Eurasia hace unos 20 millones de años, protagonizando una de las grandes migraciones mamíferas de la historia
Reconstrucción artística de un Gomphotherium, uno de los primeros elefántidos que cruzaron el antiguo puente terrestre entre África y Eurasia hace unos 20 millones de años, protagonizando una de las grandes migraciones mamíferas de la historia. Fuente: Istock

Antes de que el puente de tierra se formara completamente, algunos primates ya habían cruzado de Asia a África. Allí, sus descendientes evolucionaron y se diversificaron. Cuando la conexión se consolidó, esos primates volvieron a Asia, abriendo nuevas ramas evolutivas. Una vez más, el tiempo fue determinante: de haber ocurrido unos millones de años antes o después, el linaje humano podría haber tenido un desenlace distinto.

Este tipo de descubrimientos recuerda que la evolución no ocurre en el vacío. Está íntimamente ligada a la geografía, al clima y, como muestra este estudio, incluso a procesos invisibles que ocurren bajo nuestros pies.

Lo que nos dice el pasado sobre el futuro

Aunque los cambios provocados por este evento ocurrieron en escalas de tiempo geológicas, sus lecciones son inquietantemente actuales. El cierre del Tetis desencadenó un proceso de enfriamiento global que llevó millones de años. Hoy, en apenas dos siglos, la humanidad ha revertido parte de esa tendencia mediante emisiones masivas de gases de efecto invernadero.

La historia del Puente de Gomphotherium muestra cuán delicado es el equilibrio de los sistemas terrestres. La interacción entre el manto terrestre, la atmósfera, los océanos y la biosfera no solo explica el pasado, también puede ayudarnos a anticipar cómo el planeta responderá a las perturbaciones actuales.

El artículo concluye con una llamada a incorporar más factores geológicos —como el relieve cambiante del planeta— en los modelos climáticos del futuro. La Tierra, como demuestra esta historia, es un sistema en constante conversación entre sus capas más profundas y la vida que florece en su superficie.

Referencias

  • Straume, E.O., Faccenna, C., Becker, T.W. et al. Collision, mantle convection and Tethyan closure in the Eastern Mediterranean. Nat Rev Earth Environ 6, 299–317 (2025). DOI: 10.1038/s43017-025-00653-2

Cortesía de Muy Interesante



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