Hace seis años, el Reino Unido decidió añadir un impuesto a las bebidas azucaradas: fue una jugada magistral

Gasolina, canasta básica y hasta cigarros. Como consecuencia de la inflación general anual, los precios aumentan. Algo normal dentro de la economía global. Pero, ¿y si se le sumara un impuesto extra a ciertos productos a fin de reducir su consumo? Reino Unido aplicó esta medida en los refrescos. Los resultados parecen un éxito.

Según un estudio publicado en la revista Journal of Epidemiology and Community Health, se reveló que la implementación de un impuesto sobre las bebidas azucaradas coincidió con una significativa disminución en el consumo de azúcar, especialmente entre los niños. Las estimaciones indican una reducción diaria de al menos 4.8 gramos entre las infancias. 

Lo realmente impresionante es al ver los números entre las personas adultas. La diferencia del consumo diario de azúcar arrojó que se consumieron 11 gramos menos. En otras palabras, una reducción del 40.5%. Eso sí, el equipo responsable advirtió que los “azúcares libres” continúan arriba de los recomendados por la Organización Mundial de la Salud, los cuales especifican que el consumo máximo diario en adultos debe de ser de 30 gramos al día.

Conocido como Soft Drinks Industry Levy (SDIL), este impuesto fue anunciado en 2016 e implementado en abril de 2018. La tasa impone un recargo de 0.24 libras por litro a las bebidas que contienen más de 8 gramos de azúcar por cada 100 ml, y de 0.18 libras por litro a las que tienen entre 5 y 8 gramos de azúcar por cada 100 ml. Es por ello que el estudio se centró exclusivamente en las tendencias y conductas relacionadas con refrescos, bebidas energéticas, etc.

Además, el equipo responsable hizo la comparativa entre el periodo previo al aumento y un año después de su aplicación. Para sustentar el impacto se basaron en la encuesta UK National Diet and Nutrition Survey realizada entre 2008 y 2019. Fue así que los resultados utilizaron información de 7,999 adultos y 7,656 menores.

Finalmente, se estacó la posibilidad de un efecto de sustitución, es decir, que la reducción en el consumo de azúcar proveniente de bebidas azucaradas pudiera ser compensada con base en otros alimentos. Sin embargo, los hallazgos sugieren lo contrario: no se observó dicho efecto.

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El impuesto a bebidas azucaradas en México

Ahora bien ¿esto es nuevo? Aunque los resultados demuestran avances positivos, la aplicación de un impuesto exclusivo a estos productos se han implementado en México desde hace una década. En enero de 2014 aumentó el precio de los refrescos y subsecuentes entre un 10 al 20%. De acuerdo con Expansión, la presentación de 1.75 litros de Coca Cola pasó de 15 a 18.30 pesos en aquel entonces.

Vale la pena mencionar que los aumentos tuvieron ciertas diferencias entre los establecimientos y las zonas del país. A partir de entonces, el aumento en su precio se ha ajustado al Impuesto Especial sobre Producción y Servicios. Fue así que pasó de un peso a 1.17 pesos por litro en 2018.

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¿Y realmente sirvió? 

Aquí entran diferentes perspectivas. Como recupera la BBC, la demanda en la industria refresquera disminuyó un 4.4%, es decir, unas 17 millones de cajas menos. A ello se suma el contraste de un testimonio que indicó no ver ninguna reducción en las ventas de su  minisúper.

A pesar de estas diferencias, los datos arrojaron una baja del consumo del 9.7% de 2014 a 2015. Aunado a esto, un artículo realizado por investigadores de la UNAM, IMSS, INSP, así como las universidades de Georgetown y Carolina del Norte, indicó que para 2018  la probabilidad de convertirse en no consumidor aumentó en 4.7 puntos porcentuales y la probabilidad de ser un consumidor bajo aumentó en 8.3 puntos.

Todas las investigaciones mencionadas concluyen lo siguiente: ver la tendencia a largo plazo.

Cortesía de Xataka



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