El descubrimiento de una necrópolis vikinga es un evento raro, pero no imposible. Así, un equipo de arqueólogos daneses ha descubierto recientemente un cementerio vikingo en Lisbjerg, al norte de Aarhus. Este complejo funerario, además, podría estar relacionado con la elite política de la época de Harald Blåtand, más conocido como Harald “Diente azul”, el célebre rey que unificó Dinamarca y Noruega y cristianizó a su pueblo. El hallazgo, realizado por investigadores del Moesgaard Museum, incluye 30 tumbas datadas en el siglo X, con ajuares de notable riqueza simbólica y material. Una de ellas, en particular, contenía un cofrecillo extraordinario que podría haber pertenecido a una mujer de alto rango, quizás vinculada al círculo del monarca danés.
Un cementerio aristocrático en el corazón de Jutlandia oriental
El descubrimiento se produjo en 2025 en Lisbjerg, una localidad situada a apenas siete kilómetros al norte de la ciudad de Aarhus, uno de los principales centros urbanos de la Dinamarca vikinga, conocida entonces como Aros. El sitio ya era conocido por los arqueólogos, pues en 1989 se excavó allí una granja señorial fortificada del siglo X, cuya puerta de entrada apuntaba directamente hacia la antigua vía que comunicaba Lisbjerg con Aros. Esta conexión geográfica y simbólica apunta a la existencia de una red de poder articulada en torno a la monarquía danesa y sus aliados regionales.
El cementerio que acaba de descubrirse se encuentra a tan solo un kilómetro de aquella granja aristocrática. Esta cercanía ha llevado a los investigadores a plantear que las personas enterradas en estas tumbas pudieron formar parte del mismo entorno familiar o social. Los objetos encontrados en las tumbas, además, indican que las personas enterradas gozaban de un alto estatus. Según Mads Ravn, responsable de patrimonio cultural en el Museo Moesgaard y doctor en arqueología especializado en la época vikinga, podría tratarse de la propia familia noble de la granja.
Objetos espectaculares y símbolos de poder
Piezas de lujo para acompañar a los muertos
Los ajuares funerarios encontrados en las 30 tumbas refuerzan esta interpretación. Entre ellos, destacan cuentas de vidrio y ámbar, monedas, cerámica, así como un conjunto de herramientas y adornos personales. Sin embargo, uno de los hallazgos más singulares fue un pequeño cofre que contenía perlas, hilo de oro y unas tijeras, una combinación que apunta, según los arqueólogos, a una mujer de rango elevado.
Este tipo de cofrecillos results infrecuente en el registro arqueológico escandinavo. Se conoce un ejemplo similar en Haldum, a unos 12 kilómetros de Lisbjerg, lo que sugiere la existencia de un estilo de manufactura y uso asociado a un estrato social muy concreto. Este tipo de enterramientos, sobre todo cuando se asocian a mujeres, puede reflejar el poder doméstico, simbólico y político de ciertas figuras femeninas dentro de la aristocracia vikinga.
Enterramientos y jerarquía
El tamaño y la riqueza variable de las tumbas también indican una jerarquía social entre los enterrados. Mientras algunas presentan una notable riqueza material, otras parecen corresponder a individuos de menor rango. Estas diferencias ha llevado a los investigadores a proponer que las tumbas podrían pertenecer tanto a los miembros de la familia señorial como a sus sirvientes o esclavos.

Lisbjerg y el entorno real de Harald “Diente azul”
Un centro ligado a la realeza
El hallazgo adquiere un significado aún más profundo al situarse en el contexto político de la época. Según explicó Kasper H. Andersen, historiador de Moesgaard especializado en el periodo vikingo, los hallazgos en Lisbjerg complementan otros descubrimientos notables realizados en el área de Aarhus que, en conjunto, reconstruyen un entorno aristocrático vinculado al poder real. Durante el reinado de Harald Blåtand (aprox. 958–987 d. C.), Dinamarca experimentó una profunda transformación territorial, religiosa y administrativa donde los centros regionales como Lisbjerg habrían jugado un papel clave en el proceso.
Conexiones con los hallazgos en Hune
Otro hallazgo reciente en Hune, en el norte de Jutlandia, refuerza la hipótesis de que la élite vikinga estaba estrechamente conectada entre sí y también con la corona danesa. Así, en Hune se descubrió un entierro excepcional que contenía una gran piedra rúnica de granito de tres metros de altura, acompañada por objetos como una espada de hierro, un hacha, un escudo y una lanza. El difunto parece haber sido un caudillo con gran poder local, quizás al servicio del propio Harald Diente Azul.
La inscripción de la piedra rúnica identificaba al enterrado como “Runulfr, el hijo de Hróarr”. Estaba firmada, además, por un escultor profesional llamado Asfrid, un dato inusual que sugiere la existencia de artesanos especializados al servicio de la aristocracia o de la corte. Este tipo de entierros, caracterizados por su monumentalidad y el uso de runas, sirven tanto como manifestación de estatus como de alianzas políticas.
Aunque el sitio de Lisbjerg no presenta de momento piedras rúnicas asociadas, el carácter del entierro con cofrecillo —raro, lujoso y posiblemente asociado a un individuo femenino— apunta a que también allí podrían estar enterrados individuos con vínculos estrechos con el poder real. Según Ravn, la proximidad con Aros, el estilo de los objetos y la localización junto a una granja fortificada refuerzan esta posibilidad.

Religión, transición y cosmología vikinga
Otro aspecto relevante de este hallazgo se encuentra en el carácter pagano de las tumbas. Aunque Harald “Diente Azul” es célebre por haberse convertido al cristianismo y por haber promovido la cristianización de Dinamarca —como él mismo proclamó en la piedra de Jelling—, la población del reino no adoptó la nueva religión de manera uniforme ni inmediata. Muchas comunidades continuaron enterrando a sus muertos con rituales tradicionales, incluyendo ajuares y elementos simbólicos del mundo pagano.
Las tumbas de Lisbjerg, datadas en la segunda mitad del siglo X, por tanto, muestran que las creencias tradicionales seguían vivas en la aristocracia regional incluso en tiempos del rey cristianizador. Lejos de implicar una oposición frontal al poder real, este hecho sugiere más bien una coexistencia de ritos y una adaptación gradual a los nuevos modelos religiosos y políticos.

Un mosaico de poder en la Dinamarca vikinga
Los hallazgos de Lisbjerg y Hune permiten esbozar un retrato más matizado del poder vikingo en la Dinamarca del siglo X. En lugar de una monarquía centralizada, el poder se tejía a través de una red de alianzas entre caudillos, clanes y centros regionales, en la que la monarquía operaba como nodo de articulación, influencia y legitimación. Harald Blåtand fue uno de los grandes consolidadores de esta red. El cementerio de Lisbjerg, con sus 30 tumbas, es una muestra tangible de este mundo aristocrático pagano que empezaba a ceder espacio al cristianismo.
Referencias
Cortesía de Muy Interesante
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