Un hallazgo excepcional en la Cueva de Prado Vargas, en Cornejo (Burgos), podría revolucionar lo que conocemos actualmente sobre la vida cotidiana de los neandertales. Un equipo de arqueólogos ha desenterrado 15 fósiles marinos que datan de entre 39.800 y 54.600 años, convirtiéndose en la mayor colección de este tipo encontrada en un contexto neandertal. Este descubrimiento no solo amplía nuestra comprensión de su comportamiento simbólico, sino que sugiere que los niños neandertales podrían haber jugado un papel crucial en esta actividad.
La investigación, liderada por Marta Navazo Ruiz y publicada en la revista Quaternary, presenta evidencias de que estos fósiles, transportados desde unidades geológicas del Cretácico en la región, no tenían un uso práctico evidente. Según los autores, esto sugiere que “los fósiles tienen algún significado y simbolizan algo”. La hipótesis más intrigante es que los jóvenes neandertales, fascinados por sus formas y texturas, pudieron haberlos recolectado, igual que los niños modernos coleccionan conchas o pegatinas.
El contexto de Prado Vargas: una ventana a la vida neandertal
La cueva de Prado Vargas, situada en el sistema kárstico de Ojo Guareña, ha proporcionado un rico registro arqueológico. Este nivel en particular, conocido como N4, corresponde al período del Pleistoceno tardío. Además de los fósiles, los arqueólogos encontraron herramientas de piedra, restos de hogares y evidencia de una economía de reciclaje.
“La colección de objetos es característica de la infancia, y en Prado Vargas se encontraron restos de niños neandertales”, explica Navazo Ruiz.
En el entorno de la cueva, la flora y fauna identificadas indican condiciones frías y húmedas, con la presencia de pinos como combustible y una dieta basada en ciervos, cabras y otros animales. Sin embargo, la existencia de estos fósiles —principalmente de moluscos y equinodermos— plantea preguntas sobre su propósito en un lugar tan alejado del mar.
¿Qué significa coleccionar?
El acto de recolectar objetos, aunque parezca un hábito cotidiano, implica procesos cognitivos complejos. Asociar un objeto a un valor simbólico o estético requiere pensamiento abstracto, una habilidad que se ha atribuido principalmente a los humanos modernos. Sin embargo, el hallazgo en Prado Vargas refuerza la creciente evidencia de que los neandertales compartían muchas de estas capacidades.
Los investigadores destacan que, en la mayoría de los yacimientos neandertales, los objetos curiosos aparecen en pequeñas cantidades. La acumulación de 15 fósiles en Prado Vargas, sin señales de uso funcional, es única. Entre las piezas más destacadas se encuentran especies de moluscos como Granocardium productum y Tylostoma ovatum, cuidadosamente transportadas desde depósitos del Cretácico.
“Estos fósiles pueden entenderse como evidencia de un interés artístico o una atracción por las formas de la naturaleza”, detalla el estudio.
¿Un pasatiempo infantil?
La idea de que los niños neandertales pudieran ser los responsables de esta colección no es descabellada. En el nivel N4, se hallaron restos de un diente de leche que confirma la presencia de niños en el grupo. Además, la fascinación infantil por objetos pequeños y coloridos es un fenómeno universal.
Como señalan los autores, podría ser que los miembros más jóvenes del grupo, fascinados por estas formas, fueran quienes iniciaron la colección. Esta interpretación encuentra paralelismos con la forma en que los niños modernos coleccionan cromos, piedras o conchas, por simple placer y curiosidad.
Este hallazgo en España se suma a un creciente cuerpo de evidencia que redefine nuestra visión de los neandertales. Durante mucho tiempo, fueron considerados brutos sin habilidades sofisticadas. Sin embargo, investigaciones recientes han demostrado que enterraban a sus muertos, utilizaban pigmentos, fabricaban adornos y, como sugiere este descubrimiento, podrían haber desarrollado aficiones complejas.
Además, otros yacimientos en Europa muestran pruebas similares de coleccionismo. En Cueva Antón, en Murcia, se encontraron conchas perforadas utilizadas como ornamentos, mientras que en la Cueva de los Aviones, también en España, se hallaron restos de pigmentos en conchas marinas. Sin embargo, el caso de Prado Vargas es único por la cantidad y diversidad de fósiles reunidos.
Un espejo hacia nosotros mismos
La idea de que los neandertales compartieran este rasgo humano básico —el coleccionismo— nos acerca más a ellos. Como apunta el estudio, los mismos comportamientos que llevaron a estos homínidos a recolectar fósiles hace miles de años son los que hoy nos impulsan a acumular tesoros en museos para estudiarlos y preservarlos.
“Los grupos neandertales que habitaron la cueva de Prado Vargas reunieron y coleccionaron fósiles, tal como nosotros buscamos fósiles, incluso de estas especies humanas, para estudiarlos y finalmente ‘coleccionarlos’ en museos”, reflexionan los investigadores.
A medida que las investigaciones continúan desvelando nuevos aspectos de la vida neandertal, es evidente que estos parientes extintos no solo compartían con nosotros herramientas y tecnología, sino también comportamientos profundamente humanos, como la curiosidad y la capacidad de encontrar belleza en lo inesperado.
Referencias:
- Navazo Ruiz M, Benito-Calvo A, Lozano-Francisco MC, Alonso Alcalde R, Alonso García P, de la Fuente Juez H, Santamaría Diez M, Cristóbal Cubillo P. Were Neanderthals the First Collectors? First Evidence Recovered in Level 4 of the Prado Vargas Cave, Cornejo, Burgos and Spain. Quaternary. 2024; 7(4):49. doi: 10.3390/quat7040049
Cortesía de Muy Interesante
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