Cuando pensamos en terremotos, solemos imaginar movimientos abruptos y devastadores que sacuden la tierra sin previo aviso. Sin embargo, investigaciones recientes han revelado que antes de estos eventos catastróficos ocurre algo mucho más sutil y silencioso: un movimiento lento conocido como deslizamiento asísmico. Este fenómeno, que no genera temblores perceptibles, podría ser la clave para predecir cuándo y dónde ocurrirá un terremoto. Volvemos a hacernos la pregunta, ¿es posible predecir un terremoto?
Un estudio innovador dirigido por Jay Fineberg, físico de la Universidad Hebrea de Jerusalén, ha investigado este proceso utilizando experimentos de laboratorio con placas de plexiglás. Según sus hallazgos, el movimiento asísmico actúa como un preludio, acumulando energía en una falla antes de que esta se rompa de manera súbita y libere ondas sísmicas. Este descubrimiento no solo nos ayuda a entender mejor los terremotos, sino que plantea la posibilidad de que, en el futuro, se puedan anticipar con mayor precisión.
¿Qué es el movimiento asísmico?
El término movimiento asísmico hace referencia a un deslizamiento extremadamente lento entre dos superficies que no genera temblores ni libera energía de manera perceptible. En las fallas tectónicas, este movimiento puede durar horas, días o incluso semanas, acumulando estrés en las placas tectónicas hasta que finalmente ocurre una ruptura violenta.
En sus experimentos, los investigadores reprodujeron este fenómeno en el laboratorio utilizando dos láminas de plexiglás comprimidas y sometidas a un esfuerzo lateral, simulando el comportamiento de una falla real. Lo que observaron fue un patrón claro: antes de que se produjera una fractura catastrófica, había un periodo prolongado de deslizamiento lento. Este comportamiento, conocido como frente de nucleación, representa el inicio de una grieta que eventualmente se expande hasta convertirse en un terremoto.
Fineberg explica: “El proceso de fractura no ocurre de golpe. Primero, es necesario que se forme una grieta inicial, y esta se expande lentamente antes de acelerarse de forma explosiva”.
Del laboratorio al mundo real: cómo aplicaron el modelo
Los experimentos del equipo de Fineberg fueron diseñados para replicar las condiciones de una falla tectónica en miniatura. Aunque usaron plexiglás en lugar de roca, los principios físicos que observaron son los mismos. En palabras del propio Fineberg: “El material de las placas no importa. El proceso físico se desarrollará de manera idéntica, liberando energía explosiva al romperse”.
El experimento comenzó con dos placas de plexiglás sujetas bajo presión. Cuando aplicaron un esfuerzo lateral, se generó una pequeña grieta en el punto de contacto. Inicialmente, esta grieta se movió lentamente, sin liberar energía perceptible. Sin embargo, al llegar al borde del segmento frágil, aceleró rápidamente hasta alcanzar velocidades cercanas a la del sonido, liberando ondas sísmicas similares a las de un terremoto real.
Esto sugiere que el movimiento asísmico podría ser un indicador temprano de terremotos. Si logramos identificar estos movimientos lentos en una falla activa, podríamos anticipar la llegada de un evento sísmico importante. Sin embargo, como advierte Fineberg, “en las fallas reales, los movimientos asísmicos pueden durar largos periodos de tiempo sin desencadenar un terremoto, lo que complica su análisis”.
¿Qué hace diferente este hallazgo?
Aunque ya se sabía que las fallas tectónicas pueden experimentar deslizamientos lentos, el estudio de Fineberg profundiza en cómo estos movimientos se convierten en rupturas rápidas. Un hallazgo clave es que el frente de nucleación debe considerarse como una entidad bidimensional, no lineal. Según el equipo, esto cambia por completo la forma de entender el proceso.
En lugar de imaginar una grieta como una línea que separa el material intacto del fracturado, debemos visualizarla como un área en expansión. “La energía necesaria para romper nuevo material está directamente relacionada con el tamaño de la grieta inicial”, explica Fineberg. Esto significa que, al crecer esta área, se acumula energía hasta que finalmente excede un umbral crítico y provoca la ruptura explosiva.
Implicaciones para la predicción de terremotos
Si bien este descubrimiento abre nuevas puertas en la comprensión de los terremotos, también plantea serios desafíos. En el laboratorio, es posible medir el movimiento asísmico y observar cómo se transforma en una fractura rápida. Sin embargo, en las fallas tectónicas reales, la detección de estos movimientos es mucho más complicada debido a la escala y las condiciones variables del entorno.
A pesar de estas dificultades, el estudio sugiere que monitorear señales precursora, como el movimiento asísmico, podría ser una estrategia viable para predecir terremotos. “En el laboratorio podemos observar y escuchar este proceso con detalle”, señala Fineberg. “Quizás esto nos permita identificar características similares en fallas reales antes de que se produzca un terremoto”.
Referencias
Cortesía de Muy Interesante
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