Hallazgo en el Mar Báltico: resucitan organismos tras 7.000 años sin luz ni oxígeno, cambiando la historia biológica del planeta con un experimento asombroso

En el fondo del Mar Báltico, a 240 metros de profundidad, hay algo más que barro. Durante una expedición científica, un equipo de investigadores recolectó sedimentos que guardaban una sorpresa: algas microscópicas que llevaban casi 7.000 años inactivas y que, al ser expuestas nuevamente a luz y oxígeno, volvieron a la vida. Lo que parecía ciencia ficción se convirtió en un experimento exitoso que plantea nuevas preguntas sobre los límites de la vida y la capacidad de algunos organismos para sobrevivir al paso del tiempo.

El estudio, publicado en The ISME Journal, documenta cómo estas microalgas de la especie Skeletonema marinoirecuperaron por completo su actividad biológica. No solo germinaron tras miles de años en un entorno sin luz ni oxígeno, sino que crecieron, se dividieron y realizaron fotosíntesis igual que sus descendientes actuales. Según el artículo, “la tasa de crecimiento media fue de 0,31 divisiones celulares por día, un valor comparable al de cepas modernas”. 

Dormancia: una estrategia de supervivencia poco comprendida

Muchas especies del mundo microbiano tienen la capacidad de entrar en un estado de latencia para resistir condiciones extremas. En ese estado, reducen al mínimo su actividad metabólica y forman estructuras de resistencia con paredes celulares reforzadas y reservas de energía. El fenómeno es conocido como dormancia, y se ha documentado en bacterias, hongos, crustáceos e incluso semillas vegetales.

Lo novedoso del hallazgo en el Báltico es la escala temporal: mientras que otras especies conocidas habían permanecido inactivas durante siglos o unos pocos milenios, en este caso las algas regresaron a la vida tras 6.871 ± 140 años de inactividad, según el análisis estratigráfico del sedimento. Tal como explica el artículo original, “la diatomea marina Skeletonema marinoi volvió a crecer al ser expuesta a luz y oxígeno después de un período de dormancia de casi 7.000 años”.

Ubicación del muestreo en el Mar Báltico y microalgas revividas tras hasta 6.871 años de dormancia. Fuente: The ISME Journal

El experimento: del fondo del mar al laboratorio

Para obtener estos resultados, el equipo dirigido por Sarah Bolius del Instituto Leibniz de Investigación del Mar Báltico extrajo núcleos de sedimento del fondo del mar durante una campaña en 2021. Usaron herramientas especializadas para recolectar material no perturbado, que luego fue procesado cuidadosamente para evitar contaminaciones. De las 12 capas de sedimento analizadas, lograron revivir cepas activas de Skeletonema marinoi en 9 de ellas.

Los científicos cultivaron las algas en condiciones controladas con agua del Báltico filtrada, nutrientes y ciclos de luz artificial. En algunos casos, las algas tardaron hasta 16 meses en mostrar actividad visible, pero lo hicieron. Para confirmar que se trataba de organismos diferentes y no de contaminación cruzada, se realizaron análisis genéticos detallados. Las muestras “formaron grupos genéticos distintivos, descartando la contaminación entre capas de sedimento”.

Esta validación es crucial, ya que garantiza que los organismos recuperados pertenecen realmente a periodos históricos distintos y no son variantes modernas infiltradas durante el proceso.

Recreación conceptual de un banco genético con ADN simbólico de microalgas revividas tras miles de años en reposo. Fuente: Midjourney / E. F.

¿Qué nos dicen estas algas sobre la evolución?

El experimento no solo prueba la viabilidad de organismos tras milenios, sino que también permite comparar rasgos genéticos y fisiológicos a lo largo del tiempo. Gracias a la llamada resurrection ecology, los investigadores pueden estudiar los cambios evolutivos en organismos vivos, no solo en fósiles o ADN antiguo.

Una de las revelaciones más llamativas del estudio es que, a pesar de los milenios transcurridos, las algas revividas muestran funciones fisiológicas estables. Sus tasas de crecimiento y producción de oxígeno fueron muy similares a las de cepas actuales. Según el paper, “la producción máxima de oxígeno por clorofila fue de hasta 224 micromoles por miligramo por hora, valores comparables a los de organismos modernos”.

Esto sugiere que ciertas funciones esenciales se han mantenido constantes durante miles de años, lo que plantea nuevas preguntas sobre la estabilidad evolutiva de algunas especies y su adaptación al entorno.

Científicos a bordo del buque de investigación durante la recolección de núcleos de sedimento del fondo del Mar Báltico en condiciones climáticas extremas. Fuente: Midjourney / E. F.

¿Es posible que organismos antiguos vuelvan a los ecosistemas?

Una cuestión que surge con este tipo de investigaciones es si estos organismos podrían, en teoría, recolonizar ambientes modernos si fueran liberados accidentalmente. Aunque el experimento se desarrolló en condiciones de laboratorio, algunos eventos naturales —como remociones del fondo marino por corrientes o actividad humana— podrían traer de vuelta estas formas de vida al ecosistema.

Sin embargo, los científicos advierten que es improbable que sobrevivan fuera de condiciones cuidadosamente controladas. Además, como señala el estudio, la mayor parte de las algas dormidas no germinan fácilmente. Solo un 10% de las muestras tratadas produjeron cultivos viables, lo que indica que, aunque posible, la resurrección espontánea en la naturaleza es rara y poco frecuente.

Recreación de un archivo científico de núcleos de sedimento marino, donde se conservan las muestras extraídas para estudios paleoecológicos y genéticos. Fuente: Midjourney / E. F.

Una cápsula del tiempo biológica

El sedimento del Mar Báltico actúa como un archivo natural donde se almacenan capas sucesivas de organismos y materiales orgánicos, conservados por la falta de oxígeno. Esto crea lo que los científicos llaman bancos de semillas” acuáticos, equivalentes a los reservorios de semillas terrestres.

Estas capas permiten estudiar el pasado biológico con un nivel de detalle extraordinario. Según el equipo investigador, “las acumulaciones consecutivas de células dormidas representan cohortes temporales distintas, proporcionando información sobre la historia de las especies y su respuesta a los cambios ambientales”.

Gracias a ello, es posible explorar cómo las especies respondieron a eventos climáticos, variaciones en salinidad y oxígeno, o incluso a la acción humana. Esto convierte el Mar Báltico en un laboratorio natural excepcional para entender la evolución a largo plazo.

Un paso hacia el futuro de la biología

Aunque todavía queda mucho por descubrir sobre los mecanismos celulares que permiten esta longevidad, el estudio abre una nueva vía para explorar la resistencia extrema y la adaptación evolutiva. La capacidad de algunas especies para detener su metabolismo y reactivarlo miles de años después puede tener aplicaciones no solo en biología evolutiva, sino también en biotecnología, astrobiología y conservación.

En definitiva, esta investigación demuestra que la vida puede resistir más de lo que creemos, y que los sedimentos marinos pueden esconder no solo historia, sino también vida latente esperando las condiciones adecuadas para despertar.

Referencias

  • Sarah Bolius, Alexandra Schmidt, Jérôme Kaiser, Helge W. Arz, Olaf Dellwig, Ulf Karsten, Laura S. Epp, Anke Kremp. Resurrection of a diatom after 7000 years from anoxic Baltic Sea sediment. The ISME Journal (2025), 19(1), wrae252. DOI: https://doi.org/10.1093/ismejo/wrae252.

Cortesía de Muy Interesante



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