Hallazgo sobre la evolución del Homo sapiens confirma que nuestros pulgares fueron decisivos en la expansión del cerebro

Los pulgares son tan cotidianos que rara vez se les presta atención, salvo cuando falta una uña o cuesta abrir un frasco. Sin embargo, un nuevo estudio revela que este dedo tan especial no solo ha servido para manipular objetos, fabricar herramientas o escribir en el móvil. La longitud del pulgar está directamente relacionada con el tamaño del cerebro en los primates, y en particular en el linaje humano. Esta relación confirma que la destreza manual y el desarrollo cerebral no evolucionaron por separado, sino de forma conjunta, con implicaciones profundas para comprender cómo surgió la singularidad de Homo sapiens.

El trabajo, publicado en Communications Biology por un equipo internacional, aporta por primera vez pruebas directas de esa conexión. Para llegar a esta conclusión, los investigadores analizaron fósiles y especies vivas de primates, estudiando sus huesos de la mano y comparándolos con el tamaño cerebral. El resultado es contundente: los primates con pulgares relativamente más largos tienen cerebros más grandes, y esto se cumple incluso cuando se eliminan los datos humanos del análisis. Como explica el artículo, “encontramos una asociación positiva significativa entre la longitud del pulgar y el tamaño del cerebro”.

Los pulgares como clave evolutiva

La importancia de los pulgares en nuestra evolución es bien conocida, pero hasta ahora faltaba un vínculo sólido que los relacionara con el cerebro. El nuevo estudio demuestra que esta conexión existía mucho antes de la aparición de Homo sapiensLos investigadores examinaron 95 especies de primates, fósiles y actuales, y comprobaron que la relación entre pulgar y cerebro atraviesa todo el linaje, desde lémures hasta humanos.

Este hallazgo descarta la idea de que los pulgares largos fueran un rasgo exclusivo de los homínidos vinculados al uso de herramientas. Incluso en especies que nunca fabricaron instrumentos, la longitud relativa del pulgar ya estaba asociada a un mayor tamaño cerebral. El equipo lo explica claramente: “nuestros resultados indican una coevolución sostenida entre tamaño cerebral y destreza manual a lo largo del orden de los primates”. En otras palabras, la capacidad de manipular con precisión fue empujando la necesidad de más procesamiento cerebral, lo que a su vez alimentó nuevas posibilidades cognitivas.

Distintos escenarios evolutivos propuestos para la relación entre longitud del pulgar y tamaño cerebral en primates. Fuente: Communications Biology

Un pulgar que nos distingue, pero no tanto

El análisis muestra que los homininos, incluido Homo sapiens, tienen pulgares más largos de lo esperado en comparación con otros primates. Esto encaja con la enorme habilidad manual de nuestra especie y su papel en el desarrollo de la cultura material. Sin embargo, la investigación aclara que no somos una excepción que rompe las reglas, sino que seguimos un patrón general ya presente en otros primates.

Lo interesante es que el único hominino que se aparta de esta regla es Australopithecus sediba, que presenta un pulgar especialmente largo en relación con su cerebro. Según los autores, este caso plantea dudas sobre si realmente esa especie poseía una destreza superior o si se trataba de una combinación peculiar de proporciones de la mano y limitaciones en el procesamiento neuronal. El resto de homininos, desde Homo naledi hasta neandertales y nuestra propia especie, se ajustan a la tendencia general.

Comparación de la longitud del pulgar y el tamaño del cerebro en homininos y otros primates. Fuente: Communications Biology

Cerebro y pulgares: una relación inesperada

El equipo esperaba que la conexión con el pulgar se manifestara en el cerebelo, el área del cerebro encargada del control motor y la coordinación. Sin embargo, los resultados apuntan a otra dirección. La longitud del pulgar se relaciona directamente con el neocórtex, la región que ocupa la mitad del cerebro humano y que se asocia con la percepción sensorial, la cognición y la conciencia.

Esto supone una sorpresa, ya que refuerza la idea de que la manipulación precisa de objetos no es solo una cuestión de movimiento, sino también de procesamiento cognitivo complejo. Según el artículo, “los procesos neuronales implicados en la evolución de la destreza manual afectan principalmente a las regiones neocorticales”. En la práctica, significa que agarrar una piedra o sujetar una ramita para obtener alimento requería no solo coordinación motora, sino también nuevas formas de planificación, percepción y aprendizaje.

Relación entre longitud del pulgar y regiones cerebrales en primates: destaca el papel del neocórtex. Fuente: Communications Biology

La mano antes que la herramienta

Una de las preguntas clásicas en paleoantropología es qué apareció primero: las manos adaptadas para manipular o el uso de herramientas. Los datos de este estudio sugieren que los pulgares largos surgieron antes del desarrollo sistemático de la cultura lítica. Esto se debe a que ya estaban presentes en especies previas a la invención de herramientas de piedra, como Australopithecus afarensis.

No obstante, tener un pulgar largo no garantiza automáticamente una gran habilidad manual. El estudio subraya que la destreza depende de muchos otros factores anatómicos, como la forma de las articulaciones, la musculatura o la estructura ósea. En palabras de los autores, “la destreza de los primates está claramente facilitada por mucho más que la longitud del pulgar”. Este matiz es fundamental: un pulgar largo aporta ventajas, pero necesita ir acompañado de un cerebro capaz de aprovecharlas.

Homo sapiens y la expansión cerebral

En el caso de Homo sapiens, la relación entre pulgar y cerebro se volvió especialmente potente. Nuestros pulgares no solo son más largos en proporción al resto de los dedos, sino que están acompañados de un neocórtex excepcionalmente grande. Esta combinación permitió el desarrollo de la precisión en el agarre, algo clave para tallar herramientas, fabricar objetos complejos o escribir.

El estudio señala que esta relación ayudó a explicar los rápidos aumentos de tamaño cerebral en los homininos. A medida que la manipulación fina se hizo más frecuente, el cerebro tuvo que expandirse para gestionar esas nuevas demandas. De este modo, la coevolución entre mano y mente preparó el terreno para el lenguaje, el arte y la tecnología. Como resume el artículo, “nuestros resultados enfatizan el papel de las habilidades manipulativas en la evolución del cerebro”.

Más preguntas que respuestas

Aunque este hallazgo aporta una base sólida, también abre nuevas cuestiones. ¿Por qué el neocórtex y no el cerebelo parece ser el centro de esta relación? ¿Hasta qué punto la variación en los pulgares de diferentes especies refleja diferencias culturales, como el uso de herramientas? Y, sobre todo, ¿cómo se tradujo esta coevolución en comportamientos concretos que marcaron la diferencia entre homininos y otros primates?

El estudio sugiere que el próximo paso será combinar datos anatómicos con reconstrucciones biomecánicas más detalladas y con el análisis de fósiles mejor conservados. De ese modo, será posible comprender cómo se distribuían las cargas de procesamiento en distintas regiones del cerebro y cómo cada especie gestionaba sus capacidades manuales.

Una historia compartida por todos los primates

Lo que resulta más llamativo de este trabajo es que no se trata de una peculiaridad humana. El vínculo entre pulgar y cerebro recorre todo el árbol de los primates, desde los lémures hasta los chimpancés, pasando por capuchinos o gibones. Esto significa que la conexión entre mano y mente es mucho más antigua de lo que se pensaba y que probablemente ya estaba presente en los primeros antepasados comunes de los primates.

En este sentido, el hallazgo cambia la forma en que entendemos nuestra propia evolución. Homo sapiens llevó esta relación a un nivel extremo, pero la base ya estaba ahí, compartida con otros linajes. La evolución no inventó de cero nuestros pulgares largos ni nuestro cerebro grande, sino que potenció una tendencia que llevaba millones de años en marcha.

Referencias

OBRAS DE INFRAESTRUCTURA HIDALGO

Cortesía de Muy Interesante



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