
Cuánto deshonor. Con razón en la Marina están asqueados por la historia de complicidades de los sobrinos del ex secretario Rafael Ojeda. Los peligrosos hermanos Farías Laguna -vicealmirante uno, contralmirante el otro- vienen de una familia con estirpe y medallas en la corporación.
Su abuelo, José Farías Angulo, que llegó al grado de almirante, casi muere durante la Segunda Guerra Mundial cuando un submarino alemán hundió el buque-tanque “Amatlán” donde se desempeñaba como jefe de máquinas en una misión para llevar petróleo de México a Cuba en 1942, antes incluso de la revolución encabezada por Fidel Castro. Un héroe de guerra, pues.
Su papá murió al salvar a un soldado que se estaba ahogando en el mar. Mientras pertenecía a la Escuela Superior de Guerra, durante una pausa en un viaje de estudios a Colima, un compañero suyo, soldado del Ejército mexicano, se estaba ahogando. El papá de los Farías Laguna entró al mar a salvarlo y terminó ahogándose él.
El vicealmirante Roberto Farías Laguna y el contralmirante Fernando Farías Laguna, en cambio, escupieron sobre su pasado y sobre la institución que representan. Y su tío Rafael Ojeda, que era la máxima autoridad de la Marina, permitió que todo esto sucediera: se enteró de lo que hacían, castigó a las voces internas que para él fueran sospechosas de estar ventilando sus trapacerías y a sus sobrinos-delincuentes hasta les otorgó ascensos en el escalafón naval.
Hay enojo en la Marina. No es para menos. Ahora que el propio Gobierno Federal -a través de la Fiscalía General de la República- ha exhibido a los hermanos Farías Laguna como cabezas de una organización criminal dedicada al huachicol fiscal, los chats de los marinos están explotando.
Frases como “ensucian el uniforme”, “degradan a la institución”, “nunca se pusieron la camiseta”, “voraces deshonestos”, “denigrante corrupción de unos cabecillas consentidos por sus familiares”, “aberrante”, “vergonzoso”, se reproducen entre uniformados que no pueden ocultar su indignación y su coraje.
Pero sobre todo, hay un reproche directo al ex secretario de Marina, su tío, el almirante Rafael Ojeda, por haber permitido que todo sucediera.
En la Marina era un secreto a voces de los últimos años, las barbaridades que estaban haciendo los sobrinos. Para algunos, hay omisión. Para otros, franca complicidad. Y luego está el tema del comandante supremo, López Obrador.
Cortesía de El Informador
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