¿Ideas dignas de un Nobel? Cambiar de ciudad podría acelerar el genio y acorta el camino hacia la innovación científica

Los científicos que cambian de lugar inician antes sus descubrimientos más brillantes. Esa es la conclusión principal del estudio dirigido por Bruce A. Weinberg y sus colegas, publicado en International Economic Review en mayo de 2025. El equipo analizó los datos de Nobel en física, química y medicina desde 1901 hasta 2003. ¿La clave del hallazgo? Aquellos investigadores que trabajaron en más de una institución o que cambiaron de ciudad comenzaron su trabajo premiado con el Nobel hasta 2,6 años antes que quienes permanecieron en un solo lugar.

La exposición a nuevos entornos favorece combinaciones inéditas de ideas. El concepto central del estudio es la “innovación recombinante”: al interactuar con distintas personas y contextos, los científicos pueden mezclar ideas diversas de formas inesperadas. Este proceso creativo se ve favorecido por la movilidad, que rompe con la repetición de rutinas y círculos cerrados de pensamiento.

Trabajar en múltiples lugares duplica la ventaja creativa. La investigación diferencia entre mudarse de forma periódica y trabajar simultáneamente en varias instituciones. En ambos casos se observaron beneficios, pero quienes dividían su tiempo entre lugares distintos reducían aún más el tiempo hasta iniciar su trabajo premiado. Estos datos sugieren que la diversidad geográfica también conlleva diversidad intelectual.

“Ir a un entorno completamente diferente, un nuevo contexto, podría ayudar a las personas creativas a pensar de nuevas maneras”, dijo Weinberg, profesor de economía en la Universidad Estatal de Ohio.

Incluso cambios modestos en ubicación pueden generar impacto. El estudio cuantifica el efecto: mudarse cada dos años acorta el camino hacia una investigación premiada en dos años; cada cinco años, en 0,7 años. Aunque no todos los científicos pueden o desean cambiar de ciudad con frecuencia, el análisis muestra que incluso la movilidad moderada puede acelerar la creatividad.

Una nueva forma de ver la carrera científica

El estudio cuestiona la idea de que la estabilidad favorece el pensamiento profundo. Tradicionalmente se ha creído que los grandes avances nacen de décadas de trabajo concentrado en un mismo laboratorio. Sin embargo, este análisis histórico de Nobel muestra que el movimiento, y no la permanencia, puede ser el verdadero aliado del pensamiento disruptivo.

El entorno puede volverse homogéneo con el tiempo. Los investigadores destacan que, incluso en centros de excelencia como Cambridge o Silicon Valley, llega un momento en que todos conocen las mismas ideas. Cuando eso ocurre, la posibilidad de pensar de forma verdaderamente novedosa disminuye. En cambio, moverse rompe esa burbuja intelectual y permite acceder a nuevas visiones.

Los sabáticos y las estancias internacionales surgen como estrategias eficaces. El estudio no solo examina mudanzas permanentes, sino también experiencias temporales en otros centros. Las colaboraciones internacionales y el trabajo en laboratorios complementarios emergen como formas viables de ampliar la perspectiva sin necesidad de abandonar por completo un puesto fijo.

La clave está en la diversidad cognitiva que aporta la movilidad. No se trata simplemente de cambiar de edificio, sino de interactuar con personas que piensan distinto, provienen de otras culturas científicas y plantean problemas desde ángulos inéditos. Esa colisión de ideas es el motor real de la innovación.

¿Ideas dignas de un Nobel?
Estudio revela que moverse frecuentemente adelanta el inicio de trabajos que ganan el Nobel. Ilustración artística: DALL-E / Edgary R.

Qué revelan los datos de más de un siglo

El estudio utilizó una base de datos inédita y detallada de Nobel en tres disciplinas científicas. Los autores compilaron información sobre las ubicaciones laborales anuales de los laureados y sobre cuándo comenzaron los trabajos que luego fueron premiados. Esto permitió calcular el “intervalo esperado” entre el inicio de la carrera y la investigación que les otorgó el Nobel.

Entre un 5 % y un 10 % comenzó su trabajo premiado en el primer año de carrera. Sin embargo, la mayoría de los casos muestran un inicio mucho más tardío: algunos científicos tardaron entre 10 y 40 años en empezar su trabajo más relevante. Esto resalta lo difícil que puede ser alcanzar una idea transformadora y el valor de cualquier factor que acorte ese camino.

El tiempo promedio hasta iniciar el trabajo premiado se mantuvo constante durante el siglo analizado. Esto sugiere que no hubo un cambio generacional o de época en los ritmos de la creatividad, sino que la variable realmente influyente fue la movilidad. La ventaja de moverse se mantuvo estable en todas las décadas estudiadas.

La conclusión cuantitativa es contundente: estar en múltiples lugares reduce el intervalo previo al inicio del trabajo Nobel en 2,6 años. Esa reducción representa una oportunidad valiosa, especialmente en carreras científicas que dependen de plazos de financiación, ciclos de publicaciones y procesos competitivos de evaluación.

Los mejores científicos “están escuchando ideas interesantes en un lugar y diferentes ideas en otro lugar. Están juntando estas cosas de maneras novedosas e importantes”, dijo Weinberg.

Más allá de la ciencia: ¿una lección universal sobre la creatividad?

Aunque el estudio se centra en premios Nobel, sus hallazgos tienen implicaciones más amplias. Bruce Weinberg y su equipo sugieren que la lógica del pensamiento creativo recombinante se aplica a cualquier campo donde se valoren las ideas originales. Desde la música y el arte hasta la tecnología y la literatura, la diversidad de experiencias alimenta la innovación.

El contexto físico importa más de lo que se cree. En un mundo digitalizado, donde es posible colaborar desde cualquier parte, este estudio plantea una paradoja: la interacción virtual no reemplaza el efecto de vivir en otro lugar. El cambio de entorno real parece activar procesos mentales que la conexión remota no puede igualar.

Moverse también implica romper hábitos y ver desde otros ángulos. Cambiar de ciudad o de institución no solo aporta nuevas redes de contacto; también interrumpe las rutinas, obliga a reorganizar prioridades y activa mecanismos de adaptación. Todos estos factores contribuyen a pensar de forma diferente.

Incluso los artistas podrían beneficiarse de esta lógica. Aunque los datos analizados son científicos, los autores especulan que lo mismo podría observarse en otras disciplinas creativas. La genialidad, concluyen, florece cuando se nutre de perspectivas diversas y espacios distintos.

¿Ideas dignas de un Nobel? Cambiar de ciudad podría acelerar el genio y acorta el camino hacia la innovación científica
Investigadores que trabajan en varios lugares inician antes sus descubrimientos más brillantes. Ilustración artística: DALL-E / ERR.

Retos prácticos de una movilidad constante

Moverse no siempre es fácil, especialmente para quienes tienen laboratorios complejos o responsabilidades familiares. Los investigadores reconocen esta dificultad y no plantean la movilidad como una receta universal. Pero sí subrayan que, cuando es posible, puede ser una estrategia valiosa para desbloquear ideas.

Las instituciones también deben adaptarse para facilitar esa flexibilidad. Crear programas de estancias, redes de colaboración, intercambios de investigadores y apoyo logístico para traslados puede tener un impacto directo en la producción de conocimiento.

Las evaluaciones académicas podrían valorar más la diversidad de trayectorias. En lugar de premiar únicamente la permanencia y la producción dentro de una única institución, el sistema científico podría reconocer el valor creativo de la movilidad, consideran los autores.

Se trata de moverse con intención. El objetivo es maximizar la exposición a nuevas ideas, y eso puede lograrse de formas diversas: viajes breves, trabajos temporales, proyectos en otras regiones o visitas a centros especializados.

La movilidad como política científica y personal

El estudio sugiere una implicación política clara: apoyar la movilidad científica. Invertir en programas de intercambio, becas de sabáticas y fondos para traslado no solo beneficia al investigador, sino que acorta el camino hacia descubrimientos transformadores.

También es una lección para quienes están en etapas tempranas de su carrera. Si hay flexibilidad para hacerlo, explorar nuevos entornos puede ser una forma de acelerar la creatividad y encontrar conexiones inesperadas que transformen una carrera.

La diversidad geográfica favorece la diversidad cognitiva. Y en el corazón de toda innovación está precisamente eso: ver un problema desde un ángulo que otros no habían considerado.

El entorno influye en la mente más de lo que imaginamos. Cambiar de lugar, aunque sea por un tiempo, puede ser la chispa que encienda una gran idea.

¿Ideas dignas de un Nobel? Cambiar de ciudad podría acelerar el genio y acorta el camino hacia la innovación científica
Estudio muestra que los Nobel que se mueven inician sus mejores trabajos hasta 2,6 años antes. Ilustración artñistica: DALL-E / ERR.

Una ruta más corta hacia la genialidad

Este estudio sobre laureados con el Nobel reescribe una parte fundamental del relato sobre la innovación científica. No es solo la perseverancia o el talento lo que cuenta, sino también el contexto. Moverse, cambiar de entorno, trabajar en varios lugares: estas acciones no son distracciones, sino aceleradores de genialidad.

“Es más probable que se te ocurre esa gran idea nueva si te mueves, conoces gente nueva, tienes nuevas experiencias, encuentras nuevas formas de pensar”, dijo Weinberg.

En un siglo de ciencia, el patrón es claro. La movilidad acorta el trayecto hacia el descubrimiento. Y aunque no todos los caminos llevan al Nobel, muchos pueden llegar más lejos y más rápido si están abiertos al cambio.

Referencias

  • Ham JC, Quistorff B, Weinberg BA. Recombinant Innovation, Novel Ideas, and the Start of Nobel Prize–Winning Work. Int Econ Rev. (2025). doi:10.1111/iere.12768

Cortesía de Muy Interesante



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