Identifican en Nuevo México un dinosaurio de 9 toneladas con cabeza plana y pico de pato: llevaba más de un siglo escondido con otro nombre

En un rincón árido y solitario del noroeste de Nuevo México, donde el suelo se ondula en tonos grises y ocres y el silencio del desierto parece eterno, se ha revelado un secreto de hace 75 millones de años. Un equipo internacional de paleontólogos ha identificado una nueva especie de dinosaurio herbívoro de gran tamaño que, pese a haber sido descubierto hace más de un siglo, había sido clasificado erróneamente.

El hallazgo, publicado en el boletín científico del Museo de Historia Natural de Nuevo México, representa mucho más que la descripción de un nuevo animal extinto. Se trata de un fósil que reconfigura lo que sabíamos sobre los hadrosáuridos, los célebres dinosaurios “pico de pato”, y sobre la propia historia evolutiva del continente norteamericano en los últimos compases del periodo Cretácico.

Un gigante olvidado entre las rocas

Todo comenzó en 1916, cuando el recolector de fósiles John B. Reeside Jr. extrajo varios huesos de la remota zona conocida como Ah-shi-sle-pah Wilderness, en San Juan County. Aquellos restos terminaron siendo asignados a Kritosaurus navajovius, un conocido género de hadrosáurido de la región. Durante décadas, esa clasificación no fue cuestionada.

Sin embargo, nuevas investigaciones, revisiones detalladas y un análisis exhaustivo de la morfología del cráneo han revelado algo inesperado: los fósiles no pertenecen a Kritosaurus, sino a una especie completamente nueva, hasta ahora desconocida para la ciencia. El animal ha sido bautizado como Ahshislesaurus wimani, en honor al lugar donde fue encontrado y a Carl Wiman, el primer paleontólogo en trabajar sobre estos materiales en los años 30.

Reconstrucción esquelética de Ahshislesaurus wimani (holotipo USNM VP-8629), basada en el cráneo original
Reconstrucción esquelética de Ahshislesaurus wimani (holotipo USNM VP-8629), basada en el cráneo original. Fuente: Sebastian Dalman et al. (2025)

Una criatura colosal y sin cresta

Ahshislesaurus era un dinosaurio de proporciones notables. Los restos encontrados —incluyendo un cráneo parcial, vértebras cervicales y parte de la mandíbula— permiten estimar que este animal medía más de 10 metros de largo y podía alcanzar un peso cercano a las 9 toneladas. Un verdadero gigante herbívoro que se movía en manadas por los llanos pantanosos del suroeste de Laramidia, la masa continental que ocupaba lo que hoy es el oeste de América del Norte.

A diferencia de otros hadrosáuridos famosos que lucían crestas óseas o estructuras ornamentales tubulares en la cabeza, tenía el cráneo plano y robusto. Su mandíbula terminaba en un amplio pico con forma de “pato”, ideal para arrancar vegetación blanda y pastos. Los investigadores han señalado que esta morfología lo sitúa dentro del grupo de los saurolofinos, un subgrupo diverso de los hadrosáuridos que alcanzó una notable expansión en el Cretácico superior.

Pero lo más interesante es que Ahshislesaurus forma parte, junto con otra especie del mismo entorno llamada Naashoibitosaurus ostromi, de un posible nuevo clado de hadrosáuridos de cabeza plana, hasta ahora no reconocido formalmente. Esta agrupación sería distinta del linaje que incluye a Kritosaurus, y refuerza la idea de que existieron distintas faunas de hadrosáuridos según la latitud, incluso dentro del mismo continente.

Un mapa evolutivo que se fragmenta

Durante los últimos 20 millones de años del Cretácico, los hadrosáuridos dominaron los ecosistemas terrestres del hemisferio norte. Se han encontrado restos de estos animales en prácticamente todos los continentes, incluyendo hallazgos sorprendentes en Asia, Europa, Sudamérica e incluso la Antártida. En Norteamérica, se sabe que estas criaturas estaban ampliamente distribuidas, pero el nuevo estudio sugiere que su diversidad era aún más compleja de lo que se pensaba.

La existencia de Ahshislesaurus como una especie autóctona del sur de Laramidia indica que no todos los hadrosaurios eran “genéricos” ni intercambiables entre regiones. Algunas especies evolucionaron en aislamiento relativo, adaptadas a los ecosistemas y climas particulares de zonas más cálidas y áridas como el actual Nuevo México. Esto respalda la hipótesis de una compartimentación ecológica, una especie de “mosaico” biogeográfico dentro del continente.

La identificación del nuevo dinosaurio no solo enriquece la lista de especies conocidas, sino que obliga a replantear modelos anteriores sobre dispersión, evolución y diversidad de estos animales. Además, subraya la importancia de revisar materiales antiguos con técnicas y marcos teóricos actuales: lo que ayer parecía conocido, hoy puede revelarse como un enigma por resolver.

Ubicación geográfica y estratigráfica del yacimiento donde se halló Ahshislesaurus wimani en el noroeste de Nuevo México
Ubicación geográfica y estratigráfica del yacimiento donde se halló Ahshislesaurus wimani en el noroeste de Nuevo México. Fuente: Sebastian Dalman et al. (2025)

De la tierra de los dinosaurios a las vitrinas del museo

El desierto de Ah-shi-sle-pah, cuyo nombre significa “sal, es gris” en lengua navajo, es una región de aspecto casi lunar, erosionada por el viento y la lluvia, y rica en restos fósiles. Es uno de los grandes tesoros paleontológicos del suroeste de Estados Unidos, aunque menos conocido que otros yacimientos como los de Montana o Alberta.

Allí convivieron, hace 75 millones de años, enormes hadrosaurios como Ahshislesaurus, ceratópsidos con grandes cuernos como Navajoceratops, dinosaurios blindados del grupo de los anquilosaurios, y predadores como el célebre “Bisti Beast”, un tiranosaurio local cuya fama ha crecido en los últimos años.

El esqueleto parcial de Ahshislesaurus wimani, que permanecía almacenado en colecciones científicas desde hacía décadas, ha sido finalmente descrito en detalle por un equipo de investigadores pertenecientes a cinco instituciones distintas de Estados Unidos y Europa. Un ejemplo perfecto del valor del trabajo colaborativo y de la importancia de las colecciones históricas en la ciencia.

Recreación en vida de Ahshislesaurus wimani, elaborada a partir del holotipo y comparaciones con especies emparentadas
Recreación en vida de Ahshislesaurus wimani, elaborada a partir del holotipo y comparaciones con especies emparentadas. Recreación artística. Foto: ChatGPT-4o/Christian Pérez

Un descubrimiento que sigue dando que hablar

Los autores del estudio, liderados por el paleontólogo Sebastian Dalman, no descartan que nuevos fósiles encontrados en la misma zona pertenezcan también a esta especie. Algunos huesos aún sin clasificar, incluidos fémures y húmeros de distintos tamaños, podrían pertenecer a individuos jóvenes y adultos de Ahshislesaurus, lo que permitiría reconstruir mejor su biología y desarrollo.

Además, la descripción del nuevo género plantea la posibilidad de que otras especies del registro fósil del suroeste estadounidense hayan sido también mal interpretadas. Se abre así la puerta a futuras sorpresas que podrían modificar aún más nuestro entendimiento del Cretácico superior.

Porque en la historia de la Tierra, y especialmente en la paleontología, no todo está escrito en piedra. A veces, hay que volver a mirar esos huesos antiguos con ojos nuevos para descubrir que, bajo el polvo de los siglos, aún laten secretos esperando ser contados.

El hallazgo ha sido publicado en el boletín científico del Museo de Historia Natural de Nuevo México.

Cortesía de Muy Interesante



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