Il trittico, la serie de tres óperas breves de Giacomo Puccini estrenada en 1918, volvió el viernes pasado al escenario del Teatro Colón, a catorce años de su anterior presentación.
Al igual que en aquella oportunidad, la interpretación musical salvó una puesta controvertida: en el 2011, Stefano Poda brindó una versión muy polémica que incluía un escenario lleno de agua y la alteración del orden habitual.
Tres en uno
Si con Il tabarro Puccini seguía la moda del realismo sórdido que había dado tanto éxito a sus predecesores, con Suor Angelica y Gianni Schicchi materializaba el deseo largamente acariciado de un drama de corte sacro y de una comedia fresca.
Basada en un drama del realismo francés, y de ambientación contemporánea, Tabarro tiene un libreto de Giuseppe Adami más cercano a un discurso real; por su lado, Suor Angelica (situada a finales del siglo XVII) y Gianni Schicchi (sobre un personaje de la Florencia medieval) cuentan con libretos versificados de Giovacchino Forzano.
Esta diversidad de escenarios, temporalidades, géneros y conflictos da su encanto a esta trilogía, que Puccini luchó por mantener cohesionada y que aquí, afortunadamente, vuelve a presentarse en su forma completa.
Una puesta dantesca
Se ha mencionado que, tras el estreno de Tosca, Puccini buscó en cierto momento crear una serie de obras cortas inspiradas en las tres partes de la Divina Comedia de Dante Alighieri (en rigor de verdad, ni “divina” -el término no fue acuñado por su autor- ni “comedia” en el sentido más común del término).
El proyecto que finalmente se concretó casi dos décadas después, y que conocemos como Il trittico (El tríptico), comprendió tres piezas cuya asociación con las partes de la obra de Dante (Il tabarro con el “Infierno”, Suor Angelica con el “Purgatorio” y Gianni Schicchi con el “Paraíso”) aparece como una mera interpretación caprichosa de algunos comentaristas. Sí es real el hecho de que Schicchi es mencionado por Dante en su obra, pero en uno de los círculos más profundos del Infierno.
Para su puesta, Pier Francesco Maestrini ha retomado esta asociación llevándola al extremo, y ha forzado los elementos de las obras para que fueran funcionales a su idea. Así, la ambientación de las tres se inspira en los grabados de Gustave Doré sobre la Divina Comedia, pero (más allá de la magnificencia de su realización, con notables trabajos de Nicolás Boni, Matías Otarola y Michele Cosentino) el resultado dista mucho de ser satisfactorio.
El primer problema es la monotonía: con su elección estética, Maestrini borra el contraste y la progresión dramática concebidos por Puccini. Podría decirse que Il tabarro es la única de las tres partes que soporta esta ambientación dantesca, con Michele llegando como Caronte y rodeado de personajes que deambulan tristes y aturdidos en su sufrimiento.
El segundo problema es la apatía impuesta a los cantantes, que ahoga la vitalidad que el texto y la música reclaman a gritos. Si hay un denominador común en el Trittico es la tensión que generan el temor (o el anhelo) de la muerte y la desgracia: todo esto queda aplastado por el estatismo (en especial en Suor Angelica, solo “redimida” por una bella imagen final) o la exageración grotesca, como sucede en Gianni Schicchi, cuyos personajes son zombies que giran sin cesar en torno a una masa gris de cuerpos inertes.
Redimidos por la música
Afortunadamente, los casi 40 solistas, los cuerpos estables y la dirección musical remontan cualquier tormenta. Beatrice Venezi guía con seguridad, flexibilidad y conocimiento del estilo a una Orquesta que responde con excelencia; también es notable la tarea del Coro Estable y el Coro de Niños.
En Tabarro, Fabián Veloz es un Michele ideal en voz, presencia y autoridad, bien secundado por Carla Filipcic Holm (Giorgietta) y Mikheil Sheshaberidze (Luigi); completan con altura Mario De Salvo, Guadalupe Barrientos, Fermín Prieto, Carlos Ullán, María Eugenia Caretti y Nazareth Aufe.
Suor Angelica tiene en la italiana Marta Torbidoni a una protagonista fabulosa, capaz de transmitir todos los matices del personaje, y -a pesar de las limitaciones de movimiento impuestas por la marcación- extraordinaria en su monólogo final y la confrontación con la no menos excelente Zia Principessa de Guadalupe Barrientos. Dentro del muy parejo elenco de monjas brillaron Laura Polverini, Daniela Prado, María Luján Mirabelli y Cecilia Díaz.

Liderado por un grandísimo Ricardo Seguel como Gianni Schicchi, el reparto de la última obra no tiene un solo punto flojo, desde la pareja deliciosa de Lauretta y Rinuccio (impecables Jaquelina Livieri y Santiago Martínez) hasta Spinelloccio (Luis Gaeta), Messer Amantio (Iván García), los codiciosos parientes (Guadalupe Barrientos, Eugenia Fuente, Marina Silva, Mario De Salvo, Juan Salvador Trupia, Pablo Urban y Juan Font) y los artesanos Guccio y Pinellino (Carlos Esquivel y Edgardo Zecca).
A pesar del sinsabor de la puesta, el público del Gran Abono ovacionó a Venezi, al Coro y la Orquesta y al elenco, responsables de haber honrado esta triple partitura en toda su dimensión.
Calificación: muy buena
Il trittico, de Giacomo Puccini (tres óperas en un acto: Il tabarro, Suor Angelica y Gianni Schicchi)
Puesta en escena: Pier Francesco Maestrini
Dirección musical: Beatrice Venezi
Teatro Colón: estreno viernes 2 de mayo. Repite el 4, 7, 8, 9, 11 y 13 de mayo.
Cortesía de Clarín
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