Imperios sin emperadores: el inusual caso de las tribus nómadas euroasiáticas que construyeron un poder sin líderes únicos

Cuando se piensa en el concepto de imperio, resulta común asociarlo con las figuras que encarnan el poder centralizado, ya sean emperadores, reyes o kanes. Sin embargo, la historia nos enseña que no todos los imperios se vieron gobernados por un emperador único. Así, en la estepa euroasiática surgieron formaciones políticas poderosas que desafían esta concepción tradicional. Estos grupos desarrollaron sistemas de organización imperial sin recurrir a una jefatura única o a una estructura monárquica centralizada. Este fenómeno, que se observa, sobre todo, entre los pueblos nómadas de Europa central y oriental entre los siglos VI y X, pone en cuestión la rigidez de nuestras categorías históricas sobre cómo definir un imperio.

En un recientes estudio, la historiadora Evgenia Komatarova-Balinova propone un análisis profundo de estas formas de poder “acefálicas”, a partir de las confederaciones tribales de origen túrquico como los ávaros, jázaros y búlgaros. A través de las fuentes arqueológicas, lingüísticas y escritas, Komarova muestra cómo estos grupos desarrollaron complejas redes de poder descentralizado que pueden considerarse imperiales incluso ante la ausencia de emperadores.

Jarra de oro ávara con la representación de una figura ecuestre. Fuente: Wolfgang Sauber/Wikimedia

Un concepto flexible de imperio

El primer paso para comprender estas estructuras exige que abandonemos la rigidez conceptual heredada del modelo romano o bizantino. Tradicionalmente, un imperio se define como un sistema de dominación territorial, gobernado por una figura carismática que ejerce el monopolio del poder militar y político. No obstante, las investigaciones recientes en historia comparada y arqueología de las estepas ha permitido considerar otras formas de organización imperial basadas en las alianzas intertribales, la movilidad y la diplomacia interregional.

Komatarova-Balinova destaca que las confederaciones nómadas que dominaron partes de Europa central entre los siglos VI y X no operaban desde una capital fija ni dependían de una dinastía establecida. En lugar de eso, su legitimidad se articulaba a través de mecanismos simbólicos, matrimonios estratégicos y el control de rutas comerciales clave. Esto no implicaba una ausencia de autoridad, sino una forma distinta de concebir el poder.

Tribu nómada a caballo
Recreación fantasiosa de poblaciones nómadas. Fuente: Midjourney/Erica Couto

El caso de los ávaros: hegemonía sin jerarquía vertical

Uno de los casos más ilustrativos lo protaginizó el kanato ávaro, quese estableció en la cuenca de los Cárpatos a mediados del siglo VI. d.C. Aunque algunas fuentes bizantinas hablan de un qagan o kan, es decir, un gobernante máximo, Komatarova-Balinova subraya que el poder ávaro se ejercía de manera predominante a través de una red descentralizada de clanes y linajes, más que mediante la imposición de un único soberano. Las élites locales retenían una considerable autonomía, mientras compartían ciertos códigos de prestigio, como el uso del oro, el estilo de los enterramientos y los vínculos matrimoniales.

Este modelo de dominación se basaba más en la hegemonía cultural que en la coerción militar permanente. La autoridad del qagan no residía tanto en un control directo del territorio, sino en su capacidad para mediar disputas, otorgar legitimidad y mantener el equilibrio entre las tribus subordinadas.

Cuenco para beber de oro
Cuenco para beber ávaro. Fuente: Walters Art Museum/Wikimedia

Jázaros y búlgaros: diplomacia, comercio y pluralidad de centros

Otro ejemplo notable lo proporcionan los jázaros. Su estructura política, en el siglo VII, se organizaba en torno a un doble liderazgo: un qagan con funciones rituales y un bek con atribuciones militares. Esta dualidad, según Komatarova-Balinova, refleja una disociación deliberada del poder simbólico y ejecutivo, lo que permitía mantener un equilibrio entre las distintas facciones internas y evitar así la concentración excesiva de poder en una única persona.

Los jázaros, que se habían establecido en el corredor del Volga, controlaban las rutas comerciales entre el mundo islámico, bizantino y el norte de Europa. Su sistema de gobierno favorecía la integración de diversas poblaciones —túrquicas, iranias, eslavas y judías— en una estructura flexible, pero cohesionada. Este pluralismo se tradujo en la cimentación de un imperio que, aun sin centro fijo ni capital única, disponía de una gran capacidad de negociación y adaptabilidad política.

Por su parte, los protobúlgaros, que inicialmente formaron parte del mundo jázaro, desarrollaron también una forma peculiar de organización tras su asentamiento en los Balcanes. Aunque el título de kan se utilizó para designar a algunos líderes, Komatarova-Balinova insiste en que la autoridad resultaba más difusa. En lugar de residir en las manos de una única persona, el poder se negociaba entre los linajes, las tribus aliadas y las poblaciones eslavas absorbidas.

Estructuras funerarias y símbolos del poder compartido

Uno de los aportes más innovadores del trabajo de Evgenia Komatarova-Balinova deriva del uso de la evidencia arqueológica para reconstruir estas formas de poder no centralizado. En particular, los túmulos funerarios (kurganes) revelan patrones de prestigio colectivo antes que una monumentalidad centrada en el culto personal. La riqueza en los enterramientos no parece concentrarse de forma exclusiva en determinados individuos del grupo, sino que se reparte entre miembros de distintas edades, géneros y funciones dentro de la comunidad.

Por otro lado, el análisis del equipamiento ecuestre, las armas y las joyas sugiere una distribución del poder simbólico entre múltiples actores. No hay signos de una iconografía imperial exclusiva ni de palacios que operasen como núcleos centralizados de poder. En su lugar, Komatarova-Balinova identifica una estética del poder compartido, en la que la identidad colectiva prima sobre la exaltación de una figura única.

Batalla de Versinikia
La derrota del emperado bizantino miguel I en la batalla de Versinikia contra los búlgaros. Crónica de Manasés. Fuente: Wikimedia

¿Imperios sin escritura?

Otro rasgo que distingue a estos “imperios sin emperadores” es la relativa escasez de documentos escritos producidos por ellos mismos. Mientras que los imperios sedentarios como Bizancio o los califatos islámicos generaron abundante documentación, las fuentes sobre los ávaros, los jázaros y los búlgaros provienen, en su mayoría, de observadores externos. Sin embargo, esto no implica una falta de sofisticación administrativa.

Komatarova-Balinova sugiere que la oralidad, los rituales diplomáticos y los objetos simbólicos cumplían funciones equivalentes a los decretos y las crónicas de las burocracias estatales. Además, el uso del alfabeto rúnico en contextos túrquicos y la eventual adopción del alfabeto griego o glagolítico (el alfabeto eslavo más antiguo) por parte de los búlgaros cristianizados indica una capacidad de adaptación institucional considerable.

Una lección para la teoría del poder

El caso de las confederaciones nómadas que dominaron Europa central entre los siglos VI y X obliga a repensar el concepto de imperio desde una perspectiva más plural y dinámica. Estos grupos construyeron sistemas de dominación duraderos y complejos a través de formas flexibles de autoridad, redes de intercambio y legitimidad compartida. No tuvieron necesidad de centralizar el poder en una figura única.

El trabajo de Evgenia Komatarova-Balinova demuestra que la historia del poder no puede reducirse a los modelos canónicos del trono y la corona. En las estepas de Europa oriental, el poder se repartía entre múltiples voces que gobernaban desde la movilidad, la diplomacia y la memoria oral. Estos imperios sin emperadores son ejemplos de las muchas formas que puede adoptar la autoridad política en la historia humana.

Referencias

  • Komatarova-Balinova, Evgenia. 2021. “Steppe Empires without Emperors. Avars, Bulgars and Khazars”, en F. Curta (ed.), The Routledge Handbook of East Central and Eastern Europe in the Middle Ages, 500-1300. London and New York, 2022.

Cortesía de Muy Interesante



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