Durante millones de años, las hormigas han estado presentes en todos los rincones del planeta, desde selvas tropicales hasta desiertos áridos. Su éxito evolutivo es innegable, pero su origen seguía envuelto en cierta bruma científica. Hasta ahora. Un equipo de investigadores brasileños ha descubierto el fósil de una hormiga prehistórica que no solo representa la especie más antigua jamás hallada, sino que también revela una historia completamente nueva sobre cómo estos insectos comenzaron a conquistar la Tierra.
El hallazgo ha sido descrito en la revista Current Biology por un grupo de paleontólogos del Museu de Zoologia da Universidade de São Paulo, liderados por Anderson Lepeco.
El fósil que reescribe la historia de las hormigas
La protagonista de este hallazgo es una hormiga alada que vivió hace 113 millones de años en lo que hoy es el noreste de Brasil. Fue encontrada en la famosa Formación Crato, una zona rica en fósiles de excepcional conservación. Sin embargo, lo verdaderamente extraordinario no es solo su edad, sino su identidad: pertenece al subgrupo extinguido de las Haidomyrmecinae, también conocidas como “hormigas del infierno”, una línea que coexistió con los dinosaurios y cuya morfología se distancia radicalmente de las hormigas actuales.
Este subgrupo, hasta ahora, solo había sido identificado en ejemplares conservados en ámbar en lugares como Birmania, Francia o Canadá, datados entre 99 y 100 millones de años atrás. El nuevo fósil —bautizado como Vulcanidris cratensis— no solo es más antiguo, sino que además constituye el primer registro de estas hormigas en roca, en lugar de ámbar, lo cual amplía el rango de medios de preservación para estos insectos.

Una criatura con mandíbulas de pesadilla
Lo que distinguía a estas hormigas del infierno era su morfología: poseían mandíbulas orientadas hacia arriba, parecidas a guadañas, que usaban para atrapar y probablemente inmovilizar a sus presas contra unas protuberancias frontales de su cabeza. En lugar de cerrar sus mandíbulas como las hormigas modernas —de lado a lado—, las Vulcanidris lo hacían de abajo hacia arriba, como si fueran pequeñas catapultas mortales.
Este tipo de especialización sugiere que, ya en sus primeras etapas evolutivas, las hormigas no solo se habían diversificado, sino que habían desarrollado estrategias de caza increíblemente complejas y únicas en el reino de los insectos. A través de imágenes de microtomografía computarizada en 3D, los investigadores pudieron analizar con un nivel de detalle inédito la estructura interna de la cabeza y las mandíbulas de este fósil, revelando una maquinaria anatómica perfectamente adaptada a su rol depredador.
El descubrimiento de esta hormiga en Sudamérica cambia por completo la narrativa predominante sobre la expansión geográfica de las hormigas. Hasta ahora, se pensaba que las primeras especies habitaban principalmente regiones de Laurasia —la antigua masa continental que incluía lo que hoy es Europa, Asia y América del Norte—. Pero este fósil sugiere que las hormigas ya estaban ampliamente distribuidas mucho antes de lo que creíamos, incluso en las tierras del sur de Gondwana, que incluía Sudamérica, África, India y Australia.
Este hallazgo implica que las hormigas no solo surgieron antes de lo esperado, sino que también tenían una capacidad de dispersión global sorprendentemente eficiente, algo que hasta ahora se atribuía a etapas evolutivas mucho más avanzadas. En otras palabras, las hormigas no solo aparecieron antes, sino que lo hicieron con fuerza, rapidez y diversidad.
El contexto ecológico de un depredador minúsculo
La Formación Crato, donde se encontró este fósil, representa un ecosistema semiárido de lagos someros con una biodiversidad fósil notable, pero en la que hasta ahora los registros de hormigas eran escasos. La aparición de Vulcanidris cratensis en este contexto sugiere que estos insectos no necesitaban ambientes boscosos o húmedos para prosperar, y que ya entonces eran capaces de adaptarse a una variedad ecológica mucho mayor de lo que se creía.

Mientras en otras regiones los fósiles de hormigas del infierno se hallaban atrapados en resinas de árboles, en Brasil este ejemplar quedó impreso en roca caliza, lo que plantea nuevas preguntas sobre su modo de vida. ¿Vivían en el suelo, cerca de cuerpos de agua? ¿Eran más abundantes de lo que hoy sugieren los escasos fósiles?
El hecho de que se haya encontrado un ejemplar hembra alada también abre la posibilidad de que se tratara de una reina, lo cual añade otra capa de complejidad: ¿cómo era la estructura social de estas primeras hormigas? ¿Existían ya castas obreras? ¿O estamos ante especies aún no plenamente eusociales?
Un nuevo punto de partida para entender la evolución de las hormigas
Este descubrimiento es mucho más que un fósil: es una ventana abierta al pasado profundo de la evolución de la vida en la Tierra. Gracias a técnicas de escaneo avanzadas y al estudio sistemático de colecciones ya existentes —como la del Museu de Zoologia da Universidade de São Paulo, que albergaba este ejemplar sin clasificar—, la ciencia sigue demostrando que no hace falta ir muy lejos para encontrar respuestas que cambian el rumbo de lo establecido.
Además, este tipo de investigaciones refuerzan la relevancia de Brasil como enclave paleontológico mundial, especialmente en lo que respecta a fósiles de insectos. Es probable que este sea solo el primero de varios hallazgos que, con ayuda de la tecnología y un poco de fortuna, continúen revelando los secretos de una era en la que las hormigas ya comenzaban a dominar el planeta.
Referencias
Cortesía de Muy Interesante
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