Impuestos saludables: el plan para hacer impagable la comida chatarra para frenar la obesidad en México

Los impuestos saludables no solo buscan recaudar. Su principal objetivo es encarecer productos nocivos —como refrescos, bebidas azucaradas y alimentos ultraprocesados— para modificar patrones de consumo y reducir el impacto sanitario.

FERIA DE SAN FRANCISCO

En entrevista con Bistronomie, de El Economista, Alejandra Macías Sánchez, directora del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), explicó:

“Estos impuestos tienen dos objetivos: generar ingresos y desincentivar el consumo de productos que generan externalidades negativas como obesidad, diabetes o hipertensión. El fin más grande es tener una población más saludable y productiva”.

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La voz del gobierno: un problema de salud nacional

La advertencia no solo proviene de los centros de investigación. El propio gobierno federal ha encendido las alarmas.

El secretario de Salud, David Kershenobich, reveló que en México 1 de cada 3 casos de diabetes mellitus y 1 de cada 1 de enfermedades cardiovasculares se atribuyen al consumo de refrescos.

México es uno de los países que más bebidas azucaradas consume, con 166 litros por persona al año. Kershenobich subrayó que un envase de 600 ml contiene hasta 15 cucharaditas de azúcar, y que este consumo se traduce en efectos acumulativos graves:

  • 7 de cada 10 niños y adolescentes toman refresco todos los días, incluso con el desayuno.
  • 4 de cada 10 presentan sobrepeso u obesidad.
  • El consumo de azúcares supera en la infancia el 10% de la ingesta calórica diaria recomendada por la OMS.

El funcionario alertó que este patrón reduce hasta 10 años la esperanza de vida y multiplica el riesgo de enfermedades como hígado graso, cirrosis no alcohólica y daño renal crónico. Incluso las bebidas “Light” o “Cero”, dijo, alteran la microbiota intestinal y elevan en 23% a 31% el riesgo de infartos o hemorragias cerebrales.

“Después de conocer estos datos, debemos preguntarnos si realmente vale la pena tomar un refresco todos los días”, enfatizó el titular de Salud.

La comida ultraprocesada bajo la lupa

El informe Impuestos Saludables. Más recursos para la salud pública advierte que más del 80% de la población mexicana consume refrescos regularmente y que el 93.6% de escolares los ingiere de forma cotidiana. Asimismo, botanas, dulces, postres y cereales azucarados forman parte del consumo diario de casi la mitad de adolescentes.

Comida chatarraPexels

Este tipo de alimentos, señala Macías, suelen tener “montón de ingredientes que ya ni entendemos qué son” y son responsables de la creciente prevalencia de obesidad en niños y adultos, lo que coloca a México en los primeros lugares a nivel mundial.

El problema no es menor: la obesidad y el sobrepeso costaron en 2019 cerca de 445,791 millones de pesos, el 1.78% del PIB, una cifra 9 veces superior a la recaudación del IEPS en ese mismo año.

La propuesta: impuestos más altos y específicos

Actualmente, el IEPS a bebidas saborizadas se cobra por litro, pero especialistas plantean que se actualice por contenido de azúcar y que los incrementos sean mayores a la inflación, para que realmente desincentiven el consumo.

“El objetivo —explica Macías— es que los aumentos hagan prácticamente inalcanzables estos productos. Si el ajuste es solo por inflación, el poder adquisitivo se mantiene y no hay cambio en el consumo”.

Con estas reformas, el CIEP y organizaciones aliadas estiman que la recaudación podría alcanzar hasta 0.6% del PIB, equivalente a unos 250,000 – 300,000 millones de pesos anuales.

Entre reformulación e industria

El sector alimentario ha intentado responder con la reformulación de productos, reduciendo azúcar o incorporando edulcorantes. Sin embargo, Macías advierte que esta estrategia no siempre implica mejoras reales:

“Decían que quitar el azúcar para poner colorantes era una solución, pero a veces resulta peor. La lógica es que no se quite el impuesto aunque reformulen, porque lo que necesitamos es cambiar la cultura alimentaria en México”.

La batalla contra la comida chatarra y las bebidas azucaradas en México va más allá de prohibiciones en escuelas o etiquetas de advertencia. El verdadero cambio está en los precios.

Expertos señalan que lo correcto es elevar el costo de estos productos, hasta que dejen de ser opción cotidiana, se perfila como la estrategia más clara para enfrentar una crisis de salud que cuesta cada año más vidas y recursos públicos.

OBRAS DE INFRAESTRUCTURA HIDALGO

Cortesía de El Economista



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