Insectos comestibles en Hidalgo: tradición y futuro de la gastronomía sustentable

El consumo de insectos en Hidalgo es una práctica con profundas raíces en la cultura otomí-tepehua. Desde tiempos prehispánicos, diversas especies han formado parte de la dieta local, no solo por su sabor, sino por su alto valor nutricional y su bajo impacto ambiental en comparación con otras fuentes de proteína.


Entre los más consumidos están los chinicuiles, pequeños gusanos rojos que habitan en los magueyes y se degustan fritos o en salsas; los escamoles, conocidos como el “caviar mexicano”, que son larvas de hormiga preparadas con mantequilla y epazote; y los chapulines, que se tuestan con sal, limón y ajo para comerse como botana o en tacos.


Actualmente, el interés en los insectos comestibles va más allá de la tradición. Su producción es más sostenible que la ganadería convencional y su aporte en proteínas, grasas saludables y minerales los convierte en una alternativa alimenticia para el futuro. En Hidalgo, cada vez más restaurantes y mercados ofrecen estos ingredientes en sus platillos, fusionando lo ancestral con la gastronomía contemporánea.


Así, los insectos comestibles no solo representan un legado cultural, sino una oportunidad para un consumo más consciente y sustentable.



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