Irène nació el 12 de septiembre de 1897, en París. Desde muy pequeña demostró gran interés y habilidad por las matemáticas. En su infancia no asistió al colegio, pues sus propios padres y las amistades de estos le enseñaron todo lo necesario, en algo parecido a una cooperativa de enseñanza. Los estudios de secundaria sí los hizo de forma reglada, en el Colegio de Sévigné e ingresó en la Facultad de Ciencias de la Universidad de París en 1914, con diecisiete años. Allí estudió Física y Matemáticas, pero tuvo que interrumpir temporalmente sus estudios debido a la Primera Guerra Mundial. En este periodo de su vida ayudó a su madre a servir en el servicio de radiología con las petites curies, aquellas ambulancias equipadas con un aparato de rayos X portátil inventado por el español Mónico Sánchez. Acabó dirigiendo el desarrollo de los dispositivos de rayos X en las instalaciones de hospitales militares de Bélgica y Francia. Una vez finalizada la guerra, recibió la Medalla Militar.
El Instituto del Radio
En 1918 pasó a ser asistente de su madre en el Instituto del Radio (actual Instituto Curie) en París, donde completó su tesis doctoral sobre los rayos alfa del polonio. Dicha tesis fue dirigida por Paul Langevin, colega y amigo de sus padres. Es el momento en el que conoció a Jean Frédéric Joliot, con quien se casaría en 1926. Ambos tomaron el apellido Joliot-Curie. Al año siguiente nacía Hélène y en 1932, Pierre. El matrimonio pronto comenzó a investigar en conjunto, especialmente en el ámbito de la física nuclear. Investigaron la estructura del átomo y en particular la del núcleo. En su tiempo se habían descubierto el neutrón (1932) y el positrón (1932). En el año 1934 consiguieron producir por primera vez elementos radiactivos de forma artificial. Lo lograron bombardeando boro, aluminio y magnesio con partículas alfa. A partir de aquí pudieron demostrar que hay isótopos inestables que emiten radiación en su proceso de descomposición. Gracias a este descubrimiento se añadieron a la tabla periódica más de 400 radioisótopos. Las aplicaciones actuales se extienden desde la investigación científica hasta los usos médicos.
La relevancia de su descubrimiento es de tal envergadura que las consecuencias no se hicieron esperar, pues en 1935recibieron ambos el Premio Nobel de Química, «por sus síntesis de elementos radioactivos». Su madre, Marie Curie, que obtuvo el mismo reconocimiento en 1911, no pudo celebrar el nuevo triunfo familiar: había muerto solo un año antes.
El matrimonio Joliot-Curie también investigó las reacciones en cadena e incluso trabajó en un posible reactor nuclear. Irène fue nombrada por Léon Blum en 1936 como subsecretaria de Estado de Investigación Científica, pero apenas tres meses en el cargo decidió dejarlo debido a sus divergencias, siendo sucedida por el físico Jean Perrin, premio Nobel en 1926. Diez años después asumiría la cátedra de Física General y Radiactividad de la Sorbona y la dirección del Laboratorio Curie del Instituto del Radio. Pero en 1951 fue apartada de la Comisión Francesa de Energía Atómica por sus simpatías con el Partido Comunista Francés.
Poco a poco, el matrimonio se fue involucrando activamente en política y en el debate del impacto social del uso de la radiactividad. Irène participó en el Comité de Vigilancia contra el Fascismo, fundado por su director de tesis, Paul Langevin. En 1948 viajó a Estados Unidos para dar conferencias en favor de los republicanos españoles exiliados. Durante este viaje, fue retenida en Ellis Island, pero tras su liberación, la esperaba en Princeton el mismísimo Albert Einstein.
Durante la Segunda Guerra Mundial decidió quedarse en Francia, sobre todo por sus problemas de salud, que la obligaban a acudir con frecuencia al sanatorio de Dordoña o el de Alta Saboya. Sin embargo, trasladó a sus hijos a Suiza durante varios meses en 1944. Al año siguiente aceptó la vicepresidencia de la Unión de Mujeres Francesas y se adhirió al Comité Mundial para la Paz y el Desarrollo. Las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki la empujaron a convertirse en militante contra el uso militar de la energía nuclear, una postura que compartieron cientos de científicos de la época.
En 1954 dirigió la construcción de un acelerador de partículas para la Universidad de Orsay, que se puso en marcha pocas semanas antes de su fallecimiento. Irène Joliot-Curie murió el 17 de marzo de 1956 en París, víctima de leucemia causada por su exposición a la radiación durante sus investigaciones.
Cortesía de Muy Interesante
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