James Brown usaba ruleros, y llega de la mano de Alfredo Arias

James Brown usaba ruleros es el sugerente título de la obra de la prolífica y exitosa dramaturga francesa Yasmina Reza, que se estrenará en el teatro Sarmiento, bajo la dirección de Alfredo Arias. Lo curioso (o tal vez no tanto) es que el título de la pieza no es más que una mención que hace uno de los personajes, para justificar la acción de otro. Es decir que ni James Brown ni sus ruleros tienen que ver directamente con la historia. Pero como todo tiene que ver con todo, la asociación entre el nombre y los hechos que se cuentan no es del todo casual.

“Esta obra difiere bastante de otras de la misma autora”, señala Marcos Montes, quien desde hace quince años trabaja con Arias, tanto en la Argentina como en París (Tatouage y Trois Tangos son algunos títulos que lo demuestran) y que en esta ocasión compone a un padre burgués, quebrado por los problemas de salud mental de su hijo. Si bien hay una historia, el tono poético se apropia de la escena.

Jacob (interpretado por Dennis Smith, quien también es cantante y aquí hace lucir su voz) es un joven que cree ser Céline Dion -una de las voces más exitosas de todos los tiempos-. Sus padres, el matrimonio Hutner (representado por Claudia Cantero y Montes), deciden internarlo en una clínica psiquiátrica; allí hay otro paciente, Philippe (Juan Bautista Fernandini), que es blanco, pero se cree negro. La psiquiatra (compuesta por Adriana Pegueroles, bailarina y actriz que también trabajó con Arias de ambos lados del Atlántico y fue parte del Cirque du Soleil), con métodos diversos para uno y para otro, atenderá los dos casos.

En uno de los últimos ensayos antes del estreno, el prestigioso director procura que todo salga como si ya se tratara de una función con público -hasta se escucha la voz en off que solicita que se apaguen los teléfonos celulares-. Arias se sienta en la quinta fila, sin quitarse su elegante sombrero, y se dispone a disfrutar de una función para pocos, que resulta impecable. El brillo no solo está en el vestuario -colorido y vistoso-, ni en la figura de la canadiense Céline Dion, a quien emula Jacob, sino en la totalidad de una puesta orgánica y minimalista que lleva el sello de Arias.

Un momento del ensayo de la obra que se verá en el FIBA. Fotos Mariana Nedelcu

“Yasmina me propuso montar la obra. Fue algo inesperado”, confiesa. Desde hace poco más de dos años, el premiado y reconocido director, actor y regisseur de ópera argentino, radicado en Francia, está viviendo en la Argentina. “Pasé un momento muy violento, porque falleció mi compañero; estuve dos años acompañándolo y, por su fragilidad, no me quedó posibilidad en este tiempo de regresar a París. Luego las cosas se fueron encadenando y me quedé acá. Pero tengo que reanudar mi vida en París”, cuenta Arias.

El humor está presente, pero subyace el drama; los padres de Jacob no lograron integrar a su hijo en lo que llaman “la vida normal”. El tratamiento tampoco va muy bien. Esos padres, de clase acomodada, vida burguesa y atravesados por el dolor que les causa el cuadro que padece su hijo, no ven resultados positivos con la internación. “El humor aparece en la escritura de Yasmina; hay una gran ironía todo el tiempo, latente. El espectador elegirá si se queda con la comedia o con la parte más profunda la obra”, reflexiona el director.

“La psiquiatra es un personaje que desconcierta. Habría que preguntarle a Yasmina qué relación tiene con el psicoanálisis, porque el personaje de la psiquiatra es muy irónico, es disparatado, me parece que en el fondo plantea que la salida no está por ahí, que es una salida que se nos ofrece, pero no es exactamente el camino más sano”, continúa.

El director de la obra, Alfredo Airas.El director de la obra, Alfredo Airas.

“Yo me psicoanalizo y lo hago ahora sobre todo por la situación de duelo en la que me encuentro, pero desconfío mucho de los lugares comunes que ha planteado el psicoanálisis”, agrega a título personal.

El devenir de la puesta va llevando al espectador por distintas imágenes muy potentes que le revelan sutilmente la secuencia narrativa. “Jacob jugaba en su infancia a ser Céline Dion y casi sin solución de continuidad empieza a presentarse como Céline Dion. Es una identificación a medio camino: por un lado, es un fanático, pero a la vez dice que es ella misma”, anticipa Marcos un rato antes de ese ensayo. “Desde lo discursivo, Jacob y Philippe tratan de llevar adelante aquello que se autoperciben”, explica el actor, a cuyo personaje lo que sucede se le presenta como algo fuera de su órbita de comprensión. Y sufre la impotencia y la culpa.

“Mi personaje es miedoso y esto que le pasa con el hijo es lo último que le hacía falta para enfrentar su lucha con la vida cotidiana”, explica Montes, e insiste en los esfuerzos amorosos que hace el matrimonio para intentar acercarse a su hijo.

Con humor y con poesía, Con humor y con poesía, “James Brown usaba ruleros” aborda el tema de la salud mental.

James Brown usaba ruleros se estrenó en el Teatro de la Colina, en París -ciudad en la que la obra, luego, en otro teatro, tuvo una temporada acotada-, dirigida por las propia autora. Arias vio esa puesta, pero no quiso ver la versión alemana. “Gonzalo Garcés hizo la adaptación y yo hice la edición del texto con autorización de la autora”, explica Arias. “Yasmina me dio libertad. Me pidió que no se cambiara el texto y no cambiamos una sola palabra. Trabajé sobre la estructura”, repasa el director. “El orden es diferente del original. En el libro de Yasmina, la sucesión de las escenas es más impresionista, no se continúan de la misma manera que yo lo hice”, explica. “Lo que interroga una escena encuentra su respuesta en la siguiente”, continúa. La presencia de la autora en la función del viernes 18 de octubre genera ansiedad en el director.

Con humor y con poesía, James Brown usaba ruleros aborda el tema de la salud mental. Una pieza contemporánea que propone una cuestión universal y muy actual. La locura que nos enfrenta con la contradicción de quiénes son verdaderamente los cuerdos y quiénes no. En ese sentido, el personaje de la psiquiatra viene a poner en tela de juicio esa delimitación.

“La psiquiatra no parece estar demasiado en sus cabales; sus tratamientos, de los que no se revela demasiado, sus formas opuestas para tratar a uno y otro, producen un cambalache bastante increíble”, define Montes. “Lo que ocurre en esa clínica es un corso a contramano”, agrega el actor, citando un parlamento de la obra. Y aparece la duda: ¿cómo saber si el médico al que seguimos está en lo correcto o no? “¿Cuántas veces avanzamos a tientas confiando en una persona?”, se pregunta Montes y dice que esta obra es como El Principito -al menos ésa es una interpretación posible para él-, en tanto hay un recorrido de búsqueda, lleno de interrogantes. “La ceguera de los que se creen los cuerdos, pero que también tienen sus pequeñas dosis de locura que les impiden poder ver con claridad” es uno de los postulados de la pieza según uno de sus protagonistas.

“Esta obra difiere bastante de otras de la misma autora”, señala Marcos Montes, quien desde hace quince años trabaja con Arias.“Esta obra difiere bastante de otras de la misma autora”, señala Marcos Montes, quien desde hace quince años trabaja con Arias.

Todo transcurre en el parque de la clínica; ese espacio representa el lugar de las visitas: hay tres cabinas -¿desinfectantes?, ¿remiten a la pandemia?-, que cuestionan cuán aproximables son realmente esos dos mundos, el de los padres que hacen un viaje de dos horas para visitar a su hijo y el de esos pacientes con una salud mental que no parece permitir un acercamiento verdadero. Esas cabinas están en contra de la posibilidad de un espacio común.

“Es una apuesta de arte de Alfredo, sobre todo en la parte escenográfica, lumínica y de vestuario. Visual y plásticamente presenta algo exquisito”, define Montes. “En el original, había un fondo con proyecciones y una serie de paneles que iban recortando el espacio según las escenas”, cuenta Arias. Pero él quiso proponer algo diferente, motivado por la impresión que le causaron las clínicas en tiempos de pandemia.

“Me tocó frecuentarlas y veías a la gente a través de vidrios o plásticos. Esa especie de soledad, de estar incomunicados, de ver amigos hospitalizados detrás de un vidrio… Y me quedó la sensación del diálogo intervenido por el silencio que provoca la placa que separa”, dice Alfredo, que con esa disposición escenográfica plantea que el abrazo no es posible. “La idea es, más allá de la cuestión de género, de qué manera se dialoga con la locura. Uno piensa que los momentos de lucidez de la persona perturbada van a durar y no duran, desaparecen como una pompa de jabón. Y hay que volver al diálogo de las obsesiones”, explica.

El teatro Sarmiento queda en el mismo predio del ahora Ecoparque.El teatro Sarmiento queda en el mismo predio del ahora Ecoparque.

James Brown usaba ruleros abre preguntas. Los padres aceptan que el hijo haga lo que quiera, pero ¿por qué ser otra persona?, ¿por qué no canta con su voz? La locura: un tópico literario recurrente y necesario. A los locos se los encierra, se les teme… Pero, ¿qué es la locura y qué es la cordura? La pregunta por quiénes somos realmente. ¿Bajo qué máscaras nos mostramos al otro? ¿Qué ve el otro de lo que somos? Y seguramente el espectador saldrá gratificado, pero también, sin respuestas. Como un poema habitado por preguntas retóricas, James Brown usaba ruleros presenta imágenes, metáforas e infructuosas (pero bellas) búsquedas.

En el FIBA

Las primeras funciones de esta obra de la premiada escritora francesa Yasmina Reza (algunos de sus títulos: Art y Un dios salvaje) serán en el marco del FIBA (Festival Internacional de Buenos Aires, ya pasaron los días 18, 19, y repetirá 25 y 26 de este mes, a las 20) y se esperaba la presencia de la autora para la noche del debut. Luego, a partir del 31 de octubre, comenzará la temporada de James Brown usaba ruleros. La obra se presentará en el teatro Sarmiento (Av. Sarmiento 2715), dirigida por Alfredo Arias.

El director Alfredo Airas y actor Marcos Montes, en la puerta del teatro donde estrenan  .El director Alfredo Airas y actor Marcos Montes, en la puerta del teatro donde estrenan .

Esta pieza poco convencional, sobre la identidad y la diferencia, fue traducida y adaptada por Gonzalo Garcés. El elenco está integrado (por orden de aparición) por Marcos Montes, Claudia Cantero, Dennis Smith, Adriana Pegueroles y Juan Bautista Fernandini.

La música original fue compuesta por Alejandro Terán, el diseño de iluminación es de Matías Sendón, el diseño de vestuario de Julio Suárez y el diseño escenográfico de Julia Freid.

Las funciones de James Brown usaba ruleros tendrán lugar de jueves a domingos a las 20 horas. Duración: 65 minutos. Platea: $ 9.000. Jueves: $ 5.000.

El título

Jacob dice ser Céline Dion. Sus padres lo internan. Otro paciente, Philippe, está en la misma clínica. Una psiquiatra poco convincente inicia el tratamiento. El padre se preocupa y le causa estupor que su hijo, creyendo ser otro, se ponga ruleros. Desesperado, le dice a su esposa: “Hoy se puso ruleros”. Y ella, intentando ser más comprensiva, justificando las acciones de su hijo, le responde: “James Brown también usaba ruleros”. Entonces, si una figura viril, estrella del rock, lo hacía, ¿qué de malo puede tener que Jacob lo haga? No suena la música de James Brown ni se lo vuelve a mencionar. Sin embargo, algo de lo que el título sugiere se sostiene durante toda la obra. Marcos Montes hace su propia lectura: “La pieza tiene que ver con el glamour de las estrellas de rock y la fascinación que despiertan”.

James Brown (1933-2006), cantante de soul y funk estadounidense, convertido en una estrella de la música en los años ’50, además enfrentó problemas judiciales. Aquí, da su nombre a una obra poética y movilizadora. “A partir del título, uno piensa que es una cosa más kitsch, pero yo tampoco he querido ir para ese lado”, afirma Alfredo Arias.

El teatro Sarmiento

Es uno de los teatros del Complejo Teatral de Buenos Aires. Está fuera del corredor de teatros de la avenida Corrientes. Ubicado en el mismo predio del ahora Ecoparque (antes, Zoológico de Buenos Aires), el teatro Sarmiento (Av. Sarmiento 2715), muy cerca del Jardín Botánico, tiene el encanto de estar rodeado de naturaleza. Y de manera ¿casual?, en la obra la naturaleza y el modo de relacionarse de los personajes con ella es un aspecto importante.

“Voy en bici hasta el teatro y paso por un camino en el que veo ranas, sapitos… En los camarines oímos a los animales. Esas cosas me sensibilizan mucho”, dice Montes, que cursó tres años en la Facultad de Veterinaria. “Estar en el teatro y al salir sentir que en la naturaleza la obra sigue su curso es maravilloso”, asegura.

Cortesía de Clarín



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