Mientras que fármacos como Ozempic o Wegovy ganan popularidad entre las personas que desean perder peso, los científicos estudian diversos mecanismos del cuerpo humano con la esperanza de dar con alguna alternativa. La última de estas investigaciones llega de la mano de un equipo japonés, el cual ha observado los diversos factores que afecta cómo los humanos ganamos o perdemos pesos.
Concretamente, los japoneses han estudiado el efecto que tienen el número de mordiscos, los ritmos percibidos en el ambiente y hasta el género en la duración de la comida. Los expertos buscaban descubrir si comer más despacio puede hacer que las personas coman menos y, en consecuencia, perder peso.
El experimento
La idea de comer despacio para comer menos no es nueva. De hecho lleva décadas presente en guías y recetas para perder peso. La base científica de este consejo está en cómo el cuerpo y el cerebro interactúan durante la digestión. Al comer, los nervios y hormonas envían al cerebro señales para indicar cuando el individuo se ha saciado. Es precisamente este mecanismo el que permite que Ozempic ayude a perder peso.
Para su investigación, los científicos diseñaron un experimento con 33 personas de entre 20 y 65 años, a las cuales pusieron a comer pizza. Durante la prueba, el equipo midió el número de mordiscos y las veces que masticaban. Notaron que las mujeres tardaban más en comer su porción que los hombres (87 segundos frente a 63 de hombres), también masticaban más y tomaban más mordiscos.
Pero no solo el género afectaba al hábito alimenticio, Durante la prueba, el equipo usó metrónomos y auriculares para inducir diversos ritmos en algunos participantes y comprobar su respuesta. Gracias a esto, descubrieron que los estímulos rítmicos cambiaban el tiempo requerido para comer. Según el estudio publicado en la revista Nutrients, un tempo de 40 pulsos alargaba notablemente la duración de la comida.

Facilitando el trabajo
Sin embargo, el estudio tiene sus limitaciones. En primer lugar, 33 participantes constituyen una muestra muy limitada. En segundo lugar también hay que considerar las diferencias culturales entre Japón y otros países, como México. Es decir, aspectos como la gastronomía o incluso el cómo la sociedad espera que hombres y mujeres se comporten a la hora de comer en público.
Pese a ello, Katsumi Iizuka, líder de la investigación, señala que los resultados pueden ayudar a diseñar estrategias personalizadas que faciliten la pérdida de peso, las cuales se adapten a las necesidades de cada persona. La investigación también ofrece la oportunidad de saber más sobre cómo los cambios en el contexto puede influir en la conducta alimentaria, por ejemplo, al usar música con tempos lentos para comer más despacio.
Cortesía de Xataka
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