
El lunes 24 de noviembre (2025) las principales avenidas y calles de la ciudad de México amanecieron extrañamente vacías.
El cotidiano tráfico vehicular, se redujo y produjo escenas similares a las que se observan al día siguiente de las grandes festividades como Navidad y Fin de año.
¿La razón?: el anuncio de un mega bloqueo de carreteras en los principales acceso de la Ciudad de México y 20 entidades de la República Mexicana.
Además de algunas de las principales vialidades de la capital y el Estado de México.
Los bloqueos en carreteras iniciaron desde temprano, principalmente en las autopistas que comunican a la Ciudad de México con el resto del país.
Y en distintas entidades, también se realizaron bloqueos totales o parciales.
El llamado al diálogo por parte del gobierno, no fue atendido.
La inconformidad y el hartazgo por dos graves problemas, llevaron a diferentes organizaciones civiles a advertir sobre los bloqueos en carreteras y vialidades.
Por una parte, la inseguridad y el alto nivel de robo al autotransporte de carga.
Y por la otra la crisis en el campo y la exigencia de mejores condiciones para los productores.
Coincidieron en el tiempo la desesperación y el hastío de sendos grupos sociales: la Asociación Nacional de Transportistas y el Frente Nacional por el Rescate del Campo Mexicano.
De la crisis en el campo, ya nos hemos referido en este espacio en otras ocasiones.
El otro gran problema, el del robo al autotransporte de carga, es un tema, que aunque frecuentemente gana espacios en los medios de información y se mantiene latente todo el tiempo, lo cierto es que pareciera que no se tiene clara conciencia de su dimensión
El robo al autotransporte de carga, tiene en “jake” al aparato circulatorio del país.
El robo a los transportes de carga en México tiene al borde de la asfixia a la logística de la que depende el abasto interno y el comercio internacional: exportaciones e importaciones.
Las “venas” de la Nación están comprometidas por la creciente industria negra de la delincuencia.
Prácticamente todo el territorio nacional se ha convertido en una zona de riesgo para el transporte de carga y para las familias e individuos.
Las cifras aunque no son uniformes en el ámbito oficial y privado, son elocuentes.
Describen una actividad criminal creciente y cambiante.
Los robos a camiones de carga y al transporte de mercancías en México representan un problema persistente que afecta la logística, la economía y la seguridad vial.
Al cierre del 2024, de acuerdo con cifras de la Asociación Mexicana de Empresas de Seguridad Privada e Industria Satelital (AMESIS), el total de robos a transporte de carga fue de 15,937 incidentes registrados, un incremento del 9.18% respecto al 2023.
Esto equivale a un promedio de 60 robos por día.
Los robos a mercancías en tránsito, registraron un crecimiento del 9.15-9.18% vs. 2023, con énfasis en hurtos con violencia y uso de inhibidores de señal (jamming), que representó el 69% de los casos.
Según datos de la Asociación Mexicana de la Industria de Seguros (AMIS) los robos de vehículos pesados asegurados, alcanzaron las 9,558 unidades robadas entre febrero de 2024 y enero de 2025, un aumento del 2.2% anual. Incluye tractocamiones y semirremolques como los más afectados.
Para 2025, no hay un reporte consolidado oficial de AMIS para robos a mercancías en todo 2025, pero los datos parciales indican un crecimiento moderado.
El total estimado de robos a transporte de carga es de aproximadamente 18,150 incidentes, basado en un promedio de 55 robos diarios reportados en el año.
Las pérdidas anuales que registran las compañías son por alrededor de 7,000 millones de pesos al año, según cálculos de las aseguradoras y el sector logístico.
Además de tales daños hay que considerar que la interrupción de las cadenas de suministro derivan en aumentos en precios al consumidor final.
El problema de la inseguridad y robo de mercancías en las carreteras nacionales es de tal magnitud que incluso se ha convertido en un tema de diferencia entre Estados Unidos y México.
Hay señalamientos de que el robo de camiones de carga afecta la facilitación del comercio, prevista en el T-MEC e impacta negativamente a las exportaciones e importaciones.
Frente a la magnitud de este problema, el gobierno de México está obligado a encontrar una solución.
No sólo porque están en riesgo el objetivo antiinflacionario gubernamental y el abatimiento de la informalidad, sino porque ya es un nuevo tema de fricción en la relación con nuestro principal socio comercial y un elemento que antena contra la competitividad de México, a partir de uno de sus motores más potentes: el sector exportador. Al tiempo.
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Cortesía de El Economista
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