Cada tanto, cuando en el cine aparece un autor con un sello personal, suele buscársele parangones, influencias o similitudes. Hay que tener espaldas y talento para resistir todo tipo de análisis. Y Joachim Trier (Copenhague, 1° de marzo de 1974) viene lidiando con el fantasma y las sombras de pertenecer al cine nórdico o escandinavo, ya que filma en Noruega y se lo ha llegado a comparar con Ingmar Bergman, más que nada por su obra más reciente, Valor sentimental, que estrena hoy, 25 de diciembre, en la Argentina.
Con el maestro sueco tiene semejanzas: ambos exploran temas psicológicos y familiares, pero si el director de Sonata otoñal era más proclive a mostrar la oscuridad de las relaciones familiares, Trier prefiere aportarle luz y cierta calidez, enfocándose más en la compasión. La memoria es otro tema en común, al igual que el dolor emocional.
La casa, como un campo de batalla
Por ejemplo, en Valor sentimental, que transcurre prácticamente en una casona familiar, Trier la utiliza como un campo de batalla psíquico, en el que las heridas de los protagonistas dan lugar a diálogos punzantes para contar la intimidad del drama familiar.
En resumen, Valor sentimental trata sobre un cineasta retirado (Stellan Skarsgård, el actor de Chernobyl) que desea volver a entablar relación con sus dos hijas (Renate Reinsve, musa del realizador, e Inga Ibsdotter Lilleaas). Desea rodar la película que será su gran regreso al cine en esa casona familiar de la que se fue al separarse de su esposa, ahora fallecida. Y quiere que su hija mayor, que es actriz de teatro, la protagonice.
Trier, que seguramente sea él candidato al Oscar a la mejor dirección, y su filme aspire al premio de la Academia a la mejor película internacional, y por qué no al premio mayor, el de la mejor película del año, a secas, mantuvo una extensa charla exclusiva con Clarín, el único medio argentino que lo entrevistó, a horas del estreno en la Argentina.
Su abuelo, Erik Løchen, fue un cineasta cuya opera prima Jakten (1959) fue seleccionada para la Competencia Oficial en Cannes 1960, un festival en el que Joachim es asiduo concursante. Su filme Thelma compitió, sin suerte, en el Festival de Mar del Plata, en 2017.
-¿Estás familiarizado con el cine argentino?
-Un poco. Soy bastante amigo de Alexis Dos Santos (el director de Glue), pero él es de una generación más joven.
La familia, y lo que no se dice
-¿Cuál fue tu punto de partida para crear “Valor sentimental”?
-Fue la familia, los hermanos, las hermanas. Cuán diferentes se sentían, incluso si crecieron en la misma casa. Ese fue el punto de partida. Y todo lo que hay, todo lo que sucede en una familia, y no sabemos cómo enfrentarlo, no hablamos de ello, pero lo sabemos. Y nadie lo dice.
Su abuelo cineasta y prisionero de guerra por los nazis
-Tu abuelo fue director de cine. Me pregunto cuánto de la historia de “Valor sentimental” es en cierto modo personal.
-Es personal, pero no de forma directa. Yo de maneras indirectas siempre intento crear un esquema, fuera de mí mismo, con los personajes, para poder sentirme que estoy libre cuando estoy creando. Me gusta sentirme libre cuando hago películas, pero cuanto más trabajo con eso, resulta que más personal se siente. Soy un cineasta de tercera generación, y mi abuelo fue tomado prisionero durante la Segunda Guerra mundial, porque estaba en la resistencia contra los nazis. Estaba muy traumado.
Y también sentía que mi padre estaba en cierta medida traumatizado. Yo quería hablar del efecto dominó, el efecto onda expansiva de un trauma histórico en la familia. Así que puedo decirte que Valor sentimental es personal, pero no biográfico, como decirte que este o aquel personaje no es una persona real.
Es probable que Inga Ibsdotter Lilleaas y Elle Fanning compitan entre sí por el Oscar a la mejor actriz de reparto.-Siento que “Valor sentimental” trata en gran medida sobre la intersección entre el cine y la realidad.
-Sí, sí. Es que resulta imposible dividir en una vida creativa entre los dos lados del cerebro. En la película, una de las hermanas, la más joven, va al Archivo Nacional para entender su pasado. Le interesa conocer la verdad, documentarse. La otra hermana es como que viviera en un edificio llamado Teatro Nacional, en el que Ibsen, el dramaturgo, hizo todas estas obras donde nos proyectamos e imaginamos para entendernos a nosotros mismos. Así que creo que el filme es esta intersección entre ambas cosas.
Padre, hija y una relación complicada
-Lo que veo en “Valor sentimental” es una relación imposible entre una hija y un padre, casi como una triste historia de amor, pero ellos son muy parecidos. Y que, dentro del mundo de la vida creativa, podrían realmente encontrarse.
-Es que estos personajes son muy similares, ¿no? Siento que son casi iguales. Y se aman, pero no saben cómo estar cerca uno de otro. Y ésa es la dinámica de la fuerza que dirige la historia. ¿Hay una posibilidad para algún tipo de reconciliación, incluso si no saben cómo hablar entre ellos?
Joachim Trier nació en Dinamarca, estudió en Londres y filma en Noruega.-¿Cómo trabajás en los rangos emocionales de tus personajes, para explicarles luego a tus actores lo que querés que expresen?
-Comparto muchas cosas personales y los hago hablar sobre sus vidas. También son hijos de padres, o padres de hijos, o hermanos, hermanas. Así que intento convivir con ellos para que encuentren una conexión personal.
Trier, con su elenco, con el Grand Prix en la mano en la última edición del Festival de Cannes.Y luego, estructuralmente, tengo la responsabilidad de construir la historia, para que ellos puedan vivirla, sentirla en el momento para que todo resulte de manera natural.
Renate, la actriz que es su musa
-Sé que Renate Reinsve fue la primera persona a la que le propusiste la película, y ella te permitió construir el personaje en torno a ella.
-Sí, lo hice. Tenemos una gran confianza para que ella pueda tomar riesgos y hacer cosas que son inesperadas, e intentar cosas nuevas, porque nos conocemos mucho. Y también creo que compartimos una característica en nuestras personalidades, que somos muy… Estamos muy enfocados, dirigidos a buscar, investigar todo desde el arte. Hicimos eso desde que éramos niños.
Las heridas del pasado en una familia desunida, uno de los ejes de la película.Ella actuaba de niña, yo filmaba desde chico, así que sabemos cómo es sentir que “sobrevivís” tu vida haciendo arte. Y la verdad es que ninguno de nosotros sabe cómo salir de eso. Nos divertimos mucho creando, ella y yo ya tenemos nuestra propia familia y somos buenos amigos. Ella tiene un hijo y yo también tengo una esposa y un hijo. Y hablamos mucho de lo agradecidos que somos de que hemos salido un poco de la burbuja, porque estamos en esta burbuja del cine.
.¿Recordás la primera vez que la conociste?
-Sí, fue en Oslo, 31 de agosto, una película que hice hace como 15 años. Ella era muy joven y entró luego de pasar un casting, un casting abierto. Alguien la grabó antes de que la conociera. Y después de 3 segundos pensé, wow, ¿quién es esta persona? Porque tiene una especial presencia frente a la cámara.
-Ella, en esa película, tiene solamente dos líneas de diálogo.
-Es que yo creo que el 90% de lo que hago es trabajar sobre los actores, el equipo, para que todo salga bien.
-Tus películas compiten en varios festivales internacionales. ¿Cómo ves el presente del cine de autor? ¿Notás cambios debido al auge del streaming, o eso no afecta tu cine?
-Hay muchas cosas paradójicas, contradictorias y sorprendentes que están ocurriendo. Las grandes estructuras cinematográficas son vulnerables en este momento. Pero la gente está viendo películas internacionales alrededor del mundo ahora más que nunca. Porque todos en el streaming aprenden a leer subtítulos. Eso es, al menos, interesante.
Trier y el realismo social
-Estudiaste en la Escuela Nacional de Cine y Televisión de Londres, a la que llamaban “Escuela Nacional de Cine y Televisión Realista Social”. ¿Tenés interés en el realismo social?
-No… Estoy aquí, adonde llegué, por la actuación. He aprendido mucho de la tradición británica de trabajar con amateurs y con actores profesionales para intentar crear una actuación de vida. Pero soy un poco cuidadoso con el término realismo, porque es muy relativo. Me gusta ese momento en el que sentís que hay un evento que es único frente a la cámara, y que ese toque es lo que utilizás en el cine para tratar de lograrlo.
Emmanuelle Riva y Eiji Okada, en “Hiroshima mon amour”. Trier tiene una pasión por el filme.-¿Seguís siendo un gran fan de Michelangelo Antonioni, Resnais, Brian De Palma?
-Sí, sí, sí. Todavía amo esos cines. Alain Resnais… Hubo algo que fue divertido. Tuve que elegir un clip para este programa al que fui invitado. Y elegí algo de Hiroshima mon amor. Vi la película de nuevo el otro día. Y creo que es un cine fantástico. Para mí, es como El Ciudadano, de Orson Welles, del cine moderno. Tiene todo. Una gran actitud psicológica, una gran alegoría, comentarios políticos, juega con la forma del documental y la ficción. Es uno de los filmes más ricos y, para mí, sagrados. Y trata sobre la imposibilidad para un individuo de comprender la historia, que es la verdad trágica de todas nuestras vidas. Nunca vamos a entender nuestra relación con la historia. Pero intentamos, y tenemos que intentarlo. Y creo que este filme trata de lo recordado y lo no recordado. Es un filme hermoso.
-¿Estás trabajando en un nuevo proyecto?
-Es que no tengo tiempo. En estos momentos estoy aquí en Londres, haciendo entrevistas por la película. Pero empezaré a escribir muy pronto.
-¿Qué tan importante es para vos trabajar con el mismo equipo, tu coguionista, tu editor?
-Sí, ja, el mismo editor, el mismo coguionista. Es mi banda. ¿Sabés? Siempre quise ser músico. Pero no era un buen baterista de punk. Así que me salí de la banda, y acabé haciendo esto.
Cortesía de Clarín
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