Durante su participación en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, Joan Manuel Serrat sostuvo un encuentro con medios en el que revisó distintos momentos de su vida artística, la relación con los poetas que ha interpretado, los episodios políticos que marcaron sus desplazamientos por América Latina y el reconocimiento que recibirá por parte de la Universidad de Guadalajara.
Ante la pregunta sobre los temas que ha abordado en sus canciones y aquello que aún no ha cantado, Serrat explicó que para él la música es un modo natural de expresión. “La canción es una forma de expresarse, una manera de comunicarse, algo que compartimos. Canción viene con nosotros, llega con el hombre cuando llega y se va con él también”, señaló. Agregó que su deseo es cerrar su ciclo vital del mismo modo en que lo inició. “Se llega a esta vida cantando y cantando me gustaría que me despidieran también. Todo merece ser cantado y todo se puede cantar”.
El cantautor habló también de Barcelona, ciudad a la que atribuye buena parte de su identidad artística y personal. Recordó el barrio donde nació, originalmente habitado por familias españolas que llegaron para iniciar nuevas vidas y que hoy es un punto de llegada de comunidades latinoamericanas y árabes. Esa transformación, dijo, no le es ajena, pues comprende el impulso de quienes buscan oportunidades para sus hijos. “El barrio ha sido mi argumentario siempre. Mis canciones están llenas de barrio y difícilmente yo podía haber escrito un trabajo alejado de mi propia realidad”, afirmó. Sobre el Doctorado Honoris Causa que recibirá este viernes por parte de la UdeG , añadió que lo acepta “con toda humildad y con todo afecto”, reservando su mensaje formal para la ceremonia.
Otro de los temas que surgieron durante la conversación fue el golpe militar en Chile en 1973 y los acontecimientos del plebiscito de 1988, que él vivió con particular intensidad debido a su cercanía con el país y a las restricciones que enfrentó. Recordó el quiebre político y emocional, ya que generó el golpe en la región. Sobre 1988, rememoró la llegada al país con la certeza de que sería retenido. “Sabía que me estaban esperando y que no iba a ser para abrazarme”. Narró que fue devuelto a Buenos Aires y que dejó un mensaje grabado desde el baño del avión, con la expectativa de que el pueblo chileno lograría avanzar hacia un cambio. “La victoria, un ejemplo del comportamiento del pueblo de Chile de ser capaz, gobernando todavía el dictador, de decirle que no lo querían más”.
Serrat también habló del proceso creativo que lo llevó a musicar la obra de Antonio Machado y Miguel Hernández. Aseguró que la motivación no fue difundir la obra de los poetas, sino hacer canciones que él percibió como posibles al leer sus versos. “Yo al leer sus versos descubrí que allí podían existir unas hermosas canciones. No lo descubrí porque fuera muy listo, sino porque las sentía”. Comentó que el vínculo con esos textos provino de la intuición musical y de la fuerza poética que encontró en ellos. Sobre la recepción posterior, sostuvo que si esas obras permanecieron fue porque el público reconoció en ellas algo propio. “Si la gente no hubiera encontrado buenas canciones, no hubiera descubierto al poeta. El poeta entra por los poros de la piel de la gente”.
Al reflexionar sobre la reacción de distintos autores ante la musicalización de su obra, narró que algunos mostraban reservas, mientras que otros celebraban que sus poemas trascendieran la página. Mencionó el caso de Mario Benedetti como un ejemplo de esta última postura. “Benedetti era un hombre que amaba a los que trabajaban con sus versos y trataba de mandar más allá del libro el argumentario que había dentro de sus poemas”.
En un momento más personal, respondió a una pregunta sobre los sonidos que conserva de la infancia. Fue breve, pero contundente. “Los tres sonidos que más me deben haber influenciado deben estar muy cerca de mis padres, muy cerca de mi madre, especialmente; muy cerca de alguno de mis muchos maestros y muy cerca de mis hijos”.
Consultado sobre el retiro de Joaquín Sabina, Serrat aclaró que la jubilación no es una categoría con la que se identifique. “Retirar es una palabra fea. Jubilación también, que es una mentira. Nadie se jubila”. Explicó que su salida de los escenarios responde a la exigencia física y organizativa de las giras, no a un alejamiento total del trabajo creativo. Afirmó que, aunque ha dejado de presentarse en conciertos desde hace más de dos años, continúa activo en otras formas y no siente un deseo de regresar al ritmo anterior. Sobre Sabina, sentenció: “Lo único que quiero es que Joaquín esté feliz y esté bien”.
Cuando se le preguntó por qué decidió acudir a Guadalajara si había dejado los escenarios, Serrat puntualizó que su decisión estuvo guiada tanto por la razón como por el instinto, y que su presencia en la FIL responde a su interés personal en estar presente. “Estoy aquí porque quería estar en Guadalajara”. Añadió que la participación de Barcelona como ciudad invitada lo motivó aún más, y que, de no haber sido convocado, habría buscado formar parte de la delegación.
El artista profundizó en su relación con México, país al que llegó por primera vez en 1970 y con el que estableció un vínculo duradero durante el exilio que atravesó en 1976. Desde entonces, explicó, encontró un espacio de acogida que se volvió determinante en su vida. “Cuando yo no podía volver a mi casa, aquí encontré mi casa”. Recordó también los procesos cotidianos de adaptación lingüística, cultural y afectiva que marcaron su estancia, así como la importancia de la familia Taibo y otros círculos de exiliados en su integración. Su descripción sintetizó el aprendizaje que obtuvo en el país. “Encontrarme mucha gente que me ha enseñado quién soy, de dónde vengo y a qué debo”.
La conversación cerró con una reflexión sobre la juventud como estado transitorio. Serrat señaló que, aunque el espíritu pueda conservarse, el cuerpo ofrece otros límites. “Ser joven es un estado temporal de la vida. Lo primero que debe aprender alguien que está en este estado es que es relativo y provisional”.

SV
Cortesía de El Informador
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