Jordi Puig-Suari, ‘padre’ de los satélites más utilizados del mundo: “Todas las misiones espaciales deberían tener en cuenta la sostenibilidad”

“Yo solo soy un chico que quería hacer aviones en Barcelona allá por los años 80 y, por cosas de la vida, acabé diseñando aparatos que han llegado hasta Marte”, explica, sonriente, el ingeniero catalán Jordi Puig-Suari, el inventor del modelo de satélites que ha revolucionado la industria espacial y que, actualmente, se utiliza en todo el mundo. “El sector espacial necesita un cambio de mentalidad para ser más sostenible, más innovador, más transformador”, comenta el ‘padre’ de los ‘Cubesats’ y profesor de la California Polytechnic State University en una entrevista con EL PERIÓDICO en Málaga, donde esta semana se ha celebrado el ‘Small Satellites & Services International Forum’ (SSSIF).

Su invento consiste en una ‘plantilla’ de satélite del tamaño de una caja de zapatos que puede ensamblarse como un puzle y programarse para multitud de usos. ¿De dónde surgió la idea de crear algo así?

Soy una persona a la que le gustan los retos. De esas que disfrutan más creando cosas que teorizando. Así que cuando empecé a dar clases, les propuse a mis estudiantes diseñar satélites juntos. De ahí salieron ideas maravillosas. ¿Problema? Que por aquel entonces era casi imposible que se llevaran a cabo porque el coste de los lanzamientos era algo inaccesible. Fue entonces cuando, junto a Bob Twiggs, de la Universidad de Stanford, nos pusimos a buscar una solución.

“A veces el riesgo, la incertidumbre, el peligro es necesario para el desarrollo. Si solo vamos sobre lo seguro, la innovación se estanca”

¿Y cuál fue la idea ganadora?

Hacerlo todo lo más fácil posible. Se nos ocurrió diseñar una estructura muy sencilla, con el formato de una caja y, sobre todo, extremadamente segura tanto para los proyectos en sí como para los lanzadores espaciales que debían llevarlos en órbita. Al principio, las grandes empresas espaciales no querían llevar satélites hechos por estudiantes porque temían que ocasionaran daños en la carga principal. ¿Pero quién se iba a oponer a llevar al espacio algo tan compacto como una caja? La clave de nuestro éxito fue la sencillez de la idea.

“La clave de nuestro éxito fue la sencillez de la idea”

La sencillez puede ser una ventaja, sí. ¿Pero acaso algo tan sencillo no puede resultar también una limitación para los proyectos?

¡Al contrario! A veces son justamente estas restricciones lo que incentiva la búsqueda de soluciones innovadoras. En el caso de estos satélites, por ejemplo, sabemos que se trata de estructuras muy sencillas y que, además, muchas veces se utilizan en proyectos donde existen limitaciones tanto técnicas como presupuestarias. Esto nos ha llevado a utilizar tecnología muy barata y accesible, como los chips de los teléfonos móviles o de los ordenadores, al espacio. Y no solo funcionó sino que, además, cambió la mentalidad de la gente y mostró que se pueden hacer cosas impresionantes con muy poco. Fíjate la de cosas que se pueden hacer con un poco de ingenio.

Catalunya ya ha lanzado varios satélites utilizando su tecnología. Incluso la NASA los utiliza para algunas de sus misiones. ¿Tiene usted una estimación de cuántos de sus ‘Cubesat’ se han lanzado al espacio?

La última vez que lo miré, allá por 2018, ya eran más de mil. Esta cifra sigue creciendo año tras año porque cada vez son más los proyectos que trabajan para llegar al espacio. Ya no se trata de una herramienta solo para estudiantes. También la utilizan pequeñas y grandes empresas de todo el mundo, así como las agencias espaciales. A veces el lanzamiento de estos satélites es el fin en sí. Pero otras es una manera de poner a prueba una idea para seguir desarrollando proyectos más grandes. Me gusta pensar que cada satélite genera nuevas ideas.

“Me gusta pensar que cada satélite genera nuevas ideas”

Con la cantidad de satélites que se lanzan y sabiendo que, además, tienen una vida limitada, ¿acaso no le preocupa contribuir al problema de la basura espacial?

El problema de la basura espacial no son tanto los pequeños satélites como los ‘Cubesats’ sino las grandes constelaciones comerciales como Starlink o los restos de misiones espaciales. Aun así, igual que ocurre en la Tierra, todos debemos remar en la misma dirección y aportar nuestro granito de arena para solucionar el problema. Desde el principio nuestros satélites siguen una normativa muy estricta para que cuando acaben su misión salgan de la órbita y de desintegren en la atmósfera.

¿La sostenibilidad es algo opcional para las misiones espaciales?

No debería serlo. De hecho, las misiones espaciales deberían tener en cuenta la sostenibilidad en todos sus ejes. Desde el objetivo de la misión, la búsqueda de materiales, los sistemas de propulsión y hasta el fin de su vida útil. Pero para que esto funcione necesitamos un cambio de mentalidad y un compromiso global con la causa. No tiene sentido que, por ejemplo, Europa avance hacia esta dirección mientras que en otras partes del mundo hacen lo contrario.

¿Cuál es el gran reto de futuro para el sector espacial?

Seguir innovando. Y ojo, porque decirlo es muy fácil pero hacerlo no tanto. En la industria espacial es muy común que cuando algo funciona nos anclamos a ello porque supone una garantía. Pero a veces el riesgo, la incertidumbre, el peligro es necesario para el desarrollo. Si solo vamos sobre lo seguro, la innovación se estanca. Y no queremos eso.

“Me emociona pensar que donde yo en los años ochenta no tuve opciones ahora se está creando un ecosistema lleno de oportunidades”

De todas las misiones que se han lanzado con sus satélites, ¿hay alguna que le haya emocionado especialmente?

Sí. Hay dos que recuerdo con mucho cariño. La primera fue cuando se envió un ‘Cubesat’ a Marte a bordo de la misión Insight de la NASA. Pensar que mi invento ha llegado hasta el planeta rojo es algo que aún me eriza la piel. Y la segunda es cuando vi el lanzamiento del satélite hecho por estudiantes de la Universitat Politècnica de Catalunya. Me emociona pensar que donde yo en los años ochenta no tuve opciones ahora se está creando un ecosistema lleno de oportunidades. Es algo de lo que deberíamos estar orgullosos. 

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Cortesía de El Periodico



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