Mañana de clima templado en el jardín de una confitería porteña. Un paraíso en medio de la jungla de cemento donde algunos parroquianos hacen una pausa previa al almuerzo. En ese espacio rodeado de plantas, ubicado frente a la plaza Rodríguez Peña, aparece Juan Gatti, el artista argentino al que muchos consideran como un cronista visual de la cultura pop de los años setenta y que terminó de transformarse en el aliado inseparable del cine de Pedro Almodóvar al crear los diseños de los afiches de todas sus películas.
Vestido de riguroso color negro, envuelto en perfume seductor, con el infaltable atado de cigarrillos y el encendedor en su mano, Juan Gatti se sienta frente a una taza humeante de café, dispuesto a la charla. Tiene un hablar pausado y un tono netamente rioplatense que ocultan sus cinco décadas de residencia en España.
Pequeño en estatura, pero enorme en talento, comenzó a demostrar su arte al imaginar tapas de discos en una época en la que el rock nacional estaba en plena efervescencia. Son conocidos sus trabajos para Sui Generis, Pappo’s Blues, Moris, Crucis y Pastoral, aunque la tapa legendaria del álbum Artaud, que diseñó en 1973 para el grupo Pescado Rabioso que lideraba Luis Alberto Spinetta, es toda una obra de arte con forma irregular, como si fuera una estrella de cuatro puntas con el color verde de la absenta.
“A Luis Alberto lo conocí en Mar del Plata. Yo era un estudiante de Bellas Artes y un gran fan de los Beatles y los Rolling Stones y oír esas canciones en español me impresionó. No había presión empresaria sobre las tapas, era siempre más una decisión de Jorge Álvarez (fundador del sello discográfico Mandioca), que estaba atrás de casi todos los proyectos musicales del momento y respetaba mucho la creatividad”, rememora mientras exhala humo de su tabaco.
“Era como un juego. Todos pendejos entre los que había gente de mucho talento, pero nunca pensé que se iba a transformar en un fenómeno nacional. Eran chicos que querían tocar y expresarse en cualquier lado, aunque sea en un bar. Jorge Álvarez es el que aglutinó ese movimiento y lo convirtió en emblemático”, agrega.
Luego, el mundo
El intenso anhelo de ruptura y libertad llevó a Gatti a afincarse primero en Nueva York, donde estuvo dos años, para luego recalar en Madrid. Allí, se empapó de la movida local y conoció a Pedro Almodóvar, el cineasta manchego para el que realizó los afiches de todos sus filmes.
“Por aquellos años vivir en la Argentina se había vuelto muy difícil, porque siempre te sentías frágil. Era fines de los ’70 y uno pensaba que podías ser sospechoso de algo por estar en la agenda de cualquier persona. Te sentías un poco como en guardia. Al punto que muchas veces me quedaba a trabajar de noche y cubría las ventanas del departamento con frazadas para que no vieran luz”, expresa con seriedad.
A Almodóvar lo conoció cuando el director incipiente mostraba sus primeros trabajos en 8 mm: “Pedro proyectaba unos cortos que no tenían sonido y él hacía las voces durante la proyección. Recién empezaba a hacer cine y quedamos enganchados durante todos estos años”.
“En cuanto al método, una vez que elige una historia me manda el guion y comienza la preproducción en la que le presento algunas ideas y las vamos desarrollando. Antes con una sola ya estaba, pero desde que el Festival de Cannes hizo una exhibición con los afiches, él decidió que tengo que mostrarle varias propuestas. Si no le hago al menos quince, no está contento”, cuenta entre risas.
La dupla, para muchos comparada con la forjada entre Alfred Hitchcock y el diseñador gráfico estadounidense Saul Bass, concretó imágenes inolvidables como las que podrán admirarse en la muestra instalación Juan Gatti-Cartelera, que inaugura el próximo jueves 2 de octubre en el hall central del edificio de la FADU en Ciudad Universitaria.
Homenaje y doctorado
Afiches de Mujeres al borde de un ataque de nervios, Átame, Tacones lejanos, Kika, La flor de mi secreto, Carne trémula, Hable con ella, La mala educación, Volver, Los abrazos rotos, La piel que habito, Dolor y gloria, La voz humana, Extraña forma de vida y La habitación de al lado son parte de los trabajos que esta leyenda viviente del diseño expondrá dentro del marco del Festival Internacional de Cine que organiza la UBA.
La ocasión tendrá su broche de oro con una distinción más que merecida; será declarado Doctor Honoris Causa y eso le genera expectativa y alegría en dosis parejas: “La verdad, me siento muy honrado y lo que más me gusta es que me nombran Doctor que siempre fue el sueño de mis padres. Ellos querían tener un hijo doctor y no entendían cómo podían pagarme por hacer algo que para mí no significaba ningún sacrificio, como el diseño”, acota mientras vuelve a encender otro cigarrillo.
Gatti sonríe cuando el cronista le dice que vamos por las últimas preguntas y dice: “Me estás engañando, ya me lo dijiste tres veces”. Afable, responde: “Tengo pendiente hacer una serie con animación en 2D. Lo hice para títulos de crédito, pero me gustaría desarrollar un libro de Pedro que se llama Patty Diphusa (una estrella internacional de fotonovelas porno), que escribió originalmente para una revista muy under. Es un trabajo monstruoso porque no me gustan ni el 3D ni la inteligencia artificial, y hay que hacerlo casi artesanalmente para que no se pierda ese oficio”.
Y completa: “¿Sugerencias para jóvenes? Que estudien primero, que vayan a una escuela de bellas artes y empiecen con dibujo en papel. Es difícil desarrollar personalidad o encontrar lenguaje propio, pero no tienen que basarse en modas ni tendencias. La gente que triunfa es la que aporta algo nuevo, algo que nadie está haciendo y, sobre todo, fundamental, que nunca fumen”, concluye con una gran sonrisa.
Cortesía de Clarín
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