
La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) confirmó este 19 de septiembre de 2025 el fallecimiento de Julieta Fierro Gossman, destacada astrónoma, física e investigadora, a los 77 años de edad. Originaria de la Ciudad de México, dedicó su vida a la investigación científica y, sobre todo, a la divulgación de la ciencia, un campo en el que fue pionera en México.
Estudió Física y Astronomía en la Facultad de Ciencias de la UNAM y se especializó en estudios del Sistema Solar y medio interestelar. Fue investigadora del Instituto de Astronomía y profesora universitaria, además de directora del museo Universum y de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia, cargos desde los cuales diseñó estrategias para acercar el conocimiento a niños, jóvenes y adultos.
Te puede interesar
Reconocimientos internacionales
Su trabajo le valió múltiples premios nacionales e internacionales. Entre ellos destacan el Premio Kalinga de la UNESCO, el Premio a la Divulgación de la Academia de Ciencias del Tercer Mundo, el Premio Sor Juana Inés de la Cruz de la UNAM y la Medalla al Mérito en Ciencias “Ing. Mario Molina” otorgada por el Congreso de la Ciudad de México.
Julieta Fierro recibió además cuatro doctorados honoris causa y fue miembro honorario de la Academia Americana de Artes y Ciencias, una distinción que han compartido figuras como Albert Einstein y Charles Darwin. Solo 14 mexicanos han alcanzado este reconocimiento, entre ellos el ex rector José Sarukhán y el físico Marcos Moshinsky.
La voz que hizo de la ciencia un puente
La científica publicó más de 40 libros, cientos de artículos y participó en programas de radio y televisión, conferencias y exposiciones. Obras como La familia del sol y Cartas astrales son muestra de su capacidad para explicar fenómenos complejos con un lenguaje accesible.
Te puede interesar
Con humor y cercanía, Fierro creía que la divulgación debía ser reconocida como parte esencial de la labor académica. “El día que valga la divulgación de la ciencia, ese día los científicos, que son súper listos, también la harán”, afirmaba.
Ciencia con rostro humano
Además de sus aportaciones científicas, Fierro defendió el papel de las mujeres en la ciencia. Señalaba que aún faltaban políticas para conciliar la vida académica con la maternidad y proponía medidas como guarderías en centros de estudio o becas prolongadas para doctorados y posdoctorados.
En entrevista con El Economista compartió anécdotas personales que reflejaban su humanidad y sentido del humor. Recordaba que de niña quería ser cirquera, tener un elefante y ser madre de 12 hijos, sueños que con el tiempo se transformaron en una vocación por la ciencia. Su amor por la divulgación, decía, nació cuando intentaba explicarle conceptos a su hermano con síndrome de Down, a través de experimentos y anotaciones sencillas.
Te puede interesar
Un legado que trasciende
Durante la pandemia de Covid-19, Fierro envió mensajes de aliento y reflexionó sobre la importancia de reinventarnos como sociedad. Continuó activa en proyectos con la UNESCO y escribía un libro en colaboración con la escritora Angelina Muñiz-Huberman, que unía poesía y astronomía.
La UNAM, institución donde desarrolló gran parte de su carrera, lamentó profundamente su muerte: “Con su voz y dedicación acercó la ciencia a varias generaciones, dejando un legado que trasciende las fronteras y el tiempo”.
La doctora Julieta Fierro se definía como una mujer sencilla que disfrutaba cuidar plantas, compartir con amigas y dar conferencias. Hoy, su huella permanece en cada niña, niño y joven que descubrió en ella que la ciencia también puede ser cercana, apasionante y profundamente humana.
Cortesía de El Economista
Dejanos un comentario: