Julio César: el líder que cambió Roma pero nunca fue emperador

Cuando pensamos en el Imperio Romano, muchas veces el nombre de Julio César viene a nuestra mente como una figura clave, a veces incluso considerado el primer “emperador” de Roma. Pero, si bien es cierto que César dejó una huella imborrable en la historia de Roma, la afirmación de que fue emperador es, en realidad, incorrecta. Su legado es mucho más complejo y su rol en la transformación política de Roma se encuentra a medio camino entre la República y el Imperio.

Para entender por qué César no fue emperador, primero es crucial conocer en qué situación política se encontraba Roma durante su vida y cuáles fueron los verdaderos roles que desempeñó. En palabras de Santiago Castellanos, Doctor en Historia por la Universidad de Salamanca, profesor de Historia Antigua en la Universidad de León y autor de “Historia de Roma”, publicado recientemente por Pinolia, “César fue uno de los políticos en la crisis de la República. Su ascenso, en inicio con alianza con otros más consolidados como Craso y, sobre todo, Pompeyo, le deparó su primer consulado. La conquista de las Galias, durante la década de los cincuenta a. C., le proporcionó el prestigio militar que tanto ansiaba. En la crisis de la República, una de las claves fue que las legiones siguieran más a sus generales, con cara y ojos, que al propio concepto abstracto de República”.

La crisis de la República y el ascenso de César

Durante el siglo I a.C., Roma se encontraba en una situación política y social turbulenta. Lo que hasta entonces había sido una república estable con un sistema de gobierno compartido entre magistrados, el Senado y la Asamblea, se fue desmoronando debido a luchas internas de poder, corrupción y desigualdad social. Las instituciones que habían garantizado el equilibrio de poder no pudieron resistir las tensiones generadas por las ambiciones de figuras individuales, entre ellas, Julio César.

César se consolidó como líder militar tras sus victorias en la guerra de las Galias, que le proporcionaron un inmenso prestigio y riqueza. En este contexto, se fue debilitando la idea de la República como un sistema abstracto donde la autoridad se distribuía entre varias instituciones, y en su lugar, las legiones comenzaron a sentir más lealtad hacia sus generales que hacia la propia República. La concentración de poder en las manos de unos pocos fue lo que finalmente llevó a la guerra civil en Roma.

Este conflicto, conocido como el bellum civile, enfrentó a César contra Pompeyo, quien había sido su aliado en el Primer Triunvirato. La victoria de César en esta guerra no solo lo convirtió en el hombre más poderoso de Roma, sino que también marcó el inicio de un nuevo capítulo en la historia de la ciudad. 

No obstante, es importante señalar que, a pesar de sus logros y su concentración de poderes, César aún operaba dentro del marco de la República. Según Castellanos, “César salió victorioso de la misma. Y ya durante el proceso militar, desde 49 a. C., comenzó a concentrar poderes, muy sustancialmente en 45 y en las primeras semanas de 44 a. C. Su dictadura terminó siendo perpetua, algo nunca visto. Solamente la de Sila, varias décadas antes, se había acercado (aunque dejó sus cargos para retirarse) en cuanto que vulneraba la tradición republicana que sí había tenido la dictadura como un recurso de excepción y en todo caso efímero”. Sin embargo, este poder no lo convirtió en emperador.

Guerra Galias
En la pintura de Lionel Noel Royer con Vercingétorix arrojando sus armas a los pies de Julio César podemos ver un carnyx entre la panoplia del suelo. Wikimedia.

El título de ‘imperator’ y el malentendido

Una de las razones por las cuales muchos creen que César fue emperador es la confusión en torno al título de imperator. Este título, que César recibió, no debe confundirse con lo que entendemos hoy como “emperador”. En la Roma republicana, imperator era un título honorífico concedido a un general victorioso por sus tropas tras una batalla exitosa. No implicaba el poder absoluto ni la creación de una nueva forma de gobierno, como sucedió después con el término emperador en el Imperio.

Como señala Castellanos, “ciertamente, César acumuló honores, títulos y poderes nunca antes vistos en una misma persona. Pero no fue emperador. Sí imperator, como otros generales habían sido aclamados en el pasado. Era un título honorífico sobre la base de éxitos militares en el ejercicio del imperium, el mando militar supremo sobre legiones”.

Esto es clave para diferenciar a César de lo que luego sería el rol de los emperadores romanos. A pesar de sus poderes y la dictadura perpetua, César no rompió con el sistema republicano de manera definitiva. Su dictadura aún tenía ciertos límites y coexistía formalmente con algunas de las instituciones republicanas, aunque debilitadas.

Augusto, el verdadero primer emperador

Si bien César sentó muchas de las bases para lo que sería el futuro Imperio Romano, fue su sobrino nieto y heredero adoptivo, Octavio —más tarde conocido como Augusto— quien consolidó el sistema político autocrático que caracterizaría al Imperio. Tras la muerte de Julio César en el año 44 a.C., Octavio se enfrentó a nuevos desafíos en una Roma todavía en crisis, pero supo navegar las complejas aguas de la política y, poco a poco, construyó un régimen en el que todo el poder residía en su figura.

Augusto
Augusto consolidó el Imperio Romano y se convirtió en su primer emperador. Foto: Wikimedia

Augusto no solo adoptó el título de imperator, sino que también reunió en su persona tanto el mando militar supremo como poderes políticos e institucionales que lo convirtieron en la máxima autoridad del Estado romano. Como dice Castellanos, “el primer emperador, sin embargo, fue Augusto. Aunque la palabra ‘emperador’ en español y en otras lenguas occidentales deriva de imperator, la clave de la figura imperial, de poder hablar de un emperador a la cabeza de un nuevo sistema político, fue que Octavio (Augusto desde 27 a. C.) asumió el liderazgo absoluto de otro sistema político, ya no la República”.

Fue con Augusto cuando la República dejó de existir de facto y se estableció el Imperio Romano, aunque formalmente se mantuvieron ciertas instituciones republicanas como el Senado. Esta transformación política fue gradual, pero en el año 27 a.C., Augusto logró un equilibrio entre el poder militar, el control político y la propaganda, presentándose como el princeps o “primero entre iguales”, lo que garantizaba una aparente continuidad con las tradiciones republicanas. En realidad, Roma ya estaba bajo el mando de un único gobernante.

La importancia de la figura de Julio César

Aunque Julio César no fue emperador, su figura sigue siendo fundamental para comprender la transición de la República al Imperio. Su asesinato en los Idus de marzo del año 44 a.C. marcó el inicio del fin de la República.

Asesinato Julio César
Recreación del asesinato del emperador romano Julio César. Foto: ASC.

En muchos sentidos, César fue el puente entre las dos eras de la historia romana, y su legado político, militar y cultural perduró durante siglos. Augusto supo capitalizar la imagen de César como figura de legitimidad, consolidando su propio poder y asegurando que el Imperio que él fundó llevaría el sello de su linaje.

Y es que, como indica Castellanos, “la construcción de la autocracia imperial, sin embargo, comenzó después de la derrota de Antonio y Cleopatra (31 a. C.). Una serie de decisiones, sobre todo concentradas en 27 y en 23 a. C., en resumen, provocaron el reforzamiento de un poder personal que unió el imperium o mando supremo militar, con la potestad tribunicia que le daba el poder civil, político, institucional, formaron las bases de esa autocracia imperial del princeps, del Augustus, que son los títulos que prefirió, es decir, de lo que nosotros conocemos como el primer emperador. Surgía así una nueva forma de sistema político: el Imperio“.

Historia de Roma. De las aldeas del siglo VIII a. C. al final del Imperio siglo V d. C.

Referencias:

  • Castellanos S. 2024. Historia de Roma: De las aldeas del siglo VIII a. C. al final del Imperio siglo V d. C. Pinolia.
  • Novillo López, M, Á. 2018. Julio César en Hispania. La Esfera de los Libros.
  • Beard, M. 2016. SPQR: una historia de la antigua Roma. Crítica.

Cortesía de Muy Interesante



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