La Bella y la Bestia, de Philip Glass en el Colón: un poema visual cargado de erotismo velado, atmósfera surrealista y simbolismo

La Belle et la Bête de Philip Glass tuvo su estreno latinoamericano en el Teatro Colón, con el Ensamble Arthaus bajo la dirección de Pablo Druker. La ópera para ensamble y film es un laberinto de repetición hipnótica que se funde con la poesía visual de Jean Cocteau como si el tiempo mismo se detuviera en un pulso eterno.

En esta pieza no hay sólo un homenaje a Cocteau, sino el segundo acto de una trilogía devota al poeta francés: después de Orphée (1993) y antes de la ópera de cámara bailada Les Enfants terribles (1996).

La película La Belle et la Bête (1946) de Jean Cocteau es una adaptación cinematográfica del clásico cuento de hadas francés recogido en el siglo XVIII por Jeanne-Marie Leprince de Beaumont. Pero el escritor y cineasta la convierte en algo más que un relato infantil: es un poema visual cargado de simbolismo, erotismo velado y atmósfera surrealista.

Por su parte, Glass tomó en 1994 la película -con Jean Marais rugiendo como bestia y Josette Day flotando como un sueño etéreo- y la despojó de su sonido original. Nada de diálogos hablados, nada de la música original de Georges Auric susurrando en el fondo. En su lugar, el compositor inyecta su ópera: un libreto en francés –el texto es idéntico al guion de Cocteau, sólo que transformado en un material musical- sincronizado milimétricamente con los labios de los actores.

Aunque en la producción local la precisión no fue siempre perfecta, el efecto de asistir a una película cuyos fantasmas cobraban vida en notas repetitivas se mantuvo intacto.

Esta obra no es una mera banda sonora. La música no “acompaña” la acción, sino que la refracta: ralentiza lo narrativo y convierte la película en una especie de mascarada simbólica.

En la música, que Glass concibió para su Ensemble –en esta versión se duplicaron las cuerdas–, las flautas serpentean como humo, los clarinetes graves gruñen como la bestia, los saxos lloran, los trombones retumban, el arpa y los sintetizadores tejen un velo minimalista. Las cuerdas y la percusión anclan el pulso.

El ensamble ArtHaus, bajo la dirección de Pablo Druker, ofreció un desempeño impecable de principio a fin. La partitura resonó como un pulso vital que transformó la película de Cocteau en una experiencia palpitante.

Ocultos a la vista, los cantantes hicieron que sus voces, amplificadas, se deslicen y se fundan con los timbres de la orquesta, en una integración lograda con maestría gracias al diseño sonoro de Daniel Osorio.

Sin las notables interpretaciones de los cantantes, que encarnaron a los personajes con convicción, sería difícil imaginar un resultado tan logrado en esta obra que retoma la trama del cuento eterno: Belle (mezzo-soprano, Jaquelina Livieri), sacrificándose por su padre, se adentra en el dominio de La Bestia (barítono, Víctor Torres, rugiendo con una ternura feroz).

Completan el cuadro un hermano (Alejandro Spies) y dos hermanas vanidosas -Félicie (Constanza Díaz Falú) y Adélaїde (Daniela Prado), sopranos agudas como puñales-; Avenant, el pretendiente seductor y traicionero (también a cargo de Víctor Torres); y el padre humilde (barítono, Gustavo Gibert).

Pero Glass no narra, la obra avanza en círculos. Sus arpegios ascendentes, como en la Promenade dans le jardin del Acto II, construyen una tensión erótica, un deseo que se enreda en loops infinitos, reflejando el tema cocteliano: la belleza interior como un velo que se rasga. Es un espejo del artista mismo -Cocteau, Glass- donde lo grotesco y lo sublime se besan en la oscuridad.

La experiencia dejó la sensación de haber soñado despierto. A sus casi 90 años, Glass sigue siendo el mago que hace que el minimalismo cante como un hechizo.

La Bella y La Bestia, ópera de Philp Glass basada en el film de Jean Cocteau.

Ciclo Colón Contemporáneo, coproducción con ArtHaus.

Dirección del Ensamble ArtHaus: Pablo Druker.

Elenco: Jaquelina Livieri (La Bella), Víctor Torres (La Bestia/Avenant), Constanza Díaz Falú (Félicie), Daniela Prado (Adélaїde), Alejandro Spies (Ludovic/El oficial del puerto)

Viernes 19, Teatro Colón.

Cortesía de Clarín



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