“La Casa Guinness”, una serie para viajar al Dublín del 1800 y conocer las rivalidades y el amor de una de las familias cerveceras más famosas del mundo

Es una serie que llegó al streaming con referencias: 1) está basada en hechos reales, no es un documental, pero bucea en una de las familias más poderosas de Irlanda, conocidísima en el mundo, 2) salió de la usina llamada Stephen Knight, el mismo creador de la exitosa Peaky Blinders y 3) aborda el drama histórico con un riguroso tratamiento de los detalles y del agitado clima de época. Con todas esas etiquetas desembarcó el jueves 25 La Casa Guinness en Netflix.

Y no defraudó, pero tampoco pinta -valga la redundancia, ya que la historia giro en torno a la cerveza- como “la serie del año”. Knight decidió desempolvar las miserias, lealtades y negociados que quedaron al descubierto tras la muerte de Sir Benjamin Lee Guinness, hombre fuerte del imperio cervecero.

Con su partida, en 1868, la importante compañía fundada en 1759 entra en una suerte de crisis, a la par que su propia familia. Porque al mejor estilo Succession, el patriarca de un clan no mira con los mismos ojos a sus propios hijos. O los hijos, tal vez, no merezcan en este caso las mismas devoluciones, el mismo cariño, la misma herencia.

El disparador narrativo de La Casa Guinness – de 8 episodios ágiles que van de los 44 a los 55 minutos- se instala en la herencia. Mejor dicho, en los cuatro herederos, hermanos que tienen vidas disímiles pero ambiciones parecidas.

Los muy buenos trabajos de Anthony Boyle como Arthur, de Louis Patridge como Edward, de Emily Fairn como Anne y de Fionn O’Shea como Ben permiten conocer lo que dicen, lo que callan, lo que esconden y entender así las alianzas y las rivalidades que se construyen puertas adentro de ese emporio familiar. Y también en “el afuera”.

Porque el zarandeo que produce el devenir de esa mega empresa cervecera que hizo fuerte a Dublín terminó generando luchas de poder a todo nivel. No es el reparto de un negocio familiar lo que está en juego, sino un poderío que muestra incontroladamente sus grietas.

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Tráiler de “La Casa Guinness”, serie de época que acaba de estrenar Netflix.

Con esmerado despliegue de producción, la serie se enmarca muy bien en el molde del drama histórico, tomando hechos reales a los que pincela con toques de ficción, exagerando algunas personalidades o situaciones.

Es ahí, en ese mix de ficción y realidad donde la serie cruje un poco y el espectador no entiende bien la frontera entre los sucedido y lo imaginado por su creador.

Con la certeza de que uno no está queriendo aprender de la historia irlandesa, de cómo eran Dublín o Nueva York en la segunda mitad del siglo XIX, La Casa Guinness entretiene, pero, sin proponérselo, confunde. Más de uno podría decir que es la misma fórmula de The Crown o de muchos otros dramas históricos en lo que la fantasía mejora visualmente algunos relatos, pero la historia de ese emporio cervecero no es tan conocido como la monarquía británica, con lo cual se vuelve difícil encontrar la delgada línea entre lo que fue y lo que hubiera sido.

¿Es necesaria trazarla claramente, acaso? Tal vez no sea indispensable, pero es tanto el empeño puesto en respetar cada detalle de aquel pasado sepia verdadero que la tendencia a dejarle la puerta abierta a lo ficcional le baja un poco el precio.

Drama histórico Protagonistas: Anthony Boyle, Louis Patridge, Emily Fairn y Fionn O’Shea Creación y guión: Stephen Knight Dirección: Tom Shankland y Mounia Akl Emisión: Ocho episodios en Netflix.

Cortesía de Clarín



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