“La ciencia es la mayor fuerza igualadora del mundo”: Omar Yaghi, el refugiado palestino que ganó el Nobel de Química

Fuente de la imagen, Cortesía: UC Berkeley

“Crecí en un hogar muy humilde, éramos una docena en una pequeña habitación”, recuerda el químico Omar Yaghi.

Ese espacio lo tenían que compartir aún más: en una mitad “dormíamos, comíamos” y, en la otra mitad, estaban unas vacas que criaban.

Los padres de Yaghi eran palestinos y, tras verse forzados a abandonar su tierra, llegaron a la vecina Jordania, donde él nacería en 1965.

Ante la carencia de servicios básicos en el área donde vivían, una de las tareas que sus padres le encomendaban de niño era la de buscar agua.

El suministro se ponía a la disposición de las familias de la zona cada dos semanas durante pocas horas.

“Almacenábamos tanta agua como podíamos en esas cuatro horas, esa era el agua que usaríamos durante dos semanas. Si se agotaba, teníamos que buscar otra fuente”, contó el científico en un video del Premio Tang, que ganó en 2024.

Los recuerdos de su infancia los volvió a evocar vívidamente el miércoles 8 de octubre cuando recibió la noticia de que había ganado el Premio Nobel de Química.

“Nací en una familia de refugiados”, le dijo a un periodista del sitio web del galardón.

“Creo que mi padre terminó sexto grado y mi madre no podía leer ni escribir”.

Esta es la historia del extraordinario viaje de quien es considerado el padre del campo de las estructuras metalorgánicas.

Los dibujos que lo hechizaron

Y es que para Yaghi, su vida “ha sido todo un viaje”, uno que la ciencia le permitió hacer.

“La ciencia es la mayor fuerza igualadora del mundo”, señaló.

Miembros del Comité del Nobel con una pantalla detrás que muestra los rostros de los tres ganadores del Premio Nobel de Química

Fuente de la imagen, JONATHAN NACKSTRAND/AFP via Getty Images

El profesor de la Universidad de California en Berkeley compartió el Nobel con Susumu Kitagawa y Richard Robson.

La Academia Sueca de las Ciencias resaltó en el trabajo de los tres la hazaña de desarrollar una “nueva arquitectura molecular”.

Y en el caso de Yaghi ese desarrollo comenzó con algo que vio cuando tenía 10 años.

Tras lograr entrar en una biblioteca, se acercó a una de las estanterías y agarró un libro al azar.

Los dibujos de unas moléculas lo dejaron absolutamente cautivado, contó en el video del Premio Tang.

Y aunque no sabía de qué se trataban esas ilustraciones, ese momento se convirtió en una especie de tesoro que quiso mantener en secreto.

Recuerda que era un niño callado, independiente, que le encantaba leer y estudiar.

Al mismo tiempo que se preguntaba “de qué estan hechas las cosas”, ayudaba a su padre en una tienda que tenía.

En una charla que ofreció a jóvenes en la Escuela Secundaria Superior de Hsinchu, en Taiwán, contó que colaborarle a su padre fue absolutamente crucial para hacerle “apreciar la calidad y el trabajo duro”.

Limpiando las mesas, las ventanas, haciendo que la tienda se viera atractiva para los clientes, aprendió la ética del trabajo.

“Él me enseñó que si vas a hacer un trabajo, lo tienes que hacer bien. De lo contrario, no lo hagas. Eso me lo enseñó cada día”.

“Un compromiso increíble”

Su padre, quien tenía una carnicería en Amán, la capital jordana, imaginó un destino distinto para Yaghi y le dijo que quería que se fuera a Estados Unidos a continuar con su educación.

Pero él, con 15 años, quería quedarse con su familia, cursar la universidad y trabajar en Jordania.

Omar Yaghi con una bata azul habla con un estudiante también con una bata azul

Fuente de la imagen, Cortesía: UC Berkeley

Su padre insistió y lo convenció.

“Me conmueve mucho ver cómo mis padres refugiados dedicaron cada minuto de su tiempo a sus hijos y a su educación, que la vieron como una manera de salir adelante, de superar situaciones difíciles. Eso requiere un compromiso increíble”, dijo el científico en una rueda de prensa tras conocerse la noticia del Nobel.

“Y no me faltó amor. No tuvimos muchas de las comodidades que otros tenían, pero sí tuve mucho amor”.

Viajó y se inscribió en una escuela comunitaria en Nueva York.

“Siendo un adolescente, él mismo se abrió su camino en Estados Unidos”, le dice a BBC Mundo Jorge Andrés Rodríguez Navarro, catedrático del Departamento de Química Inorgánica de la Universidad de Granada, quien mantiene una relación no solo profesional sino de amistad con el químico.

El joven Yaghi se mantenía con el dinero que ganaba empacando comestibles y limpiando pisos, mientras brillaba académicamente. Se graduó de químico con honores.

La educación que recibió la evocó tras conocerse que había ganado el Nobel.

“Este reconocimiento es realmente un testimonio del poder del sistema de escuelas públicas en Estados Unidos, que toma a personas como yo, que vienen de contextos muy desventajosos, de un entorno de refugiados, y te permite trabajar duro y distinguirte”, dijo.

“Un gran inspirador”

Como profesor, Yaghi también ha dejado una huella en muchos estudiantes, investigadores y colegas de diferentes países.

“El primer día que llegué a su laboratorio me dio las llaves de su despacho para que lo utilizara libremente y él se fue al despacho de los estudiantes. Es una persona increíble”, le cuenta a BBC Mundo el químico Daniel Maspoch, profesor de la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (Icrea).

Yaghi con una bata azul rodeado de estudiantes también con batas azules

Fuente de la imagen, Cortesía: UC Berkeley

“Me puse feliz cuando supe que había ganado el Nobel”.

Maspoch había visto a Yaghi en conferencias, pero fue en 2019, cuando lo invitó a Barcelona a ofrecer una charla, que lo pudo conocer mejor.

El vínculo se consolidó en 2024, cuando Maspoch pasó una temporada en el laboratorio de Yaghi.

“Pude compartir unos tres meses con él y con su grupo. Fue una experiencia inolvidable. Es una persona muy transparente, ayuda a todo el mundo, es un gran mentor, un gran inspirador, especialmente para los científicos jóvenes”.

“Cuando hablas con él, te das cuenta de que realmente te hace pensar mucho más allá de la ciencia que haces, va un paso más adelante.

“El grado de reflexión que tiene te lleva a momentos en los que sientes que vale la pena dedicarse a la ciencia. Verlo en acción es precioso”.

“Al mismo nivel”

El profesor Rodríguez no solo ha hecho trabajos con Yaghi sino que los une una amistad que comenzó hace unos 25 años.

Primero intercambiaron cartas, después correos electrónicos. Y es que el científico español le comentó que estaba interesado en el área en que estaba trabajando.

Yaghi combinó la química orgánica con la química inorgánica al desarrollar las estructuras metalorgánicas.

El profesor Omar Yaghi posa junto al profesor Jorge Rodríguez Navarro en una oficina

Fuente de la imagen, Cortesía: Jorge Rodríguez Navarro

“En la parte científica, él ve las cosas con una gran profundidad, es un innovador, ha hecho materiales preciosos que, además, tienen utilidad”, explica Rodríguez.

“Y en la parte humana, es una persona muy cercana. Se podría pensar que el Premio Nobel es una persona engreída, él no lo es”.

Algo que Rodríguez halla fascinante es la relación de Yaghi con sus estudiantes y cómo él reconoce su trabajo y sus aportes.

Dice que no se queda corto a la hora de resaltar cuando son sus pupilos los que han motivado un descubrimiento.

Y es que, para Yaghi, en el ambiente de la investigación científica “el estudiante y el profesor están en el mismo nivel”.

En el video del Premio Tang, resaltaba la importancia de que siempre estén abiertos los canales para las preguntas y las críticas.

“Que el estudiante no tenga miedo de contradecir al profesor; cuando eso pasa, surge la magia, creas magia porque ahora tienes dos personas analizando un problema sin sentir temor a decir: ‘No sé’ o a compartir su idea valiosa.

“Necesitas a los dos para que se dé un descubrimiento: el estudiante está ahí, haciendo el experimento, haciendo observaciones, tomando decisiones sobre qué observación seguir”.

“Empezar estés donde estés”

Tras conocer que había ganado el Nobel, Yaghi insistió en la importancia de la ciencia en el desarrollo social.

“No se pueden resolver los problemas de la sociedad sin ciencia. Se necesita ciencia, materiales y la tecnología que la acompaña”, dijo en la rueda de prensa.

Un modelo colorido de las estructuras metalorgánicas sobre una mesa

Fuente de la imagen, JONATHAN NACKSTRAND/AFP via Getty Images)

Muchos expertos ven con optimismo el futuro de las estructuras metalorgánicas para abordar varios de los retos que tenemos como sociedad.

Por ejemplo, para combatir el cambio climático, para la captura de dióxido de carbono y de agua en sitios en donde es muy difícil acceder a ella, en el desarrollo de energías limpias, en el campo de la biomedicina.

“Estos materiales son una de las plataformas más preciosas, más importantes, de la química moderna”, indica Maspoch.

“Las estructuras metalorgánicas tienen un enorme potencial, ya que ofrecen oportunidades antes impensables para crear materiales a medida con nuevas funciones”, afirmó Heiner Linke, presidente del Comité Nobel de Química.

Yaghi ganó el Premio Tang “por sus extraordinarias contribuciones al desarrollo sostenible con sus pioneras estructuras metalorgánicas y otras estructuras ultraporosas que pueden adaptarse para la captura de carbono, el almacenamiento de hidrógeno y metano, así como la recolección de agua del aire del desierto”.

En su discurso, en el evento en que se le entregó ese galardón, el químico volvió a evocar su travesía.

“Mientras reflexiono sobre mi viaje, me recuerdo que la vida raras veces te ofrece las condiciones perfectas. Con frecuencia nos encontramos esperando el momento correcto, los recursos correctos o las circunstancias correctas para empezar a perseguir nuestros sueños.

“Pero si hay algo que mi vida me ha enseñado es que esperar las condiciones ideales puede con frecuencia significar una espera eterna.

“La clave es empezar estés donde estés con lo que sea que tengas y confiar en que con un pensamiento sólido el viaje irá tomando su propia forma a medida que te mueves hacia adelante”.

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Cortesía de BBC Noticias



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