Un estudio publicado recientemente en la revista Annals of Internal Medicine demostró que el ayuno intermitente posee una mayor efectividad en comparación con una dieta baja en calorías convencional. A diferencia de esta última, el ayuno intermitente no se centra en qué comer, sino cuándo comer. En concreto, la investigación se enfocó en un particular tipo de ayuno intermitente conocido como 4:3.
Como su nombre lo indica, este método consiste en comer con normalidad cuatro días a la semana y reducir calorías tres días no consecutivos. El estudio, que duró 12 meses, contó con la participación de 165 adultos con sobrepeso divididos en dos grupos. Ambos estuvieron sometidos, además, a un programa de ejercicio y apoyo; sin embargo el grupo experimental siguió el ayuno 4:3 mientras que el otro siguió una dieta constante.
El experimento
Durante el experimento, los participantes del grupo experimental limitaron su ingesta calórica en un 80% durante tres días no consecutivos por semana. Los otros cuatro días podían comer sin restricciones. Esta dieta se acompañó con una rutina de actividad física moderada (al menos 300 minutos semanales) y sesiones de apoyo conductual diseñadas para fomentar hábitos saludables a largo plazo.
Al término del año, la diferencia fue clara: el grupo 4:3 perdió, en promedio, 7.6% de su masa corporal. Por su parte, el grupo que siguió una dieta constante, perdió un 5%. Es decir, la diferencia fue de casi 2.9 kilos a favor del ayuno intermitente. Además, una mayor proporción de personas en el grupo 4:3 consiguió perder al menos el 5% de su peso corporal, un porcentaje significativo en términos clínicos.
Más que una cuestión de peso
Aunque los investigadores describieron los resultados como “modestos”, también destacaron que no se trata solo de bajar de peso. La obesidad y el sobrepeso están vinculados a una mayor probabilidad de sufrir enfermedades como la diabetes tipo 2, hipertensión o problemas cardiovasculares. Por eso, además del peso, el estudio examinó el impacto del ayuno en marcadores clave de salud.
Entre los beneficios observados en el grupo experimental se incluyeron mejoras en la presión arterial, niveles de colesterol y glucosa durante el ayuno. Lo anterior sugiere que este método podría ser útil no solo para perder peso, sino también para reducir factores de riesgo metabólico en los pacientes. A pesar de ello, los responsables del estudio advierten que el ayuno 4:3 no es una solución mágica ni aplicable para todos los perfiles.
De acuerdo con la investigación, este tipo de dietas puede ser complicado y requiere acompañamiento profesional, especialmente en personas con condiciones médicas preexistentes. El interés por el ayuno intermitente no es nuevo, pero este experimento aporta una mirada más rigurosa sobre su eficacia dentro de una intervención integral que también promueve la actividad física.
Cortesía de Xataka
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