En un mundo donde la medicina avanza a pasos agigantados, pero aún arrastra intervenciones dolorosas y técnicas invasivas, algunos cirujanos se atreven a transformar las reglas del juego. El tórax, uno de los territorios más complejos del cuerpo humano, ha sido tradicionalmente un campo quirúrgico marcado por el trauma postoperatorio y los largos ingresos hospitalarios. Sin embargo, una técnica ideada por un español ha logrado reducir todo ese impacto a una mínima incisión. El responsable es el Dr. Diego González Rivas, que no solo ha operado en más de cien países, sino que ha revolucionado la cirugía torácica a nivel global.
Pionero en transformar el abordaje quirúrgico del tórax, este cirujano gallego desarrolló la técnica Uniportal VATS, una intervención mínimamente invasiva que permite operar dentro de la cavidad torácica a través de una única incisión intercostal o subxifoidea. Gracias a este método, los pacientes pueden evitar la intubación traqueal y la anestesia general, y recibir el alta médica en apenas 24 o 48 horas. La técnica ha sido adoptada en hospitales de los cinco continentes y ha sentado un precedente en la forma de tratar patologías pulmonares graves, incluidos casos de cáncer.

Su carrera no se ha limitado a los grandes centros médicos. Como fundador de la Fundación Diego González Rivas, ha llevado la cirugía torácica a lugares donde antes era impensable: aldeas remotas, hospitales en zonas de guerra y regiones con recursos extremadamente limitados. Pero su contribución más reciente y revolucionaria ha sido la primera telecirugía pulmonar uniportal de la historia: el 1 de abril, desde China, operó a un paciente que se encontraba en Bucarest, utilizando un robot diseñado específicamente para su técnica. Este hito marca un antes y un después en la medicina global, abriendo la puerta a la cirugía remota.
¿Cómo nació tu interés por la cirugía torácica?
Mi vocación por la medicina nació gracias a mi madre, que era enfermera. De pequeño la acompañaba al hospital y ver ese entorno, el poder ayudar a la gente, me fascinaba. Siempre me preocupó que las personas sufrieran, y ver a los pacientes en el hospital reforzó en mí ese deseo de aliviar ese sufrimiento.
Ya durante la especialidad, me impactó mucho lo dolorosos que eran los posoperatorios de la cirugía torácica. Es una de las especialidades más dolorosas, porque implica separar las costillas y afecta a los nervios intercostales. Eso me motivó a buscar técnicas menos invasivas.
¿Cómo llegaste a especializarte en cirugía mínimamente invasiva?
Empecé investigando lo que se hacía en Estados Unidos y Europa. En 2006 me formé en Los Ángeles, luego en Nueva York y Carolina del Norte. Allí conocí a Thomas D’Amico, quien fue mi mentor. Con él aprendí a operar con dos incisiones, algo revolucionario para mí en ese momento.
Después, en 2010, desarrollé la técnica Uniportal VATS: operar con una sola incisión. Al principio hacía dos cortes, pero me di cuenta de que con uno era suficiente. Así nació esta técnica que he perfeccionado desde entonces.

¿Cómo es tu colaboración con la tecnología, especialmente con los robots quirúrgicos?
He trabajado con varios robots, entre ellos el Da Vinci, al que adapté mi técnica. Pero el más avanzado es el Shurui, desarrollado en Shanghái y diseñado específicamente para mi método. Es un robot que ya hemos presentado públicamente, incluso en televisión. Y con él hemos dado un paso histórico: el 1 de abril hicimos la primera telecirugía pulmonar Uniportal del mundo. Operé desde China a un paciente que estaba en Bucarest.
Has operado en situaciones extremas en países en conflicto. ¿Cuál ha sido la experiencia más desafiante?
Corea del Norte, sin duda. Es un país muy hermético, sin pasaporte, sin acceso a Internet, sin contacto con el exterior. También he estado en Gaza, Burkina Faso, Mali, Uganda… En Pakistán fui escoltado por cien soldados y acompañado por el presidente.
Aunque hubo momentos tensos, como cuando me robaron a punta de pistola en Uganda, nunca dejé de sentir la vocación de ayudar.
¿Cómo surgió la idea de crear una unidad móvil de cirugía para países en desarrollo?
Llevo yendo a África desde 2012. Allí me enfrentaba a enormes dificultades: falta de material, de cámaras, de tecnología. Por eso decidimos crear la Fundación Diego González Rivas para ayudar a personas sin recursos. Conseguimos fondos para construir una unidad móvil quirúrgica totalmente equipada, con nuestro equipo, nuestras cámaras y anestesistas. Así podemos garantizar la misma calidad que ofreceríamos en España.
El primer paciente de la fundación fue una mujer peruana embarazada que se salvó gracias a la cirugía. Hoy está sana y su hija tiene dos años.

Has visitado 138 países. ¿Qué has aprendido sobre la relación entre medicina y cultura?
Muchísimo. Ver cómo funcionan los sistemas sanitarios en diferentes partes del mundo te cambia la vida. En muchos lugares la gente tiene que comprar sus propios materiales para ser operados: grapadoras, gasas, incluso anestesia.
También he visto cómo médicos de países en desarrollo, con muy pocos recursos, logran hacer milagros. Eso te enseña a valorar más tu profesión y te da herramientas únicas como cirujano.
¿Qué retos te quedan por delante?
Mis objetivos son seguir expandiendo la fundación, hacer más misiones, tener más unidades móviles, y desarrollar la telecirugía con inteligencia artificial. Lo que hicimos el 1 de abril es solo el comienzo.
También quiero seguir innovando, creando nuevas técnicas y, sobre todo, formar a otros cirujanos. Actualmente, en Shanghái, lidero el mayor programa del mundo de cirugía Uniportal. Formamos a decenas de profesionales al año.
¿Cómo te gustaría ser recordado?
Como una buena persona, apasionada por su trabajo, que compartió su conocimiento con generosidad.
He desarrollado dos técnicas quirúrgicas reconocidas internacionalmente, pero lo más importante para mí es haber formado a cientos de cirujanos, haber motivado, enseñado y compartido. En Shanghái, cada año acuden profesionales de todo el mundo a aprender conmigo. Eso es lo que más me llena.
¿Qué consejo les das a los jóvenes médicos?
Que trabajen mucho y no pierdan nunca la pasión. La cirugía no es magia, es dedicación, repetición, esfuerzo. Lo importante es encontrar una motivación que convierta tu trabajo en tu hobby.
Yo, por ejemplo, opero fines de semana en diferentes ciudades porque me apasiona lo que hago. Ayudo a pacientes, formo a cirujanos, y disfruto cada minuto. Eso es lo que quiero transmitir.
Para terminar, háblanos sobre tu nuevo libro ‘Curando el mundo’
Este libro no es sobre medicina ni cirugía. Es un libro sobre la vida. Recoge mis experiencias en zonas de conflicto como Gaza, Ucrania, el Congo, Pakistán… Son relatos humanos, reflexiones, historias conmovedoras.
En tan solo una semana de su publicación, alcanzó la tercera edición. Es un libro que engancha y que emociona. Invito a todo el mundo a leerlo.

Cortesía de Muy Interesante
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