El asedio de la ciudad de Tiro en el 332 a.C., protagonizado por Alejandro Magno y los tirios fue uno de los grandes acontecimientos de la antigüedad dada la empresa a la que tuvo que hacer frente el joven general macedonio para la toma de este lugar estratégico.
El muelle
Tiro presentaba un desafío significativo debido a su ubicación insular y a sus altos muros que la hacían prácticamente inexpugnable. Los tirios tenían una ventaja naval sobre los macedonios y poseían muchos barcos en la isla. Para superar este desafío, Alejandro decidió construir un muelle desde la parte continental hasta la ciudad fortificada de Tiro. Este muelle se construyó en un estrecho con aguas poco profundas y fangosas cerca de la costa continental, lo que dificultaba el avance de los trabajadores. A medida que avanzaban hacia las aguas más profundas cerca de la ciudad de Tiro, los ingenieros macedonios enfrentaron ataques constantes desde las murallas de la ciudad y desde el mar por parte de los barcos tirios. Para defenderse, los macedonios construyeron torres a lo largo del muelle, equipadas con catapultas y balistas para contrarrestar los ataques desde las murallas y el mar. También se colocaron pieles sin curtir para proteger a los trabajadores del muelle.
Estas medidas defensivas permitieron a los macedonios continuar la construcción del muelle y acercarse a la ciudad de Tiro, a pesar de la feroz resistencia de los tirios.
Pequeñas discrepancias en las fuentes clásicas
En cuanto a las fuentes clásicas difieren unas de otras en ciertos detalles, pues: Arriano relató cómo los embajadores de Tiro adoptaron una actitud sumisa y diplomática al encontrarse con Alejandro durante su camino hacia la ciudad. Informan a Alejandro sobre la decisión de Tiro de seguir sus recomendaciones, lo que él elogia como sabio y sensato. Alejandro ordena a los embajadores que comuniquen a los tirios su intención de acercarse a la ciudad para realizar un sacrificio a Heracles. La asamblea de Tiro considera prudente seguir las intenciones anunciadas por Alejandro en la mayoría de los aspectos, pero discrepa en permitir la entrada de los macedonios en la ciudad, lo que considera una medida más segura ante una guerra incierta.
En cambio, Quinto Curcio Rufo resalta la importancia estratégica de la ciudad de Tiro. Describe cómo la ciudad prefiere una alianza en lugar de ser dominada, mostrando una disposición a mantener cierta independencia bajo condiciones favorables. Sin embargo, todo cambia abruptamente cuando el asesinato de los parlamentarios enviados por Alejandro, pues este acto enfureció a Alejandro, quien tomó las medidas para iniciar el plan de asedio.
Justino nos narra cómo Alejandro Magno recibió embajadores de la ciudad de Tiro que le ofrecieron una corona de oro como muestra de gratitud. Alejandro ganó la corona, pero expresó su deseo de visitar Tiro para cumplir una promesa a Hércules. Los embajadores intentaron persuadirlo de que fuera a Tiro la Vieja y al antiguo templo en lugar de entrar en la ciudad, lo que enfureció a Alejandro, quien amenazó con destruir la ciudad si no se le permitía entrar.
Finalmente, Diodoro describe cómo los tirios impidieron que Alejandro entrara en la ciudad para realizar un sacrificio en honor a Heracles tirio. Como resultado, Alejandro se sintió ofendido y amenazó con sitiar la ciudad. Los tirios, por su parte, confiaban en su capacidad para resistir el asedio, ya que esperaban ganarse el favor de Darío y recibir recompensas por su lealtad hacia él.
La necesidad de la toma de Tiro
En cuanto a la toma de Tiro, era necesario a fin de consolidar el dominio marítimo en el Mediterráneo oriental, pues Alejandro debía salvaguardarse las espaldas mientras proseguía la conquista hacia Egipto y posteriormente a Mesopotamia. El problema que tenía este lugar, es que era una ciudad insular fortificada con altos muros y contaba con una considerable fuerza naval lo que la hacía una ciudad prácticamente inexpugnable. Para superar este desafío, Alejandro implementó tácticas innovadoras, como fue la construcción de un terraplén que conectara la isla de Tiro con tierra firme, permitiendo así el despliegue de sus máquinas de asedio y la posterior toma de la ciudad. Por último, utilizó la flota de las ciudades que se unieron a su causa para bloquear los suministros y refuerzos a la ciudad desde el mar.
El asedio fue prolongado pues los tirios lograron evitar la construcción del primer terraplén gracias a sus ataques y las dificultades que encontraron los macedonios a la hora de llevar a cabo la ejecución de este plan, pero, ya en el segundo terraplén la causa no cayó de parte de los tirios pues los macedonios lograron construir el terraplén y contar con la ayuda de las flotas aliadas y llegar ante las murallas y poder abrir una brecha en ella para tomar la ciudad. Finalmente, después de siete meses de asedio, Tiro cayó ante las fuerzas de Alejandro. La ciudad fue saqueada y sus habitantes fueron ejecutados salvo los que se salvaguardaron dentro de los templos, aunque si bien es cierto que hay distintos desenlaces dentro de las fuentes clásicas para los tirios. Este acontecimiento fortaleció la figura de Alejandro Magno dando lugar a que podía hacer frente a cualquier desafío ante el que se enfrentara.
Originalidad en las técnicas
El asedio de Tiro, es famoso por la técnica constructiva empleada por los macedonios para superar las fortificaciones marítimas de esta ciudad. Una de las tácticas más destacadas utilizadas fue la construcción de un istmo artificial para unir la isla de Tiro con tierra firme, pues este istmo fue construido utilizando piedras, escombros (de la antigua ciudad de Tiro) y tierra excavada del lecho marino. Se dice que Alejandro Magno supervisó personalmente la construcción de esta estructura, que fue una hazaña impresionante en términos de ingeniería militar de la época. Una vez completado el istmo, los macedonios pudieron desplegar máquinas de asedio para poder acercarse a las murallas de la ciudad, eso añadiéndole la ayuda de las flotas que estaban aliadas con los macedonios ocasionarían con los meses la caída de Tiro. Esta táctica fue un brillante ejemplo de cómo la creatividad de Alejandro Magno unida a la confianza depositada en sus ingenieros llevaría a superar cualquier defensa aparentemente impenetrable de cualquier ciudad fortificada y así convertirlo en una leyenda en los ecos de la eternidad debido a su genio inigualable.
En cuanto a otros asedios que se dieron en la antigüedad podemos destacar el Asedio de Cartago en el año 146 a.C., pues los romanos al mando de Escipión “el africano” construyeron enormes terraplenes y murallas para rodear la ciudad y bloquear su puerto, cortando así el suministro de alimentos y recursos a los cartagineses. La ciudad finalmente cayó tras una feroz resistencia de tres años y fue completamente destruida por las fuerzas romanas. En el año 133 a.C., el cónsul romano Escipión Emiliano logró cercar la ciudad de Numancia con un eficaz sistema de fortificaciones y bloqueos cortando los suministros y ayudas para los numantinos terminando finalmente con la conquista y destrucción de esta ciudad tras 10 años de guerras[1][2].Ya que en el año 52 a.C., Julio César tomó el método de Escipión y sitió la fortaleza de Alessia, donde se habían refugiado los líderes galos rebeldes. Y en la que construyó una serie de murallas concéntricas para evitar ser atacado desde el exterior mientras atacaba a los defensores desde dentro. Esta estrategia se conoce como “doble asedio“. El asedio fue largo y duro, pero finalmente, César obtuvo la victoria y la subyugación de la Galia. Por último, el asedio de Masada durante los años 72-74 d. C., por Lucio Flavio Silva durante la I Guerra Judeo-Romana, se llevó a cabo en una fortaleza en lo alto de una montaña en Judea, que fue sitiada por las fuerzas romanas y que resistió durante casi tres años. Los romanos construyeron un gran muro de asedio y una rampa de asalto para intentar tomar la fortaleza[1].
Bibliografía
Fuentes clásicas
- Arriano. Anábasis de Alejandro Magno, introducción de Antonio Bravo García y traducción y notas de Antonio Guzmán Guerra. Madrid, Editorial Gredos. 2005.
- Diodoro de Sículo. Biblioteca histórica libros XV-XVII, introducción de Juan José Torres Esbarranch y Juan Manuel Guzmán Herminda. Madrid, Editorial Gredos. 2018.
- Justino. Epítome de las historias filípicas de Pompeyo Trogus, introducción, traducción y notas de José Castro Sánchez. Madrid, Editorial Gredos. 1995.
- Plutarco. Vidas paralelas, traducción de Antonio Ranz Romanillos. Madrid. 1821.
- Quinto Curcio Rufo. Historia de Alejandro Magno, introducci6n, traducción y notas de Francisco Pejenaute Rubio. Madrid. Editorial Gredos. 1986.
Fuentes modernas
- ALCÁNTARA GUTIÉRREZ, Luis Guillermo, (2021): El sitio de Tiro por Alejandro Magno (332 a.C.). Universitat Oberta de Catalunya. Barcelona. Pg. 1-98.
- CERVERA, Francesc, (2021): Un lugar estratégico en Líbano, el asedio de tiro, la dura conquista de Alejandro Magno.Historia National Geographic. Madrid.
- CERVERA, Francesc, (2023): El primer triunfo del africano: el sitio de Cartago nova, la mayor victoria de Escipión en Hispania. Madrid.
- FERNÁNDEZ, Tomás y TAMARO, Elena, (2024): «Biografía de Arriano». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España.
- GUZMÁN GUERRA, Antonio, (2023): Alejandro Magno asalta fenicia, el sitio de Tiro. Historia National Geographic. Universidad Complutense de Madrid. Madrid.
- ORTIZ IZQUIERDO, Sergio, (2022): El asedio de Numancia en las fuentes literarias grecolatinas (una aproximación). Editorial Círculo Rojo. España. Pg. 1-101.
- SÁEZ ABAD, Rubén, (2004): La poliorcética en el mundo antiguo, Tesis de doctorado. Departamento de Ciencias y Técnicas Historiográficas y de Arqueología. Universidad Complutense de Madrid. Madrid. Pg. 1-763.
Cortesía de Muy Interesante
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