La compositora que desafió el racismo y conquistó la música clásica: la increíble historia de Florence Price

En 1933, la Orquesta Sinfónica de Chicago interpretó por primera vez la Sinfonía n.º 1 en mi menor de una compositora que, hasta entonces, apenas era conocida. Su nombre era Florence Price, y aquel momento marcó un hito en la historia de la música. No solo porque su obra desbordaba talento y emoción, sino porque Price se convirtió en la primera mujer afroamericana en ver su música interpretada por una gran orquesta en Estados Unidos.

A pesar de este logro, su camino no fue sencillo. La sociedad en la que nació y creció no estaba preparada para aceptar que una mujer negra pudiera sobresalir en el mundo de la música clásica, un ámbito históricamente dominado por hombres blancos. Durante décadas, su trabajo fue ignorado, sus partituras olvidadas y su nombre relegado a un pie de página en la historia de la música. Pero el tiempo, como una sinfonía bien ejecutada, supo dar a cada nota su lugar.

De una infancia privilegiada a una sociedad hostil

Florence Beatrice Price nació en 1887 en Little Rock, Arkansas, en el seno de una familia acomodada. Su padre, James H. Smith, era un dentista reconocido en la comunidad, y su madre, Florence Gulliver, era maestra y pianista. En un contexto donde la segregación racial condicionaba la vida de los afroamericanos, la familia Price gozaba de estabilidad económica y cierto estatus social.

Desde pequeña, Florence mostró un talento excepcional para la música. A los cuatro años ofreció su primer recital de piano y a los once ya había compuesto su primera obra. Su madre, consciente de sus dotes, la educó en casa y la impulsó a perfeccionar su técnica. Cuando cumplió catorce años, fue aceptada en el New England Conservatory of Music de Boston, una de las instituciones musicales más prestigiosas de Estados Unidos.

Sin embargo, ser una estudiante negra en un entorno predominantemente blanco no era fácil. Florence decidió pasar por mexicana para evitar el racismo que imperaba en la época. Durante su estancia en el conservatorio, se especializó en piano y órgano, y tuvo como maestros a figuras de renombre como George Chadwick, quien la animó a explorar la riqueza de la música afroamericana en sus composiciones.

Las escuelas a finales del siglo XIX y principios del XX estaban marcadas por la segregación y la desigualdad
Las escuelas a finales del siglo XIX y principios del XX estaban marcadas por la segregación y la desigualdad. Foto: Wikimedia

El regreso al sur y la huida hacia el norte

Tras graduarse en 1906, Price regresó al sur para ejercer como profesora de música en Atlanta. En 1912, se casó con el abogado Thomas Price y se trasladó a Little Rock, donde la pareja formó una familia. Sin embargo, la creciente violencia racial y el ambiente hostil hicieron que su vida allí se volviera insostenible.

En 1927, tras el brutal linchamiento de un hombre negro cerca de su hogar, Florence y su familia se unieron a la Gran Migración y se mudaron a Chicago, donde la comunidad afroamericana estaba en auge y ofrecía más oportunidades. Pero lejos de encontrar estabilidad, Price se vio enfrentada a nuevas dificultades.

Su matrimonio terminó en divorcio en 1931, dejándola como madre soltera a cargo de dos hijas. Para sobrevivir, trabajó como organista en cines y escribió música para anuncios de radio bajo un seudónimo. A pesar de las dificultades económicas, nunca abandonó la composición y encontró apoyo en artistas afroamericanos como la pianista Margaret Bonds y la contralto Marian Anderson, quienes la ayudaron a dar visibilidad a su obra.

La consagración y el olvido

El gran punto de inflexión en su carrera llegó en 1932, cuando participó en el Wanamaker Foundation Awards, un prestigioso concurso de composición. Su Sinfonía n.º 1 en mi menor obtuvo el primer lugar, y gracias a esto, la Orquesta Sinfónica de Chicago, fundada en 1891, decidió interpretarla en un concierto en 1933.

La obra recibió elogios por su riqueza melódica y su fusión de influencias afroamericanas con la tradición sinfónica europea. Sin embargo, aunque el reconocimiento le permitió seguir componiendo, su carrera no despegó como la de sus contemporáneos masculinos. Las orquestas seguían renuentes a programar piezas de mujeres y más aún de mujeres negras.

En las siguientes décadas, Price continuó escribiendo sinfonías, conciertos y música coral. Algunas de sus composiciones fueron interpretadas por orquestas menores, pero su trabajo fue quedando en el olvido con la llegada de nuevas corrientes musicales. En 1953, falleció de un derrame cerebral en Chicago.

Un redescubrimiento inesperado

Durante años, su legado permaneció en la sombra. Sin embargo, en 2009, un descubrimiento inesperado cambió la historia. En una casa abandonada en St. Anne, Illinois, se encontraron decenas de partituras originales de Price, incluidas algunas de sus sinfonías y conciertos perdidos.

Este hallazgo provocó un renovado interés en su obra. Las orquestas comenzaron a interpretar su música nuevamente, y en 2018, la editorial G. Schirmer adquirió los derechos de sus composiciones, asegurando su difusión.

El tiempo ha hecho justicia a Florence Price. Hoy, su música resuena en salas de conciertos de todo el mundo, y su historia es un recordatorio del talento que fue ignorado durante demasiado tiempo. Su vida fue una lucha constante contra el racismo y la discriminación, pero su legado demuestra que su voz nunca dejó de sonar.

Durante décadas, el talento de Florence Price fue ignorado por su raza y género, pero un hallazgo inesperado en 2009 rescató su legado del olvido
Durante décadas, el talento de Florence Price fue ignorado por su raza y género, pero un hallazgo inesperado en 2009 rescató su legado del olvido. Foto: Wikimedia

“Compositoras” de Silvia Olivero: un relato necesario sobre las mujeres que hicieron historia en la música

La historia de la música ha estado dominada, durante siglos, por un relato incompleto en el que las figuras femeninas han sido deliberadamente omitidas o relegadas a un segundo plano. En Compositoras, publicado recientemente por la editorial Pinolia, la directora de orquesta y compositora Silvia Olivero se propone llenar ese vacío, ofreciendo una exploración profunda de las vidas y obras de mujeres que, a pesar de su talento excepcional, han sido históricamente invisibilizadas.

El libro no se limita a ser una simple recopilación de biografías; es una reivindicación histórica que pone en evidencia las barreras sociales, académicas y personales que estas mujeres enfrentaron en su tiempo. Con un enfoque claro y estructurado, Olivero desglosa las trayectorias de figuras como Clara Schumann, Alma Mahler o Sofia Gubaidulina, mostrándonos no solo sus logros musicales, sino también las luchas que libraron en un mundo que sistemáticamente negaba su valía como creadoras.

Entre la genialidad y la lucha

Uno de los mayores aciertos del libro es la manera en que Olivero nos acerca a la vida de estas compositoras, más allá de su música. A través de una prosa cuidada y accesible, reconstruye sus contextos históricos, las dificultades que enfrentaron para recibir formación, publicar sus obras o simplemente ser reconocidas. Nos muestra cómo muchas de ellas debieron ceder sus composiciones a sus maridos, firmar bajo seudónimos o enfrentarse a la marginación social, incluso cuando su talento era innegable.

El caso de Clara Schumann, por ejemplo, es paradigmático: a pesar de ser una pianista y compositora de una calidad excepcional, su legado fue eclipsado por la figura de su esposo, Robert Schumann. La historia de Alma Mahler refleja una lucha similar, pues se vio forzada a abandonar su carrera en favor de Gustav Mahler, quien inicialmente le prohibió componer. Mientras tanto, en tiempos más recientes, compositoras como Sofia Gubaidulina han tenido que resistir la censura y las restricciones políticas para poder desarrollar su arte.

Más que biografías: una reconstrucción de la historia musical

A medida que avanzamos en la lectura, queda claro que Compositoras no es solo un homenaje a estas mujeres, sino también una crítica a un sistema que ha definido quién merece ser recordado y quién no. Olivero analiza los mecanismos mediante los cuales se ha perpetuado la exclusión femenina en la música clásica, revelando que muchas de estas creadoras no fueron olvidadas por falta de talento, sino porque el canon musical fue construido desde una mirada predominantemente masculina.

Cada capítulo está diseñado como un viaje en el que descubrimos no solo la música de estas compositoras, sino también su universo emocional, su capacidad de resistencia y las estrategias que utilizaron para hacer oír su voz. La autora logra transmitir la urgencia de recuperar estos nombres y devolverles el lugar que merecen en la historia de la música.

Una lectura imprescindible para amantes de la música y la historia

Compositoras es un libro que no solo educa, sino que también invita a la reflexión. Su lectura es imprescindible para músicos, historiadores y cualquier persona interesada en la historia de la cultura y la reivindicación de las figuras femeninas en el arte. En este sentido, Olivero ha conseguido una obra que no solo informa, sino que también emociona, devolviendo a estas compositoras el protagonismo que les fue arrebatado.

A través de una investigación meticulosa y una narración que atrapa, Olivero nos recuerda que la historia de la música está incompleta sin la voz de estas mujeres. Compositoras no solo es una obra de justicia histórica, sino un libro que nos desafía a cuestionar los relatos que hemos heredado y a abrir nuevas perspectivas en la manera en que entendemos el arte y su legado.

Libro Compositoras

Referencias

  • Florence Price: Biography. Florence Price Website. Consultado el 25 de febrero de 2025
  • Florence Price. Price Fest. Consultado el 25 de febrero de 2025
  • Florence Price. Encyclopædia Britannica. Consultado el 25 de febrero de 2025

Cortesía de Muy Interesante



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