Fuente de la imagen, Alan Price
El encuentro entre el orador motivacional Brad Burton y Sam Wall duró menos de un minuto.
Ella posó para una foto con él después de asistir a uno de sus talleres y posteriormente dejó un entusiasta testimonio en video.
No fue nada destacable, dice Burton. “Solo una de las miles de personas que debo haber conocido a lo largo de los años”.
Dos años después, ella comenzó a atacarlo por internet.
En cientos de publicaciones, Wall lo describió como manipulador, psicópata y abusador sociopático.
Día tras día, lo acusaba de amenazarla de muerte, romper sus ventanas y matar a su gato; todas acusaciones falsas.
“Lo publicó en todas las redes sociales. Estaba creando la imagen de que, en algún momento, yo había hecho todas esas cosas y que estaba tratando de encubrirlo”, le dice Burton a la BBC.
“¿Cómo se prueba algo que no sucedió? ¿Que no había envenenado al gato? Las redes sociales y su funcionamiento… eres culpable hasta que se demuestre tu inocencia”.

Fuente de la imagen, Instagram
Wall, de 55 años, consultora de redes sociales, se declaró culpable de los cargos de acoso y envío de mensajes falsos ante el Tribunal de Magistrados de Manchester, Reino Unido, el pasado noviembre.
Su sentencia se retrasó por segunda vez la semana pasada, pero el juez le indicó que podría ser condenada a prisión.
El equipo legal de Wall afirmó que un informe psiquiátrico demuestra que padece una enfermedad mental delirante crónica.
Su condena se relacionó con dos víctimas: Burton y la empresaria Naomi Timperley, quienes fueron objeto de mensajes abusivos durante los últimos cuatro años.
“Ha sido horrible, realmente horrible, y no sé por qué sucedió”, cuenta Timperley. “Todavía estoy muy ansiosa; a veces me pongo muy triste”.
La BBC habló con otras víctimas que afirman haber sido acosadas por Wall durante más de 10 años.
Algunas nunca habían conocido a Wall, mientras que otras solo la conocían de pasada.

Afirmaciones falsas
Cuando Wall atacó a Burton, este dirigía una red que apoyaba a cientos de pequeñas empresas en todo Reino Unido.
Muchas de sus publicaciones abusivas eran detalladas; una tenía 20.000 palabras. Algunas se compartieron en LinkedIn, donde tenía 30.000 seguidores, la misma plataforma en la que Burton confiaba para promocionar su trabajo.
Aunque la pandemia lo afectó duramente, afirma que ella contribuyó al hundimiento de su negocio.
Wall también afirmó falsamente que Burton, de hecho, la había estado acosando durante 10 años y que había sido arrestado y encarcelado.
Burton publicó en internet fotos suyas para demostrar que no estaba en prisión.
Wall respondió afirmando que su gemelo psicópata tomaba las fotos y aparecía en eventos para encubrir que había estado encerrado.
Su amigo Alan Price sabía que Wall mentía sobre la afirmación de los 10 años, porque los había presentado en el taller dos años antes.
“Le está contando a todo el mundo que Brad Burton está en la cárcel, pero yo estaba en Burnham-on-Sea, Somerset, comiendo curry con él”, dice.
Para intentar detenerla, Burton acudió a un abogado, quien le aconsejó enviar una carta de cese y desistimiento.
Wall respondió publicando la carta en internet y diciendo que podía demandarla, pero que ella no tenía dinero.

Timperley solo conocía a Wall de lejos: la seguía en Twitter y estaban conectadas en LinkedIn.
También recibió cientos de mensajes, acusándola de daños criminales, de destruir el negocio de Wall y de unirse a otros para ejercer el llamado acoso grupal.
Wall también afirmó falsamente que Timperley había sido arrestada por acoso.
“Me han atacado personalmente en Instagram, Twitter, LinkedIn y Facebook, y me han acusado de cosas realmente viles”, cuenta.
Correos electrónicos de 10.000 palabras
Wall continuó con sus ataques virtuales incluso después de haber sido acusada de acoso.
La empresaria Justine Wright, residente de Manchester, fue blanco de acoso durante más de una década.
Le había dado empleo a Wall por un par de meses y, cuando Wall dejó el trabajo, comenzó el acoso por internet.
Wright es consultora de marketing y Wall atacó repetidamente a sus clientes (grandes empresas) con acusaciones falsas.
Justine nunca había conocido a Brad, pero Wall la acusó de conspirar con él para envenenar a su gato.
A la gente podría sorprenderle la cantidad de víctimas y que Wall no ocultara su identidad, afirma Rory Innes, director ejecutivo de Cyber Helpline, una organización benéfica que ayuda a las víctimas de delitos informáticos.
Pero afirma que esto es común: “Es un caso horrendo y daña a mucha gente y cambiando sus vidas. Pero esto le sucede a cientos de miles de personas cada año”.
La BBC habló con otras víctimas que no desean ser identificadas. Una de ellas afirma haber sido acosada durante más de una década, tiempo durante el cual Wall envió miles de mensajes de texto y correos electrónicos de 10.000 palabras a sus amigos y contactos profesionales.
Wall también se presentaba en su trabajo haciéndose pasar por su esposa, asegura, acusándolo de violencia doméstica.
La responsabilidad de las redes sociales
Todas las víctimas se quejaron a las empresas de redes sociales sobre las publicaciones de Wall, pero estas no han sido eliminadas.
El abogado especializado en redes sociales Paul Tweed declaró a la BBC que no le sorprendió que las empresas no les ayudaran.
“Ellas deciden qué se debe eliminar, cuándo y cómo. Y, cuando se les pregunte, dirán que cumplen con la ley”, sostuvo.
LinkedIn dijo que no puede hacer comentarios sobre usuarios individuales, pero no permite el acoso ni la intimidación y que tomará medidas contra cualquier cosa que infrinja sus políticas.
Instagram, Facebook y X no respondieron a la solicitud de comentarios de la BBC.
Ninguna de las empresas ha retirado los mensajes abusivos de Wall, a pesar de que la BBC les informó sobre su condena hace dos meses.
La semana pasada, publicó otro mensaje abusivo sobre Burton.

La organización benéfica Cyber Helpline estima que 600.000 personas en Reino Unido denuncian acoso virtual a la policía cada año. Otra organización benéfica, Suzy Lamplugh Trust, afirma que menos del 2% de las denuncias de acoso en ese país terminan en una condena.
Una importante revisión realizada por las autoridades policiales el año pasado reveló una falta de comprensión del acoso virtual y evidencia que la policía no lo toma en serio.
El consejo para las víctimas de acoso en internet es básico: no involucrarse, guardar registros y denunciarlo a la policía. Pero las personas con las que habló la BBC lo hicieron, y el abuso continuó.
Burton y Timperley no estaban satisfechos con la respuesta que recibieron de la Policía del Gran Manchester (GMP, por sus siglas en inglés).
Los resultados para las víctimas son realmente deficientes, opina Roy Innes, de Cyber Helpline.
“Muy pocos de estos casos terminan con una investigación”, añade. “Y cuando se lleva a cabo una investigación, el factor tecnológico puede significar que se tarden años en llegar al punto en que se analicen las pruebas”.
Un portavoz de GMP afirma que las demoras en el sistema de justicia penal en general afectaron el caso de Wall y que la fuerza policial logró resultados positivos para más de 3.000 víctimas de este tipo de delito el año pasado.
La BBC contactó a Wall para obtener sus comentarios, pero no respondió.
Mientras tanto, Burton cuenta que la perdona. “Espero que reciba la ayuda que necesita y que encuentre la paz en su vida”, dice.

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Cortesía de BBC Noticias
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