La credibilidad del Banco de México, en decadencia

Sólo un choque en el contexto internacional pareciera que sacudirá la obsesión de la Junta de Gobierno de Banco de México por reducir la tasa de interés interbancaria. Al menos eso se desprende de lo expresado la semana pasada por Victoria Rodríguez Ceja, gobernadora del banco central, cuando se difundió el Reporte de Estabilidad Financiera 2025 elaborado por Banco de México.

Ante preguntas de la prensa, la funcionaria fue enfática en señalar que: a) la tasa de inflación se encuentra muy cerca del promedio histórico para el período 2003-2019; b) que la inflación subyacente lleva ocho meses debajo de 4%; c) los niveles de inflación que estamos viendo, son evidencia de que estamos dejando atrás este episodio inflacionario, que venía de estos choques globales; d) que la evaluación que ha venido efectuando Banxico ya considera el entorno de incertidumbre que estamos enfrentando a nivel global por la coyuntura actual de las tensiones comerciales derivadas de las decisiones de Estados Unidos.

Lo primero que hay que señalar es que, vista en forma quincenal, la inflación correspondiente a la primera quincena de mayo se ubicó en 4.22%, pero la de la segunda quincena se disparó a 4.62%, un brinco quincenal de esa magnitud no ocurría desde la primera quincena de julio del año pasado. Así que eso de presumir que la inflación está oscilando alrededor del promedio histórico se excede en lo optimista. Además, aunque la gobernadora Rodríguez Ceja subestime el análisis de lo que ocurre en el margen -el dato más reciente agregado a la serie sobre el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC)-, los últimos datos apuntan a que el ritmo de crecimiento de los precios empezó a incrementarse nuevamente en mayo. De la misma forma, la inflación subyacente en mayo retomó un comportamiento de crecimiento, y en promedio mensual se ubicó en 4.15%, que no puede considerarse “por arribita de cuatro”.

Luego, eso de que la evaluación realizada por Banxico ya considera el entorno de incertidumbre, también está un poco excedido en confianza, sobre todo cuando llevamos meses con la amenaza latente de un recrudecimiento de la inestabilidad en Medio Oriente. Con el conflicto entre Israel e Irán ahora en pleno apogeo, y la volatilidad sobre los precios del petróleo, que se dispararon inicialmente, y aun cuando retrocedieron ligeramente, es un hecho que estaremos observando una relativa mayor variabilidad que en los meses recientes, sobre todo ante el riesgo latente de que Irán decida bloquear el Estrecho de Ormuz, por donde transitan cerca de 20 millones de barriles de crudo por día, prácticamente un tercio del volumen diario de petróleo que se comercializa a nivel global vía buques tanque.

Entonces, aunque pareciera que es tarde, la Junta de Gobierno de Banco de México debería aprovechar la coyuntura que se presenta en el contexto internacional, de nueva mayor inestabilidad, para instrumentar dos acciones. La primera, actuar de manera ortodoxa, con prudencia, y no apresurarse a bajar aún más la tasa de interés interbancaria, al menos en la decisión que habrá de anunciarse el 26 de junio próximo. La segunda, y aún más importante, revisar el eje discursivo que ha venido manejando en sus decisiones de política monetaria, porque es altamente preocupante la forma en que se ha erosionado la credibilidad y buena reputación del Banco de México.

Para un banco central, trabajar de manera consistente en la definición de objetivos de política que sean alcanzables o realistas y el anuncio e instrumentación de estos, se traducen en un proceso por el cual, las decisiones de la autoridad encargada de la política monetaria son creíbles y por lo tanto, tienen efectividad. Pero cuando los agentes económicos empiezan a dudar sobre lo que comunica el banco central con relación a las expectativas de inflación, ello se contagia a la valoración sobre las decisiones y la oportunidad con las que se adoptan.

México no está en condiciones de que el Banco de México dilapide la valiosa credibilidad que construyó durante un buen número de años. La credibilidad no se gana siendo predecible para el Gobierno de la República, urgido de presumir crecimiento económico.

*El autor es economista.

Cortesía de El Economista



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