
Pocas cosas tienen tan mala fama como el fuero. El fuero es, junto con los plurinominales, una de las figuras más odiadas, porque además suelen ir juntas. La fama de los diputados, particularmente los plurinominales, es que no sirven para nada y que el fuero lo usan para delinquir impunemente.
No hay duda de que hay diputados y senadores plurinominales que son además profundamente vaquetones y que les encanta el dinero, particularmente el ajeno, por lo que resulta muy sencillo que una iniciativa para acabar con los plurinominales y con el fuero tenga mucho apoyo popular. También estoy seguro de que, si preguntamos si deberían desaparecer todos los diputados, habría una buena porción de mexicanos que estaría de acuerdo. Más allá de los abusos, que los hay a pasto, la mala fama de los diputados tiene que ver con la falta de comprensión de lo que hacen y con las historias de abusos que se repiten legislatura tras legislatura, en lo nacional y en lo local.
¿Es entonces buena idea acabar con el fuero? Por supuesto que no. El fuero tiene una razón de ser y es evitar que el Poder Ejecutivo, sea el presidente o los gobernadores, use la persecución judicial para presionar a los legisladores críticos o de la oposición. La historia se remonta al siglo XIV en el parlamento inglés, cuando Ricardo II condenó a muerte a un parlamentario que denunció las escandalosas costumbres de la corte británica (María Amparo Casar et al., El fuero en México, entre inmunidad e impunidad). Proteger la libertad de expresión de los legisladores y, al mismo tiempo, evitar que la figura del fuero se convierta en patente de corso para la impunidad o en una licencia para delinquir es desde entonces una discusión en todas las democracias del mundo.
Los únicos que ganan quitándole el fuero a los legisladores son los titulares en turno de los poderes ejecutivos, que van a tener más controlados a los diputados y senadores porque, seamos sinceros, el problema en este país no es el fuero sino la impunidad. Mecanismos para procesar a diputados o senadores que hayan delinquido los hay, y si no funcionan es porque los compañeros de partido acaban siempre protegiendo a sus huestes. El caso del ex gobernador de Morelos Cuauhtémoc Blanco es el más reciente y escandaloso, pero no el único.
Una vez más estamos tirando el agua sucia con todo y niño. Desaparecer el fuero es una vuelta de tuerca más a la reconstrucción de la presidencia imperial, de un Poder Ejecutivo sin cortapisas ni contrapesos. Desaforar el fuero solo allanará el camino al autoritarismo.
Cortesía de El Informador
Dejanos un comentario: